Lado B
Se cargaron al payaso... en el Festival Internacional de Teatro
 
Por Lado B @ladobemx
30 de noviembre, 2012
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Ámbar Barrera

@Dra_Caos

Un payaso ha fallecido y la muerte decidió poner a competir a ángeles y demonios para recibir como premio el alma del payaso.

Cornisa 20 es una compañía teatral de Guanajuato. Su trabajo incluye técnicas variadas como acrobacia, clown, danza, títeres, zancos, mojigangas, entre otros. Ellos trajeron al zócalo de Puebla una batalla de temas improvisados entre ángeles y demonios para disputar el alma de un payaso y el público fue juez justo para señalar al ganador, calificándoles con el aplauso.

Foto: Esimagen

En cada uno de los actos de improvisación, los personajes lanzan miradas fijas pero cálidas y sus sonrisas pícaras invitaban a participar al público con ellos. La gente los recibió con empatía y disfrutaron del juego con los actores desde la escena. Juntos y casi sin expresar palabras, montaron pequeños sets de actuación sobre cine, baile y naufragio.

“Ay, ay, ay, ay, el payasito se murió”, cantan los personajes en tono lúgubre mientras meten un muñeco de trapo en tamaño natural en un ataúd con motas de colores para pasar de su canción triste a un ritmo más alegre con ayuda de percusiones. El alma del payaso se queda con los ganadores de la improvisación.

El Shakespeare del teatro moderno

El escenario del Teatro Principal ya estaba listo con micrófonos y diversos aparatos de sonido e instrumentos musicales para la presentación Twelfth Night, de la compañía inglesa Filter Theatre. Este grupo fusiona lo mejor del teatro, el cine, la música y el diseño, creando una nueva y excitante forma de teatro.

Foto: Esimagen

Dieron la segunda llamada y muy casual, se paseaba por el escenario un hombre que abrió una bolsa de papas y comenzó a repartirlas entre el público, haciendo señas sencillas. Esa sólo fue la primera bolsa, después una mujer que también bajaba y subía las escaleras del escenario trajo una nueva bolsa de frituras. Al final, se habían repartido 6 bolsas diferentes entre el público y sin que se dieran cuenta, a la tercera llamada, el escenario estaba lleno de personas o al parecer “personas del equipo técnico” –como alguien opinó al recibir sus papas– pero no, no eran técnicos, eran los actores.

Todos los diálogos fueron en inglés pero había una proyección con subtítulos traducidos, que se retrasaba a veces por largos segundos.

Lo que pareció ser una prueba de sonido era en realidad el inicio de la obra. Todo era desorden, la presencia de vestuario de época sólo para un personaje y las maneras de reinterpretar la música con el apoyo de keyboards y otras tecnologías, sin marcar claramente el papel de entradas y salidas de cada personaje, era parte de un caos natural en la obra. Ese caos era su orden.

La interacción con el público fue sumamente importante. Se vivió un momento de euforia cuando uno de los personajes cantó una canción de amor en voz muy baja y fue poco a poco subiendo de tono, la música se volvió cada vez más estridente, los personajes saltaban y salían del escenario para invitar a la gente a subir para bailar con ellos, para vivir esa fiesta.

En medio de esta alegría llegó un pedido de varias cajas de pizzas y se repartieron rebanadas entre la audiencia.

“No cabe duda que este es el nuevo teatro”, comentó alguien entre el público.

Justo después de otra explosión de alegría y con la música en su punto crucial de expresión los subtítulos indicaron que la obra había terminado. Así, sin más: “Esta obra ha terminado”.

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Autor Lado B
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