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Lado B

@ladobemx

«No sé cuándo acabará la guerra, porque ningún país nos está ayudando», comenta Ahmed Idris, un rebelde del Ejército Libre de Siria (ELS) quien al igual que cientos de sus compañeros han luchado contra el régimen de Bashar al Asaad desde el inicio del conflicto en Siria.

Ahmed Idris, de 25 años, regresan dos o tres días a su katiba o brigada, dependiendo los combates que se registren en todo el país. Mientras otros de sus compañeros se encuentran en el frente, él  descansa, bebe café turco a la espera de regresar al campo de batalla.

Mientras Idris descansa unos días con su katiba, el sonido que acompañará su receso será el de disparos esporádicos de rifles, morteros y artillería, ya sea el de las fuerzas de Bashar al Asaad, o el de sus compañeros que intentan retomar alguno de los puestos de control o no ser desplazados de los territorios que controlan.

El conflicto en Siria ha cambiado la rutina de muchos hombres como Ahmed Idris, quien antes que el conflicto civil estallara en Siria, trabajaba en un negocio mayorista de alimentos. Su rutina ahora incluye manejar armas y acompañar a su katiba a los enfrentamientos, así como salir con vida de éstos.

Casi suman 21 meses de conflicto en Siria, y las cifras de muertos continúa incrementándose día a día. A la fecha suman más de 40 muertos, según activistas y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (Osdh).

“En esta situación, con el foco cada vez más puesto en Damasco y Alepo alejada de las noticias, la guerra se ha convertido en la nueva normalidad en esta ciudad, que tenía más de dos millones de habitantes antes del conflicto, era la capital comercial de Siria y cuyo centro histórico, hoy muy dañado, es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco”, publica El País.

Continúe leyendo el artículo publicado en El País titulado “Alepo se acostumbra a la guerra” en el siguiente link.