Lado B
Los Jardines Secretos de Mogador de Alberto Ruy-Sánchez
La narrativa de Alberto Ruy-Sánchez aborda lo sensorial, lo fragmentario y mundos exóticos que encuentran su correspondencia en el erotismo.
Por Lado B @ladobemx
21 de marzo, 2013
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Alejandro Badillo

La narrativa de Alberto Ruy-Sánchez aborda lo sensorial, lo fragmentario y mundos exóticos que encuentran su correspondencia en el erotismo. Los jardines secretos de Mogador –uno de sus libros más emblemáticos– mezcla estas características con una historia de amor que lentamente deja paso a una serie de crónicas-ensayos sobre los jardines de la ciudad de Mogador ubicada en la costa de Marruecos. Sin embargo la pluma de Ruy-Sánchez intenta ir más allá y vincula la Mogador real con una Mogador imaginaria cuyas calles y personajes recuerdan las historias de Las mil y una noches.

Punto de Lectura. 1era edición 2009

Punto de Lectura. 1era edición 2009

Los jardines secretos de Mogador utiliza la mirada de un viajero que, sin un plan definido, se interna por las calles de la ciudad y se encuentra con Jassiba, una mujer oriunda del lugar que lo seducirá y le enseñará los misterios de Mogador. Esta pequeña anécdota que bordea el lugar común es superada en el transcurso del libro. El viajero se interna por el cuerpo de Jassiba y lentamente se va transformando.

El paso del tiempo, sin embargo, hará que los amantes se alejen. Jassiba le cuenta una historia que parte del final de Las mil y una noches: Sherezada conquista al sultán y, al paso de los años, le pide que le cuente historias para conquistarla, como ella lo había hecho en el pasado. En Mogador Jassiba le pide a su amante que recorra la ciudad y que antes de hacer el amor le cuente de un jardín que haya encontrado para que ella sepa que él mira su entorno con otros ojos.

A partir de este momento la historia de amor se diluye y nos encontramos con los jardines secretos de Mogador que son lugares no explícitos, escondidos en un bazar o en las mercaderías que se ofrecen en el camino. El objetivo es encontrar en el jardín una alegoría de la condición humana, de sus triunfos y contradicciones. En este punto el autor cambia el tono de la narración y echa mano de la historia, de la arquitectura y de la ficción. Cada uno de los jardines recuerda las ciudades invisibles de Italo Calvino: fábulas que sondean lo fantástico para acercarse a los deseos humanos.

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