Lado B
Peña Nieto y el atraso de 70 años a los relojes
Muchas personas creen que volvemos a esta gran presidencia imperial: Velásquez Caballero
Por Lado B @ladobemx
29 de noviembre, 2012
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Foto: Xavier Rosas.

Xavier Rosas

@wachangel

“Atrasen sus relojes 70 años” ha sido una de las frases más populares en los últimos meses, luego de darse a conocer el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tepjf) confirmando la victoria del priista Enrique Peña Nieto, como presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, y quien asumirá el cargo el próximo sábado 1 de diciembre, tras 12 años de la llamada “alternancia en el poder”.

Investigadores de izquierda como el catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Héctor Díaz Polanco; el político perredista, José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña; la politóloga Denise Dresser, así como miles de mexicanos en todo el país, han externado en redes sociales, artículos de opinión, blogs, entre otros medios, que con el retorno del Revolucionario Institucional (PRI) a Los Pinos, regresarán las viejas costumbres enquistadas que llevaron al país a la ruptura entre gobernantes y gobernados.

“Vivir bajo el PRI entraña que el Gobierno se percibe como botín compartido. No hay frase que resuma mejor esta visión que la atribuida a Carlos Hank González: ‘un político pobre es un pobre político’. El PRI permite que quien llegue a algún puesto –desde hace décadas– piense que está allí para enriquecerse”, escribió el pasado 2 de julio Denisse Dresser, en la columna titulada País de masoquistas.

Para el politólogo de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Diego Velásquez Caballero, la frase “atrasar los relojes 70 años” el próximo 1 de diciembre, va en el sentido “de que el contexto que enfrenta el PRI es semejante al de los años 30´s. Es decir, nos encontramos con que el presidente va a tener que hacer un gran uso de inteligencia y un gran uso de habilidad política para controlar a los gobernadores”.

Y agrega: “así como Plutarco Elías Calles, que en su momento se tuvo que enfrentar a algunos gobernadores que eran más obregonistas, o que pertenecían a otras corrientes de la familia revolucionaria, hoy Peña Nieto va a tener que hacer un uso de mucha inteligencia para controlar a los señores feudales, a los barones de la política que son los gobernadores”.

Fue en el mes de mayo de este año cuando el aún candidato priista, al asistir al arranque de campaña de Manuel Velasco, aspirante a la gubernatura de Chiapas, aseguró que en su trabajo –como futuro presidente- “no puede permitirse sembrar la división y odio entre los mexicanos, porque queremos hacer de esta competencia democrática una condición de fiesta, de celebración y de alegría entre los mexicanos, porque los mexicanos van a decidir libremente el destino y rumbo del país de los próximos seis años”.

Meses más tarde, en la recepción de la constancia de mayoría que lo acredita como titular del Ejecutivo, el priista dijo que México tendría “una presidencia moderna, responsable, abierta a la crítica, dispuesta a escuchar y a tomar en cuenta a todos los mexicanos”.

A pesar de las declaraciones, existe la incertidumbre respecto a si el retorno del PRI a la Presidencia, tomando en cuenta las fracturas internas que vivió durante los doce años del PAN en Los Pinos, significa que volverán las viejas costumbres que caracterizaron sus 70 años de régimen previo.

“Muchas personas creen que volvemos a esta gran presidencia imperial, lo cual todavía está en veremos”, sostiene Velásquez Caballero.

Imagen: Internet.

Secretaría de Gobernación: el “brazo fuerte” de EPN

“El mensaje que ahora se manda a la sociedad es que quien tendrá bajo su mando la coerción también se hará cargo de la negociación. La lógica que se percibe en el diseño no es la democrática y negociadora. Da miedo, de entrada, que en una misma instancia y bajo un mismo mando estén las dos”, señaló en una columna publicada en El Economista, Rubén Aguilar Valenzuela, quien fungió como vocero del ex presidente Vicente Fox.

A mediados de noviembre el presidente electo, Enrique Peña Nieto, entregó a los coordinadores del PRI en la Cámara de Diputados y el Senado, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, la propuesta de reorganización del gobierno federal. En su diseño el priísta contempla la desaparición de la Secretaría de Seguridad Pública, para que sus acciones queden a cargo de la Secretaría de Gobernación, que atenderá  la seguridad interna y ejercería el mando de la Policía Federal, así como estaría encargada del resguardo de las fronteras mexicanas y las tareas de Protección Civil; en pocas palabas que “asuma la rectoría del Sistema Nacional de Seguridad Pública”.

Con la iniciativa propuesta por Peña Nieto, la Secretaría de Gobernación trabajaría estrechamente con el mandatario nacional, fungiendo como brazo derecho en la toma de decisiones en materia de política y seguridad.

“Estamos viendo que el papel que le van a dar a la Secretaría de Gobernación, precisamente obedece a que hay una necesidad política de que el control, la autoridad de la institución presidencial se mantenga”, consideró Diego Velásquez.

Creada en 1853 por el filósofo y político Lucas Alamán, la Secretaría de Gobernación cobraría fuerza durante el gobierno de Benito Juárez hasta convertirse en el brazo derecho de la silla presidencial.

Y los ejemplos de concentración del poder en esta Secretaría son varios. El primero de ellos en el gobierno de Pedro Lascurain, quien llevó como secretario de Gobernación a Victoriano Huerta. Álvaro Obregón heredaría el poder a Plutarco Elías Calles y ahí comenzaría el romance del PRI con el control político antes que cualquier otro. Manuel Ávila Camacho,  Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría llegarían todos a la silla presidencial tras su paso por la Secretaría de Gobernación.

Imagen: Internet.

Si bien durante los sexenios de los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa se observó que el papel de la Secretaría de Gobernación quedaba relegado, en comparación con el que jugaba esta instancia en las administraciones priistas, también se observó que la Secretaría de Seguridad Pública se convirtió en el brazo derecho del mandatario.

Desde la óptica del politólogo de la BUAP, “el PAN fue otra mala copia del PRI. En realidad el PAN no trató de convocar a un gobierno de políticas públicas, no trató de desarrollar el federalismo, tampoco fortaleció al municipio como dice su doctrina; más bien lo que quiso hacer el gobierno de Acción Nacional fue primero un mal ensayo gerencial, es decir, confundir a la República como una empresa, y finalmente, un gobierno que carecía de legitimidad, trató de imponerse por la fuerza”.

Imagen: Xavier Rosas.

Los eslogans de la demagogia

“Vota por el cambio” y “para que vivamos mejor”, eslogans de campaña de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, respectivamente, que no hicieron mella en la vida de los mexicanos.

Por poner un ejemplo, en el sexenio de Fox, la promesa de alcanzar un crecimiento anual del siete por ciento para generar altas tasas de ocupación, quedó fuera de su alcance. Durante su gestión México alcanzó tan sólo el 3.2 por ciento en promedio.

Asimismo, en el mandato de Felipe Calderón, la creación de la Secretaría de Seguridad Pública deja una profunda cicatriz en el país, en el que contrario a lo esperado “para que vivamos mejor”, los resultados que presentó en su último informe de gobierno en este rubro reflejaron un gran número de deficiencias que generaron que la violencia en el país se elevara de forma alarmante.

Con la entrada de Peña Nieto a la presidencia, el eslogan de su campaña “me comprometo y cumplo”, pero sobre todo su diseño de gobierno apostado por el control político de los temas de seguridad pública plantea ese retorno al pasado.

“Creo que vamos a observar tres convivencias de mexicanos. En general tenemos una ciudadanía incompleta, tenemos muchos déficits en lo que se refiere a participación, actitudes democráticas, valores, honestidad; pero vamos a encontrar con que hay una desafección política: muchas personas que creían en la transición política, en la consolidación democrática de México, pues esto los va a apartar de la participación en los asuntos públicos. Por el otro lado, vamos a ver el aumento del clientelismo político. Muchas personas desgraciadamente, en especial de los sectores más marginados, van a revivir el clientelismo, el patrimonialismo, la sociedad pedigüeña, peticionaria, que tanto caracterizó al régimen del PRI”, concluyó Velásquez Caballero.

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Autor Lado B
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