Lado B
El romántico discurso hetero [o cómo ver el mundo en blanco y negro]
Por Lado B @ladobemx
24 de enero, 2013
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Tuss Fernández

@ituss79

El amor es un suicidio por tiempo indeterminado

Seguramente el texto que escribo a continuación empezó hace 33 años y algunos meses. Y muy seguramente no se acerca ni remotamente a su fin.

Después de toda una vida de sobrevivir bajo esta condición, hace menos de un año que decidí re-definir mi identidad sexual que vino a reafirmarse con el cliché-corriente de los propósitos de año nuevo.

Deslindarme de mi anatomía para asumir mi verdadero ser en cuanto a las expresiones de mis afectos, y también de mis deseos, es la misión.

Recién antier participaba en la primera sesión ‘formal’ del Consejo Ciudadano de Derechos Humanos (del municipio de Puebla) y cuando comenzaba a construirse la agenda de temas en los que habremos de enfocarnos escuché voces emocionadas a favor de los niños, las mujeres y los discapacitados. En general, el pleno estuvo a favor y en ningún momento escuché que alguien se negara.

Hay que decir que este Consejo se conformó de manera atípica.

Originalmente habría una mayoría de consejeros pro-LGBTTTI que atendimos la convocatoria pero, vaya, hubiera sido surreal que por primera vez dejáramos de ser un grupo minoritario en un organismo público emergido dentro de un gobierno de derecha de modo que, ante un zafarrancho organizado por dos regidoras y un funcionario homofóbicxs, las reglas del juego cambiaron y el máximo de consejeros permitidos por los estatutos, fue completado con personajes de ‘relleno’.

Aquí hago un breve paréntesis para decir que cada uno de los integrantes merece mi respeto absoluto y que hago esta observación desde la perspectiva de que se sabotearon las reglas del juego con tal de minar nuestra capacidad de acción (de los LGBTTTI).

Más que suponer, afirmo, por lo acontecido ayer durante la sesión, que los temas de Diversidad Sexual no están, ni estarán dentro de las prioridades de dicho Consejo.

El sabotaje surtió efecto, lastimosamente.

Pero volviendo al tema de los niños, esta misma tarde me topé con un implacable texto de Beatriz Preciado (¿Quién defiende al niño Queer?) que cuestiona la intervención de los adultos que ‘presuntamente’ defienden los derechos de los menores pero que terminan perpetuando la heteronormatividad y construyendo infancias sin perspectiva de género.

“El niño es un artefacto biopolítico garante de la normalización del adulto.”.

En los discursos, los derechos de los niños se oyen muy bonitos pero no hay cabida para los niños ‘diferentes’.

Todavía a nadie se le ocurre o por lo menos no se plasma en los documentos oficiales, la posibilidad de que un niño decida elegir y ejercer su propia identidad-orientación sexual.

Yo fui de esxs niñxs olvidadxs que ahora, a mis 33, usa una “X” para no tener que usar una “A”o una “O” que me identifiquen en algún género en el que no me da [y nunca me ha dado] la gana estar.

Ojalá no hubiera tenido que reventarme toda mi formación escolar, vistiendo el uniforme propio de mi género social porque me hubieran ahorrado al menos 12 años de humillación.

Y ojalá en los lugares públicos [desde entonces y hasta ahora] no tuviera que elegir entre el baño del logotipo con faldita o el del logotipo con pantaloncito porque no hubiera aprendido a aguantarme las ganas para tener que evitarlos.

Desde que tengo memoria, yo siempre he podido ver un mundo de colores; lejos, muy lejos del blanco o el negro que siempre se nos imponen.

Soy disidente, pues.

Pero ese es mi mundo, y en él, impera otra clase de romanticismo que nada tiene que ver con el de los adultos que se olvidan de defender el derecho a ‘auto-construirnos”.

Suspiro.

Quizá más bien, [los humanos] deberíamos defendernos de nosotros mismos.

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