Lado B
Con la misma boca con la que besas
El 17 de mayo es el Día Internacional de la Lucha contra la Homo-Lesbo-Bi-Trans fobia, y aunque ya pasó, quiero hablar un poco de esto (a petición de mi papá que escogió el tema de esta quincena).
Por Lado B @ladobemx
23 de mayo, 2013
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“Para la niña. Trabajo todos los días para hacer un mundo mejor para ti”

 Liz Ruiz

El 17 de mayo es el Día Internacional de la Lucha contra la Homo-Lesbo-Bi-Trans fobia, y aunque ya pasó, quiero hablar un poco de esto (a petición de mi papá que escogió el tema de esta quincena).

Empecemos por partes. Primera parte: el lenguaje construye un mundo ¿cierto? El lenguaje le otorga un significado a todos los entes que existen en nuestro universo. Toda la humanidad está edificada sobre las bases del lenguaje, de hecho, aunque todas las especies tienen un sistema de comunicación, a saber la humanidad es la única que puede construir una realidad con ese sistema. El ejemplo que me encanta es este: la palabra “milagro”, que es una idea muy compleja, construye una serie de sentimientos, emociones y pensamientos sobre un hecho que solo era poco probable. Así, no es lo mismo decir “las células cancerígenas han desaparecido por completo de mi cuerpo pese a lo previsto”, a decir “es un milagro haberme salvado del cáncer”.

Segunda parte: la sexualidad, tan simple y cotidiana en toda la naturaleza, y tan compleja entre las personas, está construida, por supuesto, con base en el lenguaje. Tan es así, que cuando la poetisa Safo se dio cuenta de que, con el auge del machismo que ella presenció, el lenguaje se comenzaba a llenar poco a poco de violencia, prefirió apartarse de ese mundo hostil y crear su propio lenguaje, para llamarse, llamar a otras, y llamar a su mundo de una forma congruente consigo misma.

Es curioso que, aunque todas las personas tenemos una noción de la importancia de las palabras, muchas se muestren sumamente reticentes a modificar su lenguaje para hacerlo más inclusivo o menos violento. Por ejemplo: “El otro día fui a consulta con la médico”

-“La médica”

-“¡Ash! ¡Es lo mismo!”

¡Ah, caray! ¿Es lo mismo? No, no es lo mismo, porque el lenguaje construye un mundo y si en mi lenguaje solo existe lo masculino, adivinen qué estoy priorizando en mi mundo.

Ahora, retomando el tema de la fobia a la diversidad sexual: hay muchas palabras que, por nuestro contexto, tienen anclado un componente emotivo. Por ejemplo: “puta” (no es una palabra neutral, ya solo con decirlo sentimos algo y eso que sentimos está bastante consensuado). En la misma situación están otras palabras que son discriminatorias, ofensivas y violentas en sí mismas, son todas esas palabras que se usan para fomentar el prejuicio y el odio.

La primera semana de marzo de este año, la SCJN resolvió que las palabras como “puñal” y “maricón” son expresiones homófobas, y que en tanto violatorias de los derechos humanos, no están amparadas por la libertad de expresión. Es decir, nuestra libertad de hablar siempre debe tener un componente de respeto y reconocimiento de la dignidad ajena. Y esas expresiones son denigrantes debido al contexto de machismo y homofobia en el que sobrevivimos todos los días (iba a poner “en el que nos desenvolvemos”, pero no, precisamente ese es el problema: que nuestra violencia nos oprime, nos encasilla, y no nos permite desarrollarnos).

Pero no falta quien considere esto “una exageración”. ¿Dónde he oído que la lucha por los derechos humanos sea menospreciada? ¡Ah, sí, en todos lados! Incluso los comentarios de mucha gente ante esta resolución de la Corte fue que debían preocuparse por cosas más importantes, que ahora ya no puede uno decir nada, que los de la Corte también han de ser putos y por eso hablan de esto (ni modo, así lo leí). Imagínense el grado de indiferencia, odio e intolerancia que se esconden tras estas palabras. ¡Ah, palabras otra vez! Entonces sí importan ¿no?

Ahora bien, para responder directamente a la pregunta de mi papá que desembocó en este artículo (ni modo pá, te tocó quemón): El tono, el momento, el contexto, la relación interpersonal y la intención con la que digas las palabras sí importa, claro, la comunicación es complejísima. Pero en ese caso todas las palabras se pueden utilizar de manera violenta, lo importante es enfocarnos en modificar nuestro lenguaje eliminando las palabras que sean violentas en sí mismas y más aún, enfocarnos en eliminar nuestra violencia. Es cierto que entre dos amigos homosexuales se pueden decir “maricón” y puede tratarse incluso de una reivindicación de la palabra. Es cierto también que dos amantes se pueden decir “puta” durante la noche de pasión y convertirla en un juego erótico, pero estos casos ya son diferentes porque están dichos con consciencia y con una intención muy clara que no menoscaba la dignidad de nadie. El problema es la violencia, no la palabra, pero la palabra es el vehículo del mundo interior.

Así que yo personalmente considero que la resolución de la SCJN fue un atino, no solo por su impacto legal, sino por las consecuencias que tiene en la vida cotidiana de la gente.

Ya para terminar, una frase de un gran maestro: “Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se volverán costumbre. Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino. Y tu destino será tu vida”.

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