Lado B
Semana Santa en la Ciudad de la Furia
 
Por Lado B @ladobemx
07 de abril, 2013
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Imagen: http://evc-wp01.s3.amazonaws.com

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Emilio Gomagú*

Con Francisco I en la delantera eclesiástica, los ojos del mundo católico se posaron sobre las iglesias del país pampero y la respuesta del populo no defraudó a nadie. Jamás vi procesiones tan concurridas, ni tanta gente acudiendo a las misas en esta ciudad como lo vi en la última conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.

En años anteriores no me había encontrado –también con sorpresa, dada mi procedencia de un país como México y su falsa laicidad, que hace de la religión católica lo que la humedad a la ropa guardada– las peregrinaciones, festejos o recreaciones que sí se ven –¡y de qué formas!– en las distintas ciudades de la República Mexicana. Parece que el Vaticano acertó en la incorporación, a su cuadro titular, del centro delantero (en sus sueños) de San Lorenzo de Almagro, el antes llamado Jorge, y que parece haber logrado lo que tanta falta le hacía al equipo de la iglesia: fieles/seguidores… hinchas.

En esta ciudad, que jamás deja de sorprenderme, se sucedieron cosas impensables durante Semana Santa. La otra tarde, más de treinta personas habíamos (des) esperado cerca de una hora que pasara el 45. El colectivo brillaba por su ausencia. Un señor de unos cincuenta años, visiblemente anegado por la desesperación, se rompió en gritos tomándose la cabeza con ambas manos, agitándola de un lado a otro: ¡Habemus papam!, ¡Habemus papam!, se desgañitaba. Caminó así media cuadra, arrastrando a su paso los ojos de todo aquel que se cruzaba en su andar. Dos días después, mirando el partido de Independiente vs Boca, El Gallego, con la tensión del descenso en sus cuerdas vocales, se descocía gritando ¡Habemus papam!, ¡Habemus papam!, cuando el Rolfi Montenegro dejó un penal en las manos del arquero Xeneize.

Es increíble como una frase tan ajena a la cotidianidad urbana puede colarse por toda rendija del lenguaje y alcanzar un lugar de privilegio. Habemus papam se ha convertido en un engendro lingüístico que no es sustantivo ni verbo ni sentencia, sino todo lo contrario. Dos palabras que solían ser pronunciadas –nunca más certero el ‘dicho’– una vez cada muerte de obispo y que acá sirven para desahogar penas y broncas en la santa semana.

Imagen: http://54.225.231.114

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Esta agua no es bendita

Pero pasadas las pascuas, con Jesús resucitado y aún con la euforia papal, no hay habemus papam que sirva. La provincia de Buenos Aires padeció una lluvia incesante durante poco menos de dos días. Llovió, en dos horas, un tercio de lo que llueve en todo abril. Muchos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se inundaron y mucha gente perdió autos, muebles, ropa, pisos enteros… Hubo, lo que se sabe, ocho muertos relacionados con el diluvio. En la provincia, principalmente en la ciudad de La Plata, el saldo es mucho más lamentable y tiene el carácter de tragedia. Cincuenta son, hasta ahora, las víctimas mortales de la tormenta.

Una vez más el carácter de la gente y la disposición ante el dolor del otro, rebasan por mucho las acciones de quienes se dicen servidores públicos. Se han creado centros de acopio por doquier y mucha gente se ha volcado a las calles para socorrer a los necesitados. Las redes sociales se ponen al servicio de la comunidad, haciendo circular fotos de gente que no ha aparecido y/o no ha podido comunicarse con sus familiares, intentando acercar a aquellos que el agua ha alejado. La gente vuelve a ser gente.

De tormenta en tormento

Perdido entre tanta agua busco un poco de tierra y me acerco a aquella que me vio nacer. La encuentro herida, escarbada profundamente y mi tristeza se multiplica. Un masoquismo interno me lleva todos los días a los diarios. Las noticias son tan desoladoras que sinceramente no alcanzo a comprender. Lo contradictorio del día a día en el país cuerno de la abundancia supera todo intento del uso de la razón.

No puedo creer que mientras que el cincuenta y seis por ciento de los niños de cero a cinco años –cinco de cada 10– viven en condición de pobreza, el congreso gasta 1.6 millones de pesos en ‘pines’ de oro de catorce quilates para ‘distinguir’ a los diputados; que mientras que el estado de Veracruz registra un alto número de periodistas asesinados (nueve oficializados) y otro tanto de exiliados, el gobernador de esa entidad sea premiado por “el compromiso con la libertad de prensa”.

Es inagotable la lista, pero hay una más que no puedo dejar de mencionar. Es inentendible que mientras que los maestros de distintas entidades del país libran una batalla por una reforma educativa verdadera, eficaz, que haga renacer la educación en México, negándose a aceptar la que pretenden imponer las cúpulas del poder a través del presidente (también impuesto), éste confirma su ignorancia al afirmar que la capital de Veracruz es su municipio de Boca del Rio, siendo que, aunque reprobado en geografía, por lo menos podía repetir aquel dicho de Ya lo dijo el santo Papa, sólo Veracruz es bello, con su capital Xalapa.

Estoy desconcertado, desorientado. Y en este atarantamiento personal no encuentro el rumbo. Navegando siempre entre dos aguas, siendo barca que lleva el viento entre dos mares, México y Buenos Aires abrazan y golpean los costados del navío que soy. Me siento, quizá como muchos otros, perdido en medio de tanta agua que ha inundado tantas historias. Perdido entre declaraciones políticas, vacías, lamentables. Discursos trillados de prebendas y falsas ayudas. Perdido entre tantas noticias descompuestas, putrefactas, que muestran lo que somos, lo que hemos hecho.

Dicen que la belleza tiene sus formas infinitas. Yo también lo creo, pero a veces uno se siente de la chingada y no hay espejo que mienta lo suficiente. Pero a pesar de todo, retomo las palabras de Stéphane Hessel como un mantra: ‘Resistir es crear. Crear es resistir’

*Psicologo, escritor, lector y caminante. Cursó la Maestría en Salud Mental Comunitaria en la Universidad Nacional de Lanús, Argentina (2009). Ha sido colaborador y lo seguirá siendo. Colecciona proyectos que buscan ver la luz. Alguna vez ha hecho teatro, alguna otra radio, alguna más video y foto; la música nunca se le dio, pero le sigue rogando.

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