Hugo León Zenteno

@hugoleonz

Solemos reconocer al ciberperiodismo como el sucedáneo natural del oficio que hemos conocido por una infinidad de años. Quizá ya no sea así. O tal vez no del todo. Si bien la revolución digital nos ha traído – y continuará acarreando-  un sinnúmero de variaciones, adaptaciones, evoluciones y supresiones, el cambio toral en la manera de relatar historias periodísticas probablemente vaya más allá de las nuevas plataformas y del nuevo esquema de géneros congruentes con las publicaciones periódicas.

Sí, el nuevo paradigma puede estar asociado por un lado, al alejamiento de la declaración como fundamento de la información o como precedente de la opinión o el análisis; y por otro, vinculado al incremento en el uso cotidiano de datos, estadísticas y aproximaciones probabilísticas. Los ejemplos comienzan a abundar, tal como lo señalé en este mismo espacio recientemente, y no hacen sino confirmar una clara tendencia que deberá convertirse en una directriz en el desarrollo pre-profesional y profesional del periodista. Un término que utilicé entonces, referido a una nueva modalidad de alfabetización, la data literacy, se está volviendo familiar en las discusiones intragremiales.

El periodista y académico Mark Coddington, en una reflexión con tintes epistemológicos, opuso de manera fehaciente a los declaracionistas y a los cientificistas, en tanto la actuación de uno de los segundos (Nate Silver, experto estadístico del New York Times) causó bastante polémica en las recientes elecciones estadounidenses. El debate de ninguna forma es estéril, el dato suele ser más preciso que la enunciación, y un buen conjunto de aquéllos provee de una siempre necesaria contextualización a un texto periodístico. Es claro, además, que esta nueva objetividad no está exenta de controversias, escepticismos e incluso empecinamientos, toda vez que implica modificar hábitos y procesos con los cuales los reporteros y editores han estado cómodos por mucho tiempo: obtener una declaración es más sencillo que el trabajo de minería de datos. En otro escrito, Paul Bradshaw, hace una severa crítica a quienes aún se resisten a utilizar las herramientas pertinentes y los cataloga de iletrados.

Un instrumento informático que ejemplifica el potencial del trabajo sustentado en referencias duras, es Fusion tables, una aplicación gratuita desarrollada por Google, de manera que cualquier persona con una cuenta de correo Gmail y por tanto con acceso al nuevo Google Drive, puede combinar e ilustrar indicadores obtenidos de documentos propios (preponderantemente hojas de cálculo) o bien provenientes de bases de información públicas que la propia aplicación despliega desde su motor de búsqueda. En un ejercicio casuístico para probar la herramienta, un evidente problema es la escasa cantidad de datos sistematizados sobre fenómenos e instituciones mexicanos; hecho que revela una limitada propensión a cuantificar, medir y evaluar nuestro entorno, nuestro trabajo y nuestra situación. Acaso por ello, el storytelling, el entramado de historias que nos cuentan los políticos y los poderosos, sigue siendo el sustento del devenir nacional.

*Académico en las áreas de Periodismo y Comunicación. Docente universitario en la Universidad de las Américas y en la Universidad Iberoamericana Puebla. Analista y conferencista de Media y News literacy; consultor en gestión de información para cibermedios y en Calidad académica; editor y productor de contenidos en deporte, cultura y viajes. Su línea de investigación académica es historia del deporte y del olimpismo. Vive en la ciudad de Puebla; gusta del beisbol, el chocolate y la lluvia. Correo electrónico: hugoleonz@gmail.com

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