Lado B
Ficciones a Contrapunto de Fernando Sánchez Clelo
La labor del escritor es la pelea diaria con las palabras. Debe medir posibilidades, matices y efectos. El arsenal de herramientas debe ser utilizado con sabiduría.
Por Lado B @ladobemx
14 de marzo, 2013
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Alejandro Badillo

La labor del escritor es la pelea diaria con las palabras. Debe medir posibilidades, matices y efectos. El arsenal de herramientas debe ser utilizado con sabiduría. Cualquier paso en falso puede echar a perder el trabajo. Estas dificultades se hacen más evidentes en el terreno de la ficción breve o minificción. El autor tiene un espacio minúsculo para sembrar una duda, generar un engaño que se resolverá sólo hasta la última palabra.

 Universidad Autónoma de Puebla, colección Asteriscos, 1era edición 2013.

Universidad Autónoma de Puebla, colección Asteriscos, 1era edición 2013.

Hablo de estos elementos para presentar Ficciones a contrapunto, nuevo libro de Fernando Sánchez Clelo, que reúne libros pasados con textos inéditos. En el caso de Fernando podemos hablar de un autor que se ha dedicado casi exclusivamente al género breve. Esto, además de evidenciar un compromiso con lo minúsculo, también muestra una evolución y, necesariamente, un aprendizaje en los reducidos terrenos de las minificciones. En últimas fechas se ha generado un boom de lo breve. Puede haber varias explicaciones o factores que expliquen esto: la expansión de internet y, sobre todo, las redes sociales; también se habla de la velocidad de los tiempos, el mundo cambiante que exige información rápida y precisa. Fernando Sánchez Clelo se mueve en estos territorios sin caer en la frivolidad y dando forma a ideas que mueven al lector a otros territorios.

En los siete capítulos de Ficciones a contrapunto podemos encontrar un mosaico de temas: alegorías, perversiones, erotismo, reinterpretaciones bíblicas, crítica a la sociedad y catástrofes llenas de un humor ácido. Esta larga lista llena de matices distintos dificulta ofrecer un resumen del libro ya que, página a página, el lector se interna por un camino siempre cambiante, heterogéneo, que lo mantiene siempre en guardia. Fernando Sánchez Clelo sabe que una de las herramientas fundamentales de la ficción breve es la sorpresa pero que, si se repite demasiado, su efecto termina diluyéndose y la obra se vuelve monótona. El autor, por eso, explora otros límites: la búsqueda de una imagen, un diálogo o una definición que obliga a repensar algo cotidiano.

Para ilustrar las diversas aproximaciones de Fernando Sánchez Clelo me permito citar dos piezas:

Reflejos

Para intimidar a los invasores del desierto, el príncipe de Al-Mudzá ordenó hacer espejos tallados en piedra que multiplicaban por cincuenta a cada uno de sus diez guerreros. La destrucción de Al-Mudzá comenzó con un solo disparo de un arco enemigo, y la muerte del príncipe despedazado, por quinientas una flechas.

En esta minificción podemos encontrar dos elementos interesantes: la historia que seduce por la recreación de un tiempo antiguo y el final que se desarrolla bordeando la fábula. Esta conjunción le da profundidad al texto y admite varias relecturas; además juega con la reinvención de aquellas viejas sentencias encontradas en libros como Las Mil y Una Noches. Como tantos otros escritores, Fernando Sánchez Clelo sabe que la literatura también se aprovecha de los caminos recorridos anteriormente y los utiliza para sacar ventaja. La historia se construye con paciencia y tiene un feliz remate en la sorpresa.

La segunda minificción va por un camino distinto:

Resistiendo

Para Andrés Feria

Gritando, protestaba por los asesinatos con que los exterminaban; le arrancaron la lengua. Haciendo señas obscenas, se negó a trabajar para sus patrones; le cercenaron los brazos. desesperado, trató de huir de la miseria en la que lo habían hundido; le amputaron las piernas. a pesar del dolor sigue resistiendo la brutalidad con que lo quieren subyugar. ahora, cada vez que le imponen algo, los mira rencoroso con el ojo que aún le queda.

En este caso el texto se acerca más a una viñeta: un instante o una fotografía que, es cierto, no propone abiertamente una historia como en la ficción breve más tradicional pero que invita a pensar en el antes y en el después de los hechos. En “Resistiendo” encontramos la misma tensión desde la primera a la última palabra y asegura su impacto dramático con la violencia absurda y sorda: no hay referencias de los agresores, sólo el agobio que sólo se condensa y no acaba.

En todos los casos el escritor se mueve con destreza y evade los peligros de lo breve: desbarrancarse en un regodeo inútil o remarcar un artificio hasta dejarlo vacío y sin significado. En Ficciones a contrapunto encontramos el trabajo de un autor que dosifica sensaciones, temas e ironía. Con este libro aprendemos que lo breve no necesariamente carece de profundidad y que las palabras, utilizadas con oficio, pueden requerir muy poco para explotar y detonar mundos completos en el lector. Queda, pues, la invitación para que los lectores se internen por las microhistorias de Fernando Sánchez Clelo y los descubran.

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