Lado B
"No lo reconocí debido a las marcas de torturas"
 
Por Lado B @ladobemx
01 de julio, 2013
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Imagen: http://www.amnesty.org/es

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Amnistía Internacional (AI)

 La tortura lo había desfigurado de tal forma, que hasta a su propia madre le costó reconocerlo cuando lo visitó en la cárcel. Pero, como explicó la madre de Ahmad ‘Amr ‘Abd al-Qadir Muhammad, lo que le sucedió a su hijo tras las rejas no es infrecuente en Irak.

«Durante un año pensé que estaba muerto y luego me dijeron que estaba en la cárcel. La primera vez que lo fui a ver no lo reconocí debido a las marcas que le había dejado la tortura […] Tenía el hombro quemado, la pierna quemada, una herida en el brazo que le habían taladrado”, dijo la mujer a Amnistía Internacional.

Su hijo Ahmad, palestino nacido en Irak, fue detenido el 21 de julio de 2006 en el distrito de Zayouna de Bagdad, en el punto culminante de la violencia sectaria que dejó el país en ruinas, y estuvo más de un año en régimen de incomunicación.

Las autoridades lo acusaron de pertenecer a un grupo armado que planeaba atentados con explosivos y lo condenaron a muerte el 17 de mayo de 2011, tras un juicio empañado por las denuncias de tortura.

Cuando Ahmad vio a su madre por primera vez después de un año, en un centro de detención del distrito bagdadí de al-Baladiyat, sólo dijo:

 “Me torturaron para obligarme a ‘confesar’”

Un examen médico realizado por el Instituto Médico Forense aproximadamente dos años después de la detención de Ahmad documentaba “grandes cicatrices marrones” en diversas zonas de su cuerpo que confirmaban su historia.

Testimonios contradictorios

Las fuerzas de seguridad de Irak afirman que el día en que detuvieron a Ahmad éste acababa de huir del lugar donde se había producido un enfrentamiento armado en el que habían muerto un agente de policía y un taxista.

Su familia, sin embargo, insiste en que Ahmad había tomado un taxi para recoger comida de un restaurante para la celebración de su compromiso de matrimonio y había escapado corriendo cuando agentes de las fuerzas de seguridad vestidos de civil dieron el alto al vehículo, temiendo que lo secuestraran.

En una “confesión” que retiró más tarde, Ahmad admitió haber participado también en varios atentados con explosivos en Bagdad. Según sus abogados, en el Tribunal Penal de Resafa de Bagdad no se presentaron más pruebas que lo relacionaran con estos atentados.

Ahmad fue condenado a muerte el 17 de mayo de 2011, en aplicación de la draconiana Ley Antiterrorista de 2005.

Según sus abogados defensores, los testigos presenciales, entre los que había agentes de policía, dieron testimonios contradictorios en el juicio.

A pesar de que el tribunal señaló que Ahmad había retirado su testimonio autoinculpatorio durante el juicio y había afirmado que le había sido extraído bajo tortura, jamás se investigaron sus denuncias, y su sentencia condenatoria se basó en esa supuesta “confesión”.

 “Confesiones”

En Irak es habitual que los acusados denuncien que sus “confesiones” se han obtenido mediante tortura y otros malos tratos durante los interrogatorios, por lo general cuando estaban detenidos en régimen de incomunicación.

Las declaraciones autoinculpatorias así conseguidas suelen emitirse por la televisión iraquí, violando el principio de presunción de inocencia.

En algunos casos, los investigadores iraquíes consiguen “confesiones” de incidentes que, de hecho, nunca sucedieron.

Por ejemplo, en mayo de 2005, cuatro palestinos fueron detenidos y torturados por las fuerzas de seguridad iraquíes y aparecieron en el canal de televisión al-‘Iraqiyya “confesando” su autoría en una serie de atentados con explosivos en Bagdad.

Dos meses después, los hombres dijeron a su abogado que los habían torturado para que “confesaran” los delitos, golpeándolos con cables, aplicándoles descargas eléctricas y quemándoles la cara con cigarrillos.

Cuando el abogado investigó los presuntos atentados, pudo documentar que nunca habían existido. Los cuatro hombres quedaron en libertad y se fueron de Irak.

Esperando la ejecución

En 2006, el año en que Ahmad fue detenido, hubo una oleada de violencia sectaria en todo Irak y miles de personas fueron agredidas, murieron en atentados con explosivos o fueron secuestradas.

Los refugiados palestinos figuraban entre los grupos contra los que dirigían en particular sus ataques algunas milicias por considerarse que habían disfrutado de un trato preferente durante el régimen baasista de Sadam Husein.

A pesar de todas las dudas planteadas sobre su “confesión” y la presunta tortura utilizada para conseguirla, posteriormente un tribunal de apelación confirmó la condena a muerte de Ahmad, que ahora está en espera de ejecución en Campo Justicia (Bagdad).

Cientos de personas han sido condenadas a muerte y ejecutadas desde que en Irak se reinstauró la pena capital, en 2004.

Amnistía Internacional ha documentado al menos 129 ejecuciones en 2012, casi el doble del total de las que se tiene noticia en 2011. Esto sitúa a Irak en el tercer puesto mundial en cuanto a número de ejecuciones. Durante los primeros cuatro meses de 2013 fueron ejecutadas al menos 40 personas.

 “Vivo preocupada las 24 horas –dice la madre de Ahmad–, porque en cualquier momento mi hijo puede ser ejecutado. Me gustaría que Yalal Talabani [el presidente de Irak] me escuchara, que Nuri al-Maliki [el primer ministro de Irak] me escuchara, que me escucharan los jueces, que el mundo entero me oyera.”

Texto publicado en la página de Amnistía Internacional.

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