Los fieles de la Niña Blanca (I)
Una mirada, por entregas, a quienes sin abandonar su fe católica tambien rinden culto a la Santa Muerte
Por Lado B @ladobemx
31 de marzo, 2013
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Esta es la primera entrega de una serie de fotografías sobre personas devotas de la Santa Muerte en Puebla. Las personas aquí retratadas residen en Puebla y visitan diversos altares, iglesias y santuarios de la también llamada Niña Blanca.

Marlene Martínez

 

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

José Luis, comerciante de frutas y verduras

José Luis es un hombre de no más de metro y medio de estatura. Avanza sigiloso entre la gente y las bancas del “1er Santuario de la Santa Muerte”, paradójicamente su estura lo hace sobresalir entre los demás devotos de la Santa allí reunidos, quizá también es su ropa clara y formal o su forma de estar frente a la Niña Blanca, como conversando con ella en silencio.

Al momento de rezar el padre nuestro, eleva las manos lo más que puede como intentando tocar a ese supremo ser al que le reza mientras cierra los ojos.

Cuando se acerca el final de la misa José Luis se abre paso entre la gente que permanece en la primeras hileras, las más cercanas al altar. Serio y callado, como si su silencio fuera parte del rito  a la Santa, se aproxima a una de las imponentes figuras esqueléticas ubicadas frente a los fieles, cerca de las veladoras. Y se queda ahí junto al reclinatorio sin hincarse, con su gorra con la mano y agachando de vez en cuando la cabeza frente a ella.

Hace dos años las ventas en su negocio de frutas y verduras bajaron, entonces se acercó a la Santa Muerte por recomendación de su hija. José Luis habla poco de sí, se limita a frases  breves, pero extiende sus palabras cuando habla de la tranquilidad que da la protección de la niña blanca, así se lo hace saber a sus familiares que son católicos como él y a otras personas que no comparten su fe. Lo dice convencido: “yo lo vi, ya lo estoy viviendo, que vengan… que vean que sí es cierto que se siente uno tranquilo, gracias a ella me he sentido mejor”.

José Luis camina por el largo pasillo del santuario que conduce a la ruidosa calle y apresura su paso, como si alguien lo estuviera esperando. Mientras cambia de acera se pierde entre la gente y las rutas de transporte colectivo, sin embargo no se aleja demasiado. A unos metros del santuario  José Luis está parado frente a la imponente figura de la Santa  ubicada detrás de una vitrina en un altar, ubicado en la misma avenida, repleto de flores, chocolates y botellas de tequila, donde un hombre con un micrófono anuncia la venta de veladoras, amuletos y menjurjes que prometen buena suerte en el 2013. José Luis, sin prestar atención al escándalo ni a las miradas curiosas y prejuiciosas, se despide de la Niña Blanca para regresar el siguiente domingo.

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Autor Lado B
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