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Lado B

“Sólo quiero volver a casa”, comenta Adama Drabo, joven de 16 años de edad quien permanece detenido en la Gendarmería de Sevaré, en Malí, luego de ser acusado de ser miembro del grupo terrorista Muyao.

“Desde allí cogimos un autobús hasta Sevaré. Queríamos trabajar y ganar algo de dinero”, asegura.

A pesar que él asegura que “nunca ha cogido un arma” y que llegó a esta ciudad para poder ganar algo de dinero y ayudar a su familia trabajando como cocinero de lo yidahistas, hoy en día permanece detenido.

Actualmente el escenario del poblado de Konna refleja los embates de la violencia:  casas y coches quemados, impactos de proyectiles, casquillos de balas, tumbas anónimas y fosas comunes a las afueras donde fueron enterrados una veintena de soldados malienses por la propia población.

Por su parte las autoridades aseguran que es un “niño soldado que fue reclutado para luchar junto a los yihadistas, pero Adama Drabo dice que él solo se dedicaba a preparar espaguetis con tomate concentrado, sal y cebolla. No lleva carné de identidad. Solo habla bambara y procede de un pueblo llamado N’Denbougou”, da a conocer un artículo de  José Naranjo publicado en El País.

En Malí, muchos jóvenes abandonan sus poblados para buscar mejores condiciones haciendo pequeños trabajos en la otras ciudades, como el caso de Adama Drabo, quien junto a un amigo llegó hasta Douentza, entrando en la zona controlada por los yihadistas, donde consiguió trabajo de cocinero.

“Konna fue el primer pueblo bombardeado en esta guerra, cuya toma por parte de milicias yihadistas desencadenó la intervención francesa. Y en sus calles y en su gente aún se puede apreciar el desolador paisaje tras aquella batalla”, describe el artículo de El País.

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