Lado B
Recordamos, también, aquello que no vivimos
 
Por Lado B @ladobemx
28 de febrero, 2013
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Pijamasurf

Como bien supieron artistas como Marcel Proust o Wallace Stevens, la memoria es una forma de imaginación, y al recordar recreamos lo que vivimos a veces hasta el punto de almacenar recuerdos completamente falsos. Un ejemplo de esto es lo que le ocurrió al famoso escritor y médico Oliver Sacks,quien en su autobiografía relata vívidamente haber experimentado la explosión de una bomba en su patio trasero durante la Segunda Guerra Mundial en Londres. Un recuerdo que su hermano le hizo ver que era falso –o la reconstrucción dramática basada en otro recuerdo en el que ciertamente ninguna bomba explotó. Otro caso interesante es el de publicidad que logra invadir la psique para hacer pensar a los consumidores que una pauta que vieron en realidad es un recuerdo que vivieron, formando de esta forma una complicidad emocional inconsciente con un producto.

MEMORIAEn un experimento reciente realizado por psicólogos de Harvard, se pidió a un grupo de voluntarios que se detuvieran dentro de algunas exhibiciones en un museo. Se tomó fotos de estas exhibiciones, las cuales fueron mezcladas con fotos de exhibiciones dentro del mismo museo en las que los participantes no se detuvieron. Luego se les pidió a los voluntarios que vieran estas imágenes y que dijeran qué exhibiciones habían visto.  De manera esperada, en algunos casos exhibiciones que no habían sido vistas fueron tomadas como si sí hubieran sido presenciadas. Pero lo más interesante ocurrió en una tercera sesión en la que se volvió a mostrar imágenes; en este caso las exhibiciones no vistas, que ya habían sido recordadas (aunque falsamente) como vistas en la segunda sesión fueron reforzadas y tomadas como verdaderas con mayor asertividad.

Los investigadores sugieren que la memoria es un sistema dinámico modificándose constantemente. Y si la memoria en cierta forma define quiénes somos, entonces nuestro ser es una construcción mental, una obra en progreso. La forma en la que decidimos recordar –consciente o inconscientemente– determina en buena medida cómo afrontamos las situaciones presentes y cómo nos proyectamos hacia el futuro. El acto de almacenar información está influido por nuestras emociones y nuestros deseos; difícilmente es un acto de almacenamiento puro de información –por lo cual el estado mental en el que almacenamos en primera instancia pero también cada vez que recordamos y recreamos esa memoria influye en la “sustancia” misma de la información.

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