Amira George

AVISO: El siguiente texto tiene algunos spoilers sobre el desarrollo de la serie.

Hace unos días leí en redes sociales que no vale la pena esperar por nadie, por lo que la idea de esperar ocho años para conocer a un personaje de una serie parece risible, pero muy muy real.

La primera línea con la que abrió el primer capítulo de la serie How I Met Your Mother en el 2005 fue la perdición de quienes nos volvimos seguidores del programa, así como de esos hijos ficticios que con el paso de los años siguen sentados en el sillón. “Niños, les voy a contar la historia de cómo conocí a su madre”.

Una idea que pareciera tan sencilla, la historia de cómo dos personas se conocen, se convirtió en una de las series de mayor número de seguidores de la primera década del presente siglo en Estados Unidos; incluso ha sido considerada como el Friends de esta generación.

Quienes empezaron a ver la serie cuando fue estrenada llevan ocho años esperando, al igual que Ted Mosby -el protagonista- que aparezca «LA» mujer, al grado que incluso se llegó a pensar que ese momento nunca llegaría.

En mi caso la espera no ha sido tan larga, pues me topé con esta serie por casualidad uno de esos días solitarios que pasé cuando vivía en Estados Unidos, pero como en otras ocasiones, fue amor a primera vista.

El primer capítulo que vi se llama “Three Days of Snow” y fue transmitido el 19 de enero de 2009, y hasta la fecha es uno de mis episodios favoritos de los más de 100 que tiene el programa. ¿Qué fue lo que me cautivó? No lo sé. Como dicen, en las cosas del amor no hay razones que valgan.

La serie gira en torno a Ted, un arquitecto que vive en Nueva York con sus mejores amigos, Lily y Marshall, quienes son pareja desde el primer año de universidad; además tenemos a Barney, el seductor del grupo, quien siempre inventa estrategias nuevas para conquistar chicas que van desde el juego clásico “Have you met Ted?” hasta planes elaborados que incluyen maquillajes y extras.

El quinto integrante del grupo es Robin, una reportera canadiense que se convierte en el constante objeto de los afectos de Ted, pero no, no es “la madre”.

Uno de los mensajes principales que lleva la serie, tal vez de una manera indirecta, es que las cosas siempre pasan por algo. Durante ocho temporadas vemos a Ted pasar por muchas relaciones, algunas tortuosas, algunas bonitas, algunas complicadas, pero todas terminan, y con ellas Ted cada vez pierde un poco más del optimismo y romanticismo con el que empieza la búsqueda de su futura esposa.

Pero finalmente, los espectadores sabemos que al final las cosas saldrán bien, y que todo lo que pasó desde ese primer capítulo llevan al momento en el que al fin aparecerá “Ella”. En algunos capítulos de hecho juegan con esta idea, de que todas las historias son piezas del gran rompecabezas, y que son meros escalones para llegar al gran final.

En lo personal veo esta idea como un aliento. Todas esas malas relaciones, las heridas y tropiezos son solamente pequeñas pruebas que tenemos que pasar, y que al final todo embonará para ver the big picture.

La serie estaba programada originalmente para ocho temporadas, pero los productores decidieron extenderla un año más, por lo que para agosto será el principio del fin.

Pero los escritores decidieron dar una recompensa a los fans de tantos años con el final de temporada *SPOILER ALERT* pues la última toma del capítulo es la cara de “la madre” comprando el pasaje de tren que la llevará al lugar donde finalmente conocerá a Ted.

Las circunstancias de cómo se conocerán son reveladas de a poco en los capítulos de la temporada 8, por lo que ahora sólo queda esperar ver cómo lo manejarán los escritores, si presentarán parte de la relación de Ted con su futura esposa, o si mis temores son ciertos y la serie simplemente terminará con Ted y “Ella” presentándose uno al otro, y corte a negros. Sea como sea, tengo fe en que esta última temporada será LEGEN…wait for it… DARY.