Lado B
Entre azul y buenas noches [o el sueño guajiro de un gay-star]
Consta en los registros digitales que Entre Azul y Buenas Noches nació hace casi tres años cuando me harté del periodismo ‘oficial’ y renuncié a mi trabajo de palero, digo, de editor de un portal de ‘noticias’ que siempre hablaba bien del gobernador. En esa mezcla de desánimo e idealismo, una rica tarde cafetera decidí que quería dedicarme a lo que siempre había querido ser: gay.
Por Lado B @ladobemx
23 de mayo, 2013
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Tuss Fernández

@ituss79

habito este extraño mundo, donde los cuerpos coinciden sin tocarse.

Consta en los registros digitales que Entre Azul y Buenas Noches nació hace casi tres años cuando me harté del periodismo ‘oficial’ y renuncié a mi trabajo de palero, digo, de editor de un portal de ‘noticias’ que siempre hablaba bien del gobernador.

En esa mezcla de desánimo e idealismo, una rica tarde cafetera decidí que quería dedicarme a lo que siempre había querido ser: gay.

[y en este momento suelto una carcajada porque de facto, no lo soy del todo].

El primer texto que salió de mi cabeza, tenía que ver con la recurrente idea de mi madre de que el color favorito de los homosexuales, es el rosa. He de confesar que de esa gran pila de borradores que escribí, muchos se quedaron guardados porque revelaban la vida íntima de mis allegados y a veces me reprocho ese resguardo de la vida privada de otros.

Esta columna se convirtió en un proyecto más grande que vería la luz unos meses después ya sin sus integrantes originales. El proyecto era hacer periodismo enfocado en y para la diversidad sexual.

Tres amigos [periodistas y gays] nos reunimos para planearlo y luego sucedió lo que regularmente ocurre con todos los proyectos, nos ganó la rutina y todo comenzó a aplazarse. Mientras uno dormía todo el día, el otro siempre tenía cosas que hacer y yo, como buen Nini que era en aquel entonces, me quedaba esperando que pudiéramos coincidir.

En algún momento de desesperación y rebeldía, se me ocurrió que si publicaba mi columna en algún lado, ejercería una especie de presión psicológica contra aquel par y los obligaría a aplicarse.

Pensé en tres medios distintos como opción, dos de ellos, seguro estarían interesados y el tercero, aunque bastante abierto, no acababa de cuadrarme.

Por azares del destino [que hoy espero estén resueltos] un tuit me cruzó con Lado B y el resto, es historia. Hoy es ésta mi casa editorial y en ella he encontrado el espacio para darle voz a muchas realidades [como la mía] de esas que se saben en lo personal, lo íntimo y lo cotidiano pero que casi nunca forman parte de los relatos públicos.

En esta pequeña columna, una vez a la semana, cabemos todos quienes libres o no, elegimos una vida distinta a la heterosexual y caben nuestras historias [cuando mi ardilla es lo suficientemente hábil para contarlas].

Honestamente, yo pensé que sería más fácil escribirlas pero claro, cuando inocentemente me pasó eso por la mente, yo tenía una vida social, y era muy gay.

Hoy que soy forever [muy] alone, me enfrento cada miércoles a una hoja que se pasea muy vacía frente a mi durante horas.

Cualquiera de mis amigos sabe que los miércoles son intocables para mi. No salgo, no voy al cine, no salgo a cafés, ni contesto en redes sociales [por eso seré tan foreveralone?] aunque en realidad, lo único que hago es dar vueltas por toda la casa distrayéndome con cualquier pendejada hasta eso de las 23:21.

En fin.

Entre azul y buenas noches se llamó así por mi afición a las dualidades, a lo incierto, a lo indefinido. Esas cosas que podrían ser algo pero quizá son otra cosa.

Algo así como el luscofusco, dirían mis parientes gallegos: ese momento entre el día y la noche en que todo se percibe como sombras.

Claro, dicho así suena un poco lúgubre [y depresivo, jaja] pero en realidad, está pensado en el más puro sentido de la transición.

No recuerdo muy bien a dónde quería llegar cuando inició este proyecto aunque casi puedo asegurar que imaginaba el día en que Ana Francis Mor surfeando a otrxs miles de fans, se acercara a implorarme que le autografiara la nalga derecha… cosa que hasta el momento no sucede porque seguramente la muy tímida no se atreve.

El caso es que omitiendo estos impúdicos, impertinentes y egocéntricos pronósticos, puedo decir que a Entre azul y buenas noches le debo, entre otras cosas:

  1. Enamorarme del activismo que puede hacerse con unas pocas letras.
  2. La desilusión por el enorme y exagerado protagonismo que impera en el colectivo LGBT.
  3. Incontables tardes de café con historias, teorías y proyectos de la jotería.
  4. Dos amigos menos [Ufff!]
  5. La estabilidad emocional que necesita un no heterosexual para sobrevivir en un mundo confeccionado para otros.
  6. Las enormes ganas de seguir siendo parte de esta disidencia.
  7. Muchas cajetillas de cigarros
  8. Mi salida masiva del clóset.

Y bueno, mientras decido si ventilar la vida de otras personas, prometo seguir haciendo de mi vida un pretexto para la subsistencia de esta columna que a veces es crítica, a veces ácida, a veces cómica [o todas las anteriores] y que justamente hoy, cumple su primer verano [lagrimita de Remy].

Así que no teniendo más pretexto que el anterior, procedo a apagar mi velita y desear que el tiempo me corra Entre azul y buenas noches.

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