En una comunidad de Veracruz, donde los muertos por crimen organizado estremecían y las campañas electorales calentaban los ánimos en toda conversación, el pueblo se levantó para que liberaran a un perro callejero que corría el riesgo de ser sacrificado. Lado B presenta una crónica de Quitzé Fernández sobre Solovino, un perro que se había convertido en la mascota preferida del Parque Juárez, donde dulceros, boleros y periodistas lo alimentaban.
¿No has visto al perro que torea a los carros? Es de los dulceros del parque, preguntó una sobrina a Rafael, o Don Perro, como lo conocen los habitantes de un municipio cercano a Xalapa, Veracruz, donde tiene una propiedad acondicionada para sus animales: Simplemente nuestros caminos se cruzaron, piensa mientras maneja una camioneta llena de ladridos y felicidad.