Lado B
Música inteligente para “niñ@s” desde la resiliencia
Zapatos y nariz de payaso + guitarra y armónica = Nene Ocioso Multicolor
Por Lado B @ladobemx
21 de febrero, 2013
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  • Una mirada a la vida de Tarrega Escalona Ibarra, mejor conocido como Nene Ocioso Multicolor
Foto: Cortesía.

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Xavier Rosas

@wachangel

Pocos conocen a Tarrega Escalona Ibarra, es más, quienes han trabajado con él incluso desconocen su nombre formal; sin embargo, en Hidalgo, Distrito Federal, Puebla, Zacatecas, Ecuador, Colombia, Costa Rica y Nicaragua, han escuchado las canciones del “Nene Ocioso Multicolor”, un creador de “música inteligente para niñ@s”.

Fue en 2009 cuando por primera ocasión  se presentó en Puebla. El escenario fue en la Feria Internacional de Lectura (FILEC) en Tonanzintla. Oriundo de Pachuca, Hidalgo, aquel maestro en Bioquímica Clínica Molecular por la UNAM, de más de 1.85 metros de estatura, complexión corpulenta y semblante serio tras unos anteojos de grueso armazón que permiten apreciar una mirada profunda, contrasta con las historias que del Nene Ocioso Multicolor se mencionan.

Foto: Cortesía.

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Detrás del “Ocioso”

“Antes de dedicarme a los chavitos, en la Facultad me decían ocioso. ¿Por qué ocioso?, porque ya no me podían decir haragán, haragán ya existía, entonces iba a ser un plagio. De hecho la banda me decía “maldito ocioso”. Fue de esas cosas que trae uno del futbol americano. Todavía ni salía de la misma Facultad cuando inició el proyecto del Nene Ocioso”, cuenta en entrevista para Lado B.

Su acercamiento a la música fue a corta edad, ya que desde los 12 años Tarrega Escalona trabajaba en los camiones de pasajeros interpretando canciones de El Haragán, Jaime López, Rockdrigo González, o incluso del Tri, “esa fue mi raíz”, recuerda.

Luego de ingresar a la carrera de Químico Farmacéutico-Biólogo en Pachuca, Hidalgo, Nene Ocioso Multicolor siguió con su pasión por la música “deambulando entre cafés, entre borracheras, pues uno anda como extraviado y piensas que la guitarra y la bohemia es sólo para tirarse a la perdición. Yo ya tocaba en cafés, en bares, tenía también mis banditas de rock, pero siempre era ponerse hasta el queque”; sin embargo, mientras estudiaba la carrera “ya tenía yo a mi hijo y pues ya sabes, dices –tú te quieres destruir pero al niño por qué-“.

Para Tarrega Escalona inició una nueva etapa al tratar de buscar alternativas para su hijo de un año de edad. Fue el Centro Cultural Ferrocarril el sitio en el que conoció al grupo de música infantil “Qué Payasos” hace ya 16 años.

A partir de ese momento iniciaría la historia: “yo no quería que le ocurrieran cosas como a mi y que tuviera ese como rencor a la vida y esas cosas. Entonces al final fue una manera de ser resiliente, de superar esas adversidades que no me hacían como sentirme bien en este mundo. Entonces mi chavito más bien me fue jalando. Los niños, ellos sin quererlo, así es el amor, ese amor de cabrón, te van jalando”, recuerda.

Foto: Cortesía.

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Siendo mamá, papá y Nene…

A raíz de ese primer acercamiento con la música infantil, el camino de Tarrega Escalona sufriría un cambio: “de ahí me lancé a la aventura. Veía a Qué Payasos y decía –híjole, no es como mi estilo, ni el estar brincoteando, yo sólo agarro la guitarra, me siento y casi lloro-“.

Así como él lo menciona, su hijo lo fue acercando a este género musical: “como que empezó a modificarme sin que me diera cuenta. Empiezo a jugar mucho con mi chavito, a destruir canciones, a decodificarlas y a jugar. Prácticamente vivimos él y yo tres años juntos y siendo mamá y papá me di cuenta que, lo que no construyas hasta los siete u ocho años de un niño, ya después no lo vas a poder enderezar”, comenta.

Un año más tarde asistiría a un concierto de Café Tacuba, en el que abriría el grupo de música infantil poblano Patita de Perro: “te estoy hablando de hace aproximadamente 15 años. Y curioso, vi a Juan ‘Monedas’ y dije –yo quiero ser como ese bato-“.

Música inteligente para niñ@s

Su primer nombre artístico fue “Niño Ocioso”, con el que sacaría a la luz dos de sus nueve producciones musicales.

Pero sería a partir de 2003 que nacería Nene Ocioso Multicolor, luego de andar cuatro o cinco años covereando música de “los Pata, de los Qué Payasos, cosas que a mi me llenaban. Te juro que me sentía muy identificado con mi infancia, esa infancia que quién sabe dónde quedó. Encontraba esa parte de mi infancia y me estremecía mucho y poco a poco empezaba a poner sentimientos. En esa primera etapa ya Nene Ocioso Multicolor se volvió en un portavoz de todo lo que yo sentía como niño en primera persona”, comenta.

En la construcción del “Nene”, como también se le conoce, viajaría por diferentes lugares de la República acompañando a narradores, cuentacuentos e incluso a otros músicos: “viene como la etapa de andar como rolándola con varios compas y decir –nada más estoy siguiéndolo, o nomás estoy apuntalándole la carrera a otros -, y en realidad Nene Ocioso podía ser mucho más; entonces decido darles las gracias o romper en buena onda y seguir mi camino”.

En 2009 iniciaría otra etapa de profesionalización en la carrera de Nene Ocioso Multicolor: “comencé a estudiar sobre desarrollo de cultura infantil y a no sólo hacerlo por instinto. Encontré esta noción de que en verdad yo podría con mi música, con mis actos, con mis talleres, buscar la manera en que los adultos se den la oportunidad de formar en verdad ciudadanos. Hacía ahí voy, la meta actual es esa: formar ciudadanos, poner a la gente al tanto sobre equidad, género, construcciones sociales, sobre esta idea de los derechos de los niños que también deben tener obligaciones; entonces sobre ese rumbo voy”.

Foto: Cortesía.

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Música infantil desde la resiliencia

Las raíces musicales de Nene Ocioso Multicolor fueron Rockdrigo González, El Haragán, Jaime López, y estos exponentes musicales lo llevaron a construir canciones infantiles que hablaran desde la resiliencia.

“Lo que pasa es que la gente tiene la referencia que la música infantil debe tener cierto tipo de sonoridades, también cierto tipo de estructuras tanto textuales como musicales, en el aspecto de decirle a los niños qué deben de hacer; es decir, no fotografían al niño como está, sino que le dicen cómo debe posar”, señala.

Y agrega: “para mi es una agresión tratar de educar a los niños de cualquier manera y los adultos entonces sí tenemos el chanse de fugarnos, de ir por unas chelas y al rato no aprender nada. ¿Por qué no también tenemos que educarnos? Creo que ahí también estamos abusando de ese poder, y es por eso que decido, sin pretender ser una corriente, ocupar lo que ya conocía. De ahí viene esa idea de por qué no echar grito, por qué no echar folk, por qué no echar country, rock and roll o trovita para los niños, pero no con el mensaje de -tienes que hacer esto-, más bien de -a mí me pasó esto, tu sabes si le entras o no le entras-.

 

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Autor Lado B
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