Lado B

Suman más de dos años de conflicto en Siria, y un sector de la población ha sufrido constantemente la violencia que se ha generado: las mujeres, quienes,  atrapadas en el conflicto, viven amenazadas por uno de los peores ataques a su integridad física: la violación.

Tanto las fuerzas de seguridad leales al régimen de Bashar al Asaad, así como las milicias paramilitares conocidas como “shabiha”,  utilizan la violencia sexual para torturar a las mujeres.

Desde el año pasado la organización estadounidense Women Under Siege (WUS)  ha documentado diferentes casos de violaciones en las que ambas fuerzas han participado; sin embargo, en su más reciente informe señala que “no se puede demostrar la implicación directa del presidente Assad, pero sus mandos no hacen nada por impedir los abusos”.

“Un día a finales de 2012, las fuerzas del Gobierno trajeron a la prisión donde se encontraba un soldado del Ejército Sirio Libre (ESL) a su prometida, hermanas, madre y vecinas. Una por una fueron violadas ante sus ojos. Cuando le pregunté si también le habían violado a él, el silencio fue la única respuesta”, narra la psiquiatra siria Yassar Kanawati.

Este es uno de los tantos de testimonios que Women Under Siege ha recogido de habitantes sirios que han sido testigos del uso de  “violaciones” como medida de represión y violencia.  Asimismo, denuncia la estrategia de “violaciones masivas”, según su directora, Lauren Wolfe.

“Como antes en Ruanda o Bosnia, en la revuelta de Siria la violación se ha convertido en arma de guerra. WSE ha empleado dos años para investigar 162 casos, 119 mujeres y 43 hombres, y de este trabajo concluye que la violación es un arma empleada de forma sistemática desde el estallido del conflicto. Además de la denuncia de esta práctica, WSE trata de buscar a los responsables y, según su estudio, «el 74 por ciento de las agresiones contra mujeres es responsabilidad del Ejército y paramilitares del régimen (también conocidos como shabiha)», mientras que en el caso de las violaciones masculinas el porcentaje es del 77 por ciento y la mayor parte se han llevado a cabo en centros de detención. En el caso de las mujeres la mayoría se comete en las propias casas y ante los ojos de los familiares”, publica ABC.

Continúe leyendo el artículo completo publicado en ABC en el siguiente link.

Para consultar el informe completo puede hacerlo en el siguiente link.