Lado B
8 de Marzo: Las Luchas no son Rosas
Por Lado B @ladobemx
07 de marzo, 2013
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Liz Ruiz

“La mujer es la compañera del hombre, dotada con la misma capacidad mental… 

Si por fuerza se entiende poder moral, entonces la mujer es infinitamente superior al hombre… 

Si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro está con las mujeres…”

Mahatma Ghandi

¿Qué tiene que ver la Magnoliopsida Rosidae, con las luchas por la equidad de género y los derechos de las mujeres? ¿Qué tienen que ver las florecitas con las 140 trabajadoras que murieron asesinadas en el incendio de su fábrica luchando por sus derechos laborales? Hoy tengo el gusto de escribir sobre El Día Internacional de la Mujer, pero lejos de hacer una reseña histórica quiero hacer una reflexión sobre este tema en nuestra vida cotidiana (y tratar de dilucidar lo de las florecitas).

Es muy común que se trivialicen los movimientos sociales que cuestionan al sistema. Lo han sufrido todos: el comunismo, el antiesclavismo, la reivindicación indigenista, la reivindicación homosexual y por supuesto, el feminismo. Esta inteligente pericia del sistema consiste en tomar entre sus manos la disidencia, manosearla y tergiversarla para entonces devolverla a la población en forma de chiste, peligro o afrenta para la sociedad. Ejemplos hay miles, pero para muestra, el actualísimo botón del feminismo en el México del 2013 dentro del marco del Día Internacional de la Mujer. ¿Quién no ha visto que este 8 de marzo le regalan rositas a las mujeres en sus trabajos, en las casas y (horror de horrores) en la universidad pública? (A mí me tocó verlo cada año mientras estudié la licenciatura… ahora me arrepiento de no haber quemado mi brassiere en ese momento, jajaja).

El 8 de marzo se conmemora (no se “celebra”, ni que fuera cumpleaños) las diferentes luchas que las mujeres hemos emprendido para obtener el reconocimiento a los derechos que por ser inalienables nos corresponden. Es decir, es el día para honrar a Lisístrata y su huelga sexual, a Clara Zetkin, a Rigoberta Menchú, a Olympe de Gouges, a Marta Lamas, a las Locas de Mayo y al resto de las mujeres que conforman la inmensa lista de luchadoras que en estos siglos de patriarcado han dado su vida por la justicia, la equidad y la paz.

¡Ah! Pero curioso fenómeno social: lejos de que el feminismo sea reconocido como el digno movimiento que ha sido y es, preferimos en la vida cotidiana invisibilizarlo, ridiculizarlo o (ya de plano) menospreciarlo y aborrecerlo. Hay algunas frases clásicas de ayer y hoy como muestra:

Invisibilización: Carla Bruni diciendo que “ya no hay que ser feminista” (¡Que le llame a la ONU y le dé el notición de que se acabaron las desigualdades de género!)

Ridiculización: “¿Eres feminista? ¿Qué te hicieron los hombres?” (Se me olvidaba que el patriarcado es bien inocente, el pobre).

Menosprecio: “¿Por qué tengo que hablar en femenino? ¡Ay eso se me hace tan ridículo!” (Tienes razón, ya ves que el lenguaje no edifica la cultura, fíjate, una que se preocupa por pequeñeces).

Y mis favoritas: “El feminismo es igual al machismo pero al revés”, “Si las mujeres se ponen muy bravas caen en lo mismo”, “No hay que ser feminista, nomás hay que luchar por la igualdad entre hombres y mujeres”. Todas estas ideas son la cúspide de la farsa porque denotan un profundo desconocimiento de lo que es el feminismo.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el 8 de marzo? Que el Día Internacional de la Mujer es precisamente un día feminista, porque es congruente con los ideales esenciales del movimiento. Por estas razones considero que es muy importante reflexionar respecto a este tema, hacer un llamado a nuestra parte más humana para comprometernos con los temas que nos atañen a todas y a todos. Tod@s somos de la misma especie, tod@s podemos actuar para subsanar las vejaciones que sufren nuest@s semejantes. No pido que dejen de felicitar a su abuelita en esta fecha, pido que hagamos consciencia en conjunto. En nuestros criterios conscientes está la solidaridad y el amor espontáneo por la humanidad y sus necesidades. Dejemos de desdeñar nuestros esfuerzos mutuos y comencemos a unirnos.

Quiero despedirme esta vez aclarando un punto: esta columna no es para mujeres, no es para feministas, no es para los hombres. Esto que escribo con toda mi humildad es por todo aquello en lo que creo y por aportar algo al mundo que disfruto cada día.

Gracias y nos leemos en 15 días.

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