Lado B
Cien Famosas Vistas de Edo de Utagawa Hiroshige
La literatura japonesa tiene una vasta genealogía y una amplia diversidad de obras que, durante mucho tiempo, fueron desconocidas para el público occidental.
Por Lado B @ladobemx
04 de julio, 2013
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Alejandro Badillo

La literatura japonesa tiene una vasta genealogía y una amplia diversidad de obras que, durante mucho tiempo, fueron desconocidas para el público occidental. Basta citar El Romance de Genji de Murasaki Shikibu o El libro de cabecera de Sei Shonagon como ejemplos de una literatura fértil en imaginación y sensaciones.

Editorial Taschen, 2010. Edición de Lorenz Bichler y Melanie Trede

Editorial Taschen, 2010. Edición de Lorenz Bichler y Melanie Trede

Además de la literatura el arte japonés también logró altos niveles técnicos y estéticos gracias a una continua evolución debido a su aislamiento de otras culturas. En esa larga tradición se inscribe Cien famosas vistas de Edo, obra emblemática del arte paisajista japonés. Su creador, Utagawa Hiroshige, seudónimo artístico de Andō Tokutarō (1797–1858), incursionó con bastante éxito en la xilografía japonesa del estilo Ukiyo-e producida en Japón entre los siglos XVII y XX. El Ukiyo-e o “pinturas del mundo flotante” es un género que abreva de la filosofía budista y que capturó la variedad de la vida urbana.

Hay que recordar que Edo (el actual Tokio) ya era en el siglo XVII una de las ciudades más pobladas del mundo y atrajo la mirada de Hiroshige que ofreció en sus estampas una amplia muestra de la vida en la gran ciudad. El grabado en madera fue un arte muy popular, sus reproducciones eran atractivas para un público ávido de paisajes y que no tenía recursos para adquirir obras originales. Incluso, las obras de Hiroshige fueron valoradas por pintores europeos como Vincent van Gogh que exaltaron su exquisitez y su técnica.

En las escenas representadas por Hiroshige se muestra la cotidianidad de la vida en el antiguo Edo: paseantes, puentes, fiestas y ceremonias. Como en la novela Las hermanas Makioka de Junichiro Tanizaki, Cien famosas vistas de Edo es un fresco del Japón imperial (aquel que Yukio Mishima intentara revindicar con su rebelión y su posterior suicidio), una urbe hermosa aunque expuesta a los terremotos y a la voracidad de occidente que intentó durante mucho tiempo abrir sus puertas y forzar el comercio.

Más allá de las veleidades de la historia Cien famosas vistas de Edo es una obra detenida en el tiempo que perdura por sus colores, sus trazos, la combinación de planos y puntos de vista. También destaca la edición de la obra —tomada de la serie original de grabados en madera que pertenece al Ota Memorial Museum of Art en Tokio— encuadernada, con estuche imitación madera, complementada con las notas de los especialistas Lorenz Bichler y Melanie Trede que aportan información valiosa para entender las imágenes impresas en páginas satinadas, de doble hoja. Al recorrer con la mirada las costumbres del viejo Tokio el espectador se adentra a un país colorido, inmerso en sus tradiciones, que en los próximos años sería sacudido por su encuentro con las potencias Europeas y los estadunidenses.

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