La Semana de... Martín López Calva
 
Por Lado B @ladobemx
21 de abril, 2013
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La música también es de quien la trabaja

 Martín López Calva

1.-Mi historia:

Los coches de mi papá nunca tuvieron radio o si lo tenían, lo encendía solamente para escuchar el noticiero mientras nos llevaba a mi y a mis hermanos a la escuela. En casa tampoco hubo aparato reproductor de sonido hasta que estando ya en la secundaria, mis hermanos y yo nos pusimos de acuerdo para pedir como regalo de reyes que nos compraran el estéreo usado pero en excelente estado que vendía el padre Alfonso Valenciano, director del colegio salesiano Trinidad Sánchez Santos en el que hicimos la primaria y la secundaria. Fue hasta entonces que mis papás nos compraron nuestro primer disco LP, que más que a un gusto musical informado respondió a las ofertas disponibles.

Es por ello que al menos en mi caso, se aplica con toda verdad que la música es de quien la trabaja. En efecto, mi gusto musical –bastante variado y universal por cierto- responde a un esfuerzo personal sostenido a partir de la secundaria. Un trabajo personal orientado por una pasión que nació antes, desde por ahí de tercero de primaria, en un contexto de formación religiosa que en aquéllos años iniciales de la década de los setenta, se nutría de la energía renovadora del Concilio Vaticano II y se expresaba en las misas con guitarras eléctricas, bajo y batería que acompañaban al coro escolar interpretando mayormente canciones italianas traducidas al español.

Mi caso entonces es el de alguien que ha sudado su acervo musical remando a contracorriente pero contando con impulsos como el de ese coro legendario, el del padre Valenciano y su pasión musical que nos enseñó a cantar la liturgia con grupo electrónico y también con canto gregoriano interpretado a capella; el del profesor Carlos Castro Páramo, muy recordado amigo y gran músico y formador de músicos que continuó y consolidó el prestigio de ese coro escolar y ya más tarde, en el último año del bachillerato en el Oriente, con la clase de Estética en la que Fernando Canales –sí, el mismo que desde hace muchos años y hasta hoy es reconocido por su noticiario radiofónico- armó un programa en el que nos hizo una magistral y muy apasionada introducción a la historia de la Filosofía, de la música y del arte en general.

2.-Mi presente:

En mi casa no agrada el “shufle” de mi Ipod. Produce risa o hasta molestia que aparezca aleatoriamente un fragmento de “La pasión según San Mateo” de Bach, seguido de un tango, una canción de nueva trova, algo de jazz, un buen bossa nova, música italiana o francesa, algún tema de película u obra de teatro musical y una ranchera o una salsa. Como ya he dicho, mis gustos musicales y mi acervo han sido trabajados con mucho esfuerzo y se fueron alimentando de tradiciones y géneros diversos que yo justifico con la convicción de que no hay más división que la que separa la música buena de la mala.

Pero ese shuffle generalmente está sonando de manera constante en el coche mientras me traslado a la universidad o de regreso y gran parte del día en la oficina, cuando no estoy en clases o en juntas de trabajo. Porque tal vez por ese esfuerzo, porque en mi caso “la música es de quien la trabaja” y yo la he trabajado mucho, soy alguien que necesita de la música para vivir el día a día con ánimo, energía y optimismo y en mi trabajo soy además un educador y un escritor de temas educativos que trata de combinar el lenguaje lógico de la academia con el lenguaje analógico y simbólico de la música y la poesía para hablarle no solamente a la razón del lector sino también a su emoción.

3.-La semana de…

No fue fácil entre tanta cantidad y variedad de obras musicales que están en mis archivos y en mi memoria, elegir una muestra de solamente cinco piezas musicales. No fue sencillo descartar muchas obras entrañables de todos los géneros y quedarme con cinco ejemplos para cubrir la “Semana de…”

Finalmente el criterio fue cronológico y existencial, es decir, elegí cinco obras representativas de distintas etapas de mi vida y que tuvieran todas, un significado especial en mi proceso de formación como persona y como educador, además de mostrar algo de mi gusto musical. Cinco ejemplos de que la música también es de quien la trabaja.

Lunes

Estoy formado en la parte trasera del auditorio del colegio. En el otro extremo, justo al pie del escenario se encuentran formando una valla mis profesores de la primaria y la secundaria. Inicia la ceremonia de graduación. Es algo emotivo y original por su simbolismo. No hay nada de subir a recibir un diploma que entregan autoridades detrás de una mesa de presidium. Esto es más simple pero más profundo. Como música de fondo suena el Largo, de la obra Xerxes de Georg Frederich Händel y sus notas acompañan el pase de lista en el que nos van nombrando uno a uno, para que caminemos todo el pasillo y lleguemos a despedirnos con un apretón de manos, con un abrazo, con unas palabras finales, de quienes nos formaron durante toda la primaria y la secundaria. Nos despedimos y subimos al escenario a formar un grupo que recibe al final el reconocimiento del público que forman nuestras propias familias y compañeros de años inferiores. El largo de Xerxes suena a nostalgia, a adiós, a nueva vida.

Martes

Este es el “himno fundacional” de mi familia y por ello continúa emocionándome hasta lo más profundo. Gaby y yo elegimos una boda fuera de lo convencional, una boda íntima, sencilla y significativa. En la ceremonia religiosa cantaron unos amigos nuestros con un coro e instrumentos latinoamericanos. Nuestra marcha nupcial para entrar a la capilla fue “Vamos a andar” de Silvio Rodríguez que elegimos porque de alguna manera plantea simbólicamente el proyecto de vida, la aventura en común que hace casi veintisiete años vamos andando juntos, “en verso y vida tintos, levantando el recinto del pan y la verdad, matando el egoísmo para que por lo mismo reviva la amistad…” La música como símbolo de un caminar “sumando a los demás” y la nueva trova cubana como un estilo o movimiento musical que representa mucho de nuestros sueños y utopías juveniles.

Miércoles

Esta bella canción se la escuché por primera vez a mi amigo Jorge Basaldúa, gran académico, literato y trovador y desde ese momento se volvió una pieza favorita en mis gustos musicales. Independientemente de que en la versión de su creador, Rubén Blades, es una canción que tiene un arreglo, un ritmo y una musicalidad de mucha riqueza como ejemplo de lo mejor de la música latina, la historia que cuenta esta canción tiene mucho significado para mí como creyente convencido de que el llamado de la fe tiene impreso un irrenunciable compromiso con la justicia y como alguien que participó activamente como formador en grupos de evangelización y pastoral juvenil en el tiempo, con el tono y con el sentido de la “opción preferencial por los pobres” que hace el CELAM de Puebla en 1979.

Mi admiración por sacerdotes y obispos que han hecho suya esta invitación del Evangelio y que han dado testimonio con su vida –entregada por décadas y algunas veces perdida violentamente- de este servicio a los más necesitados se refleja de manera magistral en esta canción. Un símbolo de este testimonio es Monseñor Romero, asesinado en El Salvador mientras celebraba misa, que es un personaje muy admirado por mí.

Jueves

Joan Manuel Serrat es un maestro en lo poético y lo musical al que yo sigo desde que estaba en el bachillerato por ahí del año 78. Serrat ya era Serrat, un artista muy reconocido aunque todavía no llegaba a ser la leyenda que es hoy y yo escuchaba desde sus canciones en catalán hasta el maravilloso LP de Mediterráneo o los igualmente excelentes Para piel de manzana y Mil años hace.

De la obra de Serrat esta canción no es la que considero como mejor. Sin embargo representa mucho de mi trabajo como formador de profesores desde la perspectiva humanizante de Lonergan. No he encontrado mejor dispositivo simbólico didáctico para presentar la propuesta de Lonergan de la “estructura dinámica del a consciencia humana” que esta canción en la que se hace una genial descripción de todo aquello en lo que los seres humanos somos distintos y de la manera en que simultáneamente tenemos tanto en común. Un bello llamado a la tolerancia, que tanta falta hace en nuestro tiempo.

Viernes

Sabina es otro de mis cantautores favoritos. Creo que tiene un talento excepcional para narrar lo que siente y vive el ser humano del cambio de época, de los tiempos de crisis, de incertidumbre, de confusión y de rebeldía que nos ha tocado vivir.

Siembre he considerado que Sabina tiene una capacidad enorme para escribir sus letras y que sus metáforas son tan novedosas por simples y contundentes que resultan muy difíciles de superar.

Esta canción en particular me parece una genialidad en la estructura literaria y un poema de amor desde la aceptación de la contradicción interna que experimenta todo ser humano y que cada quien maneja de distinta forma. Explicitar esas contradicciones y tensiones que sentimos todos pero no todos nos atrevemos a reconocer pero expresar desde ellas un mensaje de amor al ser amado tan profundo y claro me parece una cualidad extraordinaria de esta bella canción.

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Autor Lado B
Lado B
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