Lado B
Llegar a fin de mes en Portugal, cuando ni con trabajo alcanza
 
Por Lado B @ladobemx
20 de mayo, 2013
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Imagen: http://www.dineroenimagen.com

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Diversos estudios coinciden que la crisis económica causada por el colapso financiero en Europa de 2007-2008, así como el rescate de los bancos y de fondos de inversión por parte de los estados, generó el crecimiento del desempleo y el empobrecimiento de diversos sectores de la población en la Unión Europea.

A finales de 2012 las protestas contra los recortes anunciados en diferentes países europeos habían generado protestas y paros generales, como el ocurrido el 19 de noviembre (#19-N) en el que participó Italia, España, Portugal, Grecia, entre otros, logrando que miles de trabajadores, desempleados, estudiantes, profesores y varios sectores de la población, salieran a las calles para exigirle a sus gobiernos cambios en los programas de austeridad adoptados.

Sin embargo, las voces de el grueso número de afectados hasta el momento no ha sido escuchado, y las sociedades han adoptado diferentes estrategias para hacer frente a las condiciones que ahora enfrentan.

En España, por ejemplo, desde hace dos años, previo a la movilización del 15-M, miles de jóvenes españoles se sumaron al colectivo Juventud Sin Futuro, en el que no sólo plantean que mejoren las condiciones laborales, económicas, de Salud y educación en su país, sino que invitan a todo el mundo a sumarse a las campañas “NO NOS VAMOS, NOS ECHAN” y “QUE SE VAYAN ELLOS”, debido al incremento de jóvenes expulsados ante la falta de empleo.

En Portugal, hace apenas unos meses, conductores de autobuses y tranvías de Lisboa donan y almacenan alimentos no para asociaciones de pobres o campañas benéficas de barrios periféricos, sino para ellos mismos, para compañeros que a pesar de tener trabajo y un sueldo mensual pasan hambre a final de mes.

“En un cuarto sin uso de unas cocheras de la empresa de autobuses de Lisboa, la Comisión de Trabajadores ha distribuido al buen tun-tun lo básico: cartones de leche, latas de sardinas y botes de salchichas, tarros de judías blancas, macarrones y varias decenas de paquetes cilíndricos de galletas María apilados como troncos en una serrería”, publicó El País.

Los continuos recortes salariales que afectan sobre todo a empleados públicos en Portugal, las subidas de impuestos decretadas a toda la población asalariada y la política de ajuste permanente del Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho (presionado por la troika) que roe continuamente el país, ocasiona que la inmensa mayoría de estos trabajadores —funcionarios estatales al fin y al cabo— vayan al límite en sus gastos, alcanzando el día 31 del mes casi de milagro. Así que basta un revés cualquiera, sorteable hace un par de años (un divorcio, el desempleo del cónyuge, una cadena de gastos imprevistos…) para convertirse, directamente, en pobre. Un ejemplo de cómo la tambaleante clase media portuguesa se vuelve clase mísera de un día para otro sin paradas intermedias. Como en el caso de Evaristo.

Evaristo Paulo es delgado, alto, amable. Tiene 38 años, viste una cazadora negra de cuero y trabaja de conductor de autobuses en Lisboa, ocho horas al día, cinco días a la semana. Lleva el pelo corto y un pendiente en la oreja. Tiene una hija de seis años. Un tipo normal, vaya. Hace unas semanas, su jefa, alertó a la Comisión de Trabajadores para informarles, sencillamente, de que Evaristo pasaba hambre y que debían ayudarle, que tal vez por desconocimiento o por vergüenza, no se había acercado al cuarto de los paquetes de espaguetis.

Continúe leyendo el reportaje de Antonio Jiménez Barca, publicado en El País en el siguiente link.

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