Lado B
México con M de Machismo
Una reflexión que aún no pierde vigencia
Por Lado B @ladobemx
05 de abril, 2013
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“A través de la historia, los hombres te han violado,

abusado, quemado en la hoguera, comprado y

vendido tu cuerpo a cambio de placer sexual,

ocupado posiciones políticas y religiosas de

poder, relegándote a posiciones serviles,

obligándote a tapar tu cara e incluso

mutilándote tus órganos sexuales.”

(Video: “Dear Woman”, Consciousmen.com).

Stela y Gabriele

Si eres mujer, madre, hija, sobrina, nieta, esposa, novia, amiga o empleada y alguna vez tu papá te ha dicho que  te pares y le sirvas de comer cuando estás estudiando, o tu mamá te ha gritado un tanto desesperada que te apures a desocupar la mesa porque tu hermano se va a sentar, o si viste a tu jefe de trabajo  elegir a tu compañero con menos años de experiencia para ascenderlo sólo por ser hombre,  a tu novio enojarse si quieres pagar la cuenta, a tu sobrino de 3 años decir que sólo las niñas lloran, a tus amigas preguntarte que en una pareja homosexual quién es el “hombre” y quién la “mujer”, a tu abuelita sorprenderse porque traes el cabello corto, seguramente sabes que México se escribe con M de machismo.

Gabriele

Gabriele

Hay quienes dicen que México ha dejado de ser machista, que las nuevas generaciones han logrado “romper el molde”, pero ¿hasta qué punto es esta afirmación verdadera?, ¿será que hemos dejado de ser un país interesado en las relaciones de poder basado en la desigualdad?, o ¿simplemente hemos encontrado nuevas formas de camuflar y adaptarnos a estas interacciones?

“El machismo es una condición social presente en todo el mundo, cuya característica principal y general es la supremacía del hombre a costa de la opresión de la mujer.” (Juárez, 2012). ¿Será que el machismo es la supremacía del hombre a costa de lo opresión de la mujer o a cualquier persona, sin importar el sexo, que no cumpla con los requisitos del estereotipo de lo que tiene que ser “masculino”?

La Real Academia Española define al machismo como la actitud de prepotencia de los hombres respecto de las mujeres. Menciona que se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra el género femenino. (RAE, 2001).

El machismo no es un asunto exclusivo de los hombres. En esta interacción entra en juego una responsabilidad compartida en donde toda la sociedad se ha encargado de crear, fomentar y mantener este tipo de relaciones de desigualdad que nos estancan y dividen.

Gabriele

Gabriele

Los hombres se han aferrado en resaltar su “masculinidad”, basada en un estereotipo distorsionado, sometiendo y oprimiendo a las mujeres, anulando así gran parte de su potencial femenino que los integraría como seres humanos completos.

Asimismo, las mujeres han tratado de legitimarse igualándose con lo que consideran su contraparte, los hombres. Lo anterior llevando de bandera un discurso que grita “igualdad”, queriendo resaltar en ellas únicamente su parte masculina, cayendo en el mismo juego y dejando de lado las diferencias que nos hacen seres individuales, pero con igual potencial a desarrollar.

Pero, ¿qué es lo masculino?, y ¿qué es lo femenino?, ¿lo masculino es exclusivo de los hombres y lo femenino únicamente para las mujeres?

Según el diccionario de la Real Academia Española, la definición de masculino es: “Dicho de un ser: que está dotado de órganos para fecundar, varonil, enérgico.” (RAE, 2001). Mientras que femenino es: “Dicho de un ser: dotado de órganos para ser fecundado, débil, endeble.” (RAE, 2001).

Basándonos en ello, ¿las mujeres no pueden ser enérgicas?, y ¿los hombres tienen prohibido ser débiles? Así, la práctica, los comportamientos y los dichos del machismo recaen en una definición inalterable que está impregnada de estereotipos y prejuicios sobre lo que es ser hombre y ser mujer, lo “femenino” y lo “masculino”.

Vivimos en una sociedad en donde el lenguaje está acotado, en donde por definición ser mujer equivale a ser femenina, estar casada, cultivar las ciencias humanas, ocuparse de los quehaceres domésticos y ser valorada exclusivamente por su belleza. (RAE, 2001). Entonces, ¿en dónde queda el resto de las personas que nacen o tienen vagina y senos que no cumplen con las características de esta definición? ¿Cómo le enseñas

Gabriele

Gabriele

a los niños a respetar a las niñas si el lenguaje en sí mismo dice lo contrario? ¿Cómo le enseñas a las  niñas a explorar su potencial, a respetarse, a amarse, a aceptarse si implícitamente desde que nacen inconscientemente les enseñamos lo opuesto y al momento de empezar a enseñarles a hablar les demostramos otra cosa, las limitamos?

Si la mayoría de nuestros discursos y pláticas son en masculino aunque la mayoría de las personas que escuchen en ese momento sean mujeres; si decirle a un hombre que es como una mujer es un insulto; si la mayor parte de las veces nos cuentan la historia a través de la mirada de los hombres, escindiéndonos, desequilibrándonos, rompiéndonos no sólo a las mujeres sino a ellos mismos, ¿cómo pretendemos amarnos, respetarnos y conocernos? Si nos vivimos como seres humanos incompletos, explorando sólo la mitad que nos está permitida.

Al final todos somos diferentes, sin embargo, tenemos algo mucho más fuerte que nos une profundamente, más allá del sexo, la raza, la religión, la orientación sexual, la ideología, el contexto, etc. Tal vez tengamos la respuesta, lo que nos hace falta es encontrar la pregunta indicada.

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Autor Lado B
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