Lado B
CRÓNICA DE UN AVISTAMIENTO ZOMBI
Una opinión sobre el mundo literario en Aguascalientes
Por Lado B @ladobemx
18 de abril, 2013
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Roberto Bolaños Godoy

Todo comenzó en el 2007 con un chiste: Edilberto Aldán llamó “zombi del altiplano” a la literatura escrita en Aguascalientes. Hubiera pasado inadvertido (como lo fue para el auditorio de aquella presentación del libro de los premios universitarios de la UAA, donde lo mencionó), de no ser porque en el 2009, el término fue retomado por los jóvenes escritores del sitio mexicokafkiano.com (José Ricardo Pérez Ávila y Jorge Terrones), quienes comenzaron a redactar ejercicios de crítica sobre libros publicados por autores locales, concretamente Puesta en escena de José Luis Engel y Treces hombres de Gemma Morales.

El primero en ser un verdadero interlocutor fue el propio Aldán. Con él comenzó el reto de continuar el diálogo; luego llegaron más y eso supuso ires y venires de intentos de argumentación, de sorna y de defensa de la literatura local. No faltaron las falacias ad hominem, tampoco las teorías de la conspiración, lo cual indica que nadie se lo esperaba: lo último que la comunidad literaria del estado imaginaría era que unos “universitarios” iban a ejercer la crítica sobre esas pilas de obra polvorienta, segura en su autocomplascencia.

Aparecieron más textos críticos, esta vez sobre Alicia de Luis Cortés, Pasar como un fantasma de Germán Castro, y la gota que derramó el vaso: Iba por ahí con los ojos metidos en las miradas rotas de Juan Pablo de Ávila; el entusiasmo creció en Facebook, también las críticas, y sobre todo, la incomprensión. Incomprensión hacia lo que es la crítica literaria.

Considero que este episodio (que culminó con la creación del suplemento Guardagujas, de La Jornada Aguascalientes, con la participación de los miembros de méxicokafkiano.com, misma que no estuvo exenta de suspicacias), fue la versión a escala aldeana de aquella polémica surgida a propósito de la publicación del Diccionario crítico de literatura mexicana 1995-2005, de Christopher Domínguez Michael, en 2008, a quien en ese entonces se le acusó de elitista y autoritario.

Algo similar sucedió con el asunto del “zombi del altiplano”, pues aunque todo ese alboroto no fue de interés más que para los escritores locales, al menos a mí me reveló algo de mayor envergadura: los escritores mexicanos no están acostumbrados a la crítica literaria. Si no, ahí están los insultos banales y viscerales que conformaron la polémica por el Diccionario crítico de Domínguez Michael. Tan no estamos acostumbrados que casi nadie sabe ejercerla, pocos aún definirla o reconocerla, y muchos menos hay que no la consideren un artificio innecesario, menor o demoniaco, al servicio de quién sabe qué oscuros intereses.

Una lástima que sigan vigentes las palabras de Gabriel Zaid: “En México, somos incapaces de decirnos ciertas verdades, amistosa, respetuosa, al menos inteligentemente. No tenemos práctica, no tenemos facilidad. Hacer, recibir o presenciar una crítica, la menor crítica, nos hace sentirnos mal. Nos hace entrar en crisis, y no en la crisis de un replanteamiento (que le daría sentido a la crítica) sino en la crisis de una explosión emocional.”

RobertoBolañosEnsayista y crítico literario. Estudia la Maestría en producción editorial en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, fue columnista y corrector de estilo de La Jornada Aguascalientes, escribe en la revista «Sombra Luz» editada por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y ha colaborado en Parteaguas, revista del Instituto de Cultura de Aguascalientes. Más textos del autor en su blog La Escribanía

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