Tomada de servidor-alicante.com

Dante | Revista Esnob

@MrCrawley

En nuestra pequeña sucursal personal del paraíso, donde se encuentra la oficina de la revista Esnob, tenemos un peculiar problema con las arañas patonas y uno que otro insecto. ¿Las matamos? ¿Las sacamos de la oficina? La duda surge de la ignorancia de saber sí los insectos y otros animales sienten dolor.

Según la Asociación Internacional para el estudio del dolor, este es “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con el actual, o potencial daño de tejido. Descrita en términos de ese daño.” Aquí tenemos un problema. ¿Cómo sabemos cuando un animal siente dolor si no lo puede comunicar? La respuesta aparente es por la reacciones instintivas que tendría si fuera lastimado y sintiera el dolor como lo sentimos nosotros.

Pero es un poco más complicado. Esta teoría es un argumento por analogía, es decir, una idea que tenemos basada en nuestra propia percepción del dolor. Y nosotros percibimos el dolor a través de los receptores de la nocicepción. La nocicepción es la detección de que algo te está causando daño y su reflejo consecuente. Esto no implica que haya un sentimiento o una sensación ligada a él. Es meramente instintivo. Como cuando te quemas un dedo con una olla, no sientes el dolor inmediatamente pero quitas el dedo en un acto reflejo.

La segunda parte de cómo percibimos el dolor es a través del sufrimiento, la respuesta negativa que acompaña al reflejo anterior. Esto es imposible medir en los animales. Esto se debe a que el dolor es una experiencia personal, que varía según quien lo experimenta, y depende de una serie de estructuras mentales, y emocionales. El dolor es una experiencia emocional y privada. No tenemos manera de saber si todos los animales experimentan este tipo de respuesta, directamente.

Lo que sí podemos ver fisiológicamente son las estructuras de la nocicepción y estas han sido identificados en vertebrados e invertebrados. Pero lo que nos interesa en este momento son los invertebrados, en concreto los insectos y arácnidos. Estas dos especies no poseen receptores de nocicepción, y su estructura neurológica no les permite transmitir un estimulo negativo en una experiencia emocional. 

La excepción es la mosca de la fruta que sí posee receptores de nocicepción. ¿Cómo sabemos esto? Por evidencia experimental: ya sea observando que un insecto sin una pata no cojea y se sigue moviendo como si nada, o cuando una langosta está siendo devorada por una mantis religiosa no modifica su comportamiento, comiendo hasta el momento de su muerte. También lo sabemos por el análisis de las estructuras fisiológicas que nos llevan a concluir que los insectos, y arácnidos no son capaces de sentir dolor físico o emocional.