Lado B
Habla de lo que Sabes de Geney Beltrán Félix
Habla de lo que sabes, libro de cuentos de Geney Beltrán Félix (Culiacán, 1976), reúne varias obsesiones narrativas: personajes aplastados por la gran ciudad y, muchas veces, víctimas de sus deseos, de su ignorancia o de sus malas decisiones.
Por Lado B @ladobemx
09 de mayo, 2013
Comparte

Alejandro Badillo

Habla de lo que sabes, libro de cuentos de Geney Beltrán Félix (Culiacán, 1976), reúne varias obsesiones narrativas: personajes aplastados por la gran ciudad y, muchas veces, víctimas de sus deseos, de su ignorancia o de sus malas decisiones. De cuento en cuento se perfila, además, un lenguaje que sondea lo coloquial, lo cotidiano, para explorar estados de ánimo que van in crescendo hasta terminar en derrotas que permanecen flotando en las calles de la gran ciudad, sin ningún heroísmo ni sacrificio.

Editorial Jus, 1era edición 2009

Editorial Jus, 1era edición 2009

Cercano a la narrativa urbana, en la que la acción y la anécdota predominan sobre lo íntimo o sensorial, Geney Beltrán también se da el tiempo de formar con minucia los entramados de sus historias. En vez de aproximarse con una prosa lenta, que hable con imágenes o puntos de vista tangenciales, el autor va y viene detallando el pasado de sus personajes. Hay algo en los cuentos de este libro que recuerda la narrativa realista de Zolá o Balzac: los protagonistas intentan decidir su destino, pero el peso de su origen, de su contexto, es demasiado y sus deseos pronto se derrumban. Sin embargo, Geney Beltrán va más allá de una simple adaptación de lo decimonónico aderezándolo con referencias locales o nuevas; en las piezas de Habla de lo que sabes hay un intento por configurar mundos complejos que evitan lo gratuito escarbando en las biografías de los personajes, acumulando escenas, diálogos casi teatrales que apuestan por lo inmediato, por el efecto llamativo de un grito, una maldición.

“El cuerpo de Sicrano”, uno de los cuentos más interesantes del volumen, aborda la historia –y la obsesión– de un hombre maduro que trabaja como cartero y una joven enferma que espera un trasplante. El hombre, solitario, después de perder a su familia, trata de mitigar su soledad escribiendo un libro cuyos avances entrega a la joven que lo espera todas las tardes. Ambos fundan su confianza en los recuerdos, en el parecido físico que los remite invariablemente a sus pérdidas. La relación crece y se profundiza. El detenimiento con el que conocemos el pasado de los personajes hace que el relato, en algunos momentos, parezca soltar amarras y enfilarse a lo novelesco: hay demasiadas cosas, eventos que no llevan la trama a otra dirección sino que suman en un inventario de hechos que realza la humanidad de los protagonistas y vuelve creíbles sus decisiones. El resultado va en dos direcciones: por un lado hay momentos en que la tensión en la historia de la joven y el hombre se diluye y, por otro, se percibe la idea de una vista general, un fresco en el que las tramas individuales se internan en el simbolismo de la enfermedad, el aislamiento, el pasado doloroso y la espera. Quizás, en algunos puntos específicos como las tragedias personales (muertes, accidentes, relaciones violentas) se percibe cierto ánimo impositivo del autor, una necesidad de dejar muy en claro el ambiente asfixiante, demoledor, que determinará el futuro de los relatos.

Hay otra vertiente en Habla de lo que sabes: el absurdo y la Ciudad (con mayúscula) como ente que devora y somete a sus habitantes. Cuentos como “La celda en la Ciudad” o “Ese mundo de extraños” parten de una premisa aparentemente cotidiana que se enrarece hasta rozar el plano fantástico. La virtud en estos cuentos es una transición sutil que juega con la ambigüedad: el escenario ha cambiado o todo es una proyección, un delirio en la mente del protagonista.

Escritos con paciencia y arriesgando en algunos momentos voces y tiempos distintos, los cuentos de Habla de lo que sabes requieren una mirada atenta para desmenuzar los engranajes que plantea el autor. En estas piezas se percibe un regodeo no en la forma sino en la caracterización de los protagonistas. Como el científico que atisba tras su lupa, Geney Beltrán no escamotea referencias y detalles que flotan alrededor de sus personajes y esto, al final, los dota de una humanidad que conecta con el lector.

Columnas Anteriores

[display-posts category=»el-increible-devorador-de-libros» posts_per_page=»-15″ include_date=»true» order=»ASC» orderby=»date»]

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion