Amira George

A mi parecer, la mayor parte de las personas que crecieron en un pueblo pequeño -como es mi caso- siempre lo ven como una prisión, como un espacio que queda chico y del que hay que huir y conocer qué más hay fuera de la pecera en la que nos tocó vivir.

Pero ¿qué sucede cuando la pecera se vuelve, en verdad, una pecera, una jaula? Ya hace unos años Matt Groening y su equipo aprovecharon esta idea para hacer la película de The Simpsons, en la cual el pueblo de Springfield es encerrada en un gran domo de cristal para evitar la expansión de los contaminantes y finalmente ser destruida.

El concepto es llamativo e interesante. Ahora mézclenlo con los debrayes de Stephen King. El resultado: Under The Dome.

Debo confesar que al principio la serie no me llamaba, pues el otrora maestro del terror ha tenido un par de producciones que no me han agradado y siento en ocasiones que nada más vive de su fama de antaño. Pero decidí dar una oportunidad a esta serie. Fue una buena decisión.

Todo inicia el día que el pueblo de Chester’s Mill queda atrapado bajo un domo, el cual además de ser invisible e indestructible, aísla sonidos y señales de todo tipo. La comunicación con el exterior es prácticamente imposible.

La mitad de los habitantes del pueblo quedan fuera del domo y la otra mitad adentro, quienes poco a poco tienen que aprender a convivir con esta estructura y con ellos mismos, pues poco a poco salen a flote los secretos de esta pequeña comunidad.

En medio de todo este escenario tenemos a dos adolescentes, quienes el día que aparece el domo empiezan a tener ataques epilépticos y que aparentemente tienen una conexión con la capa invisible que cubre al pueblo.

Uno dirá ¿y esto qué tiene que ver con la temática de series post-apocalípticas que me prometieron para este mes?

La respuesta es sencilla. ¿Alguna vez has pensado qué pasaría si te quedaras atrapado en un lugar con muchas personas y poco a poco se acaben las medicinas, la comida, el agua? Una sola palabra: CAOS. De hecho la serie me atrapó por recordarme un poco al feeling que me dejó la primera vez Jericho, de la cual hable la semana pasada. Un pueblo aislado de todo que debe ver la forma de sobrevivir.

La serie fue lanzada para llenar el espacio televisivo que queda en el período veraniego de Estados Unidos, por lo que sólo quedan cuatro capítulos de esta primera temporada y aún no se ha confirmado una segunda.

Sinceramente, esta es una de esas veces que rezo a todos los santos de la televisión que en esta ocasión no se extienda por temporadas y temporadas este programa, porque no soportaría la tensión de esperar para entender qué fregados es el domo. Ya pasé eso con Lost, fueron años y años de estrés por entender y al final quise más. Por favor, no otra vez, I’m too old for this shit.

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