Lado B
Echar a andar: significado personificado y regeneración de la cultura
Por Lado B @ladobemx
20 de noviembre, 2012
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que no contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño)…
…Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario…
…Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles
ésta es, sin duda, la prueba decisiva”.

Poema En tiempos difíciles

de Heberto Padilla

Con la columna de hoy terminamos esta serie de cinco artículos en los que intentamos provocar la reflexión de los lectores acerca de las distintas dimensiones que tenemos que transformar para aspirar a una verdadera regeneración de la cultura de la violencia y la muerte en que hoy vivimos en México.

Quienes hayan seguido este espacio durante las cuatro semanas previas habrán descubierto que lo que aquí se ha planteado no es una receta mágica para despertar de un día para otro de la pesadilla que nos envuelve como ciudadanos de un país envuelto en la desmoralización, sino de un abanico amplio y complejo de desafíos que requieren de la participación de todos para ir cambiando, a mediano y largo plazo esta pesadilla por el sueño que juntos podemos construir.

Hemos hablado entonces de la relevancia que tiene transformar los símbolos de muerte trabajando duro por construir símbolos de vida, de la importancia de cambiar los lenguajes dominantes de la guerra en lenguajes amorosos y tolerantes. Hemos planteado también la urgencia de cambiar el arte y de convertir la expresión artística en un medio de construcción de humanidad y de la necesidad de operar una transformación profunda del clima de relaciones intersubjetivas que predomina en la escuela y otros espacios educativos para convertirlos en atmósferas humanizantes a partir de la aceptación y el respeto de todos hacia todos.

Trataremos ahora del quinto y último elemento de lo que el filósofo canadiense Bernard Lonergan (1904-1984) llama “vehículos de significación” en su relación con la regeneración cultural que hoy se hace  indispensable para reorientar el rumbo de este país golpeado por la desesperanza.

Este quinto vehículo de significación lo constituyen la vida y el testimonio de las personas. En efecto, un poderoso medio de comunicación entre los seres humanos es el ejemplo y la existencia misma de personas que se vuelven referentes de humanidad, individuos de la especie homo sapiens-demens que se van convirtiendo por su esfuerzo cotidiano y constante en “significado personificado” para los demás.

No es necesario detallar demasiado esta realidad porque todos los que ahora leen este texto pueden fácilmente recordar a personas que fueron o siguen siendo especialmente significativas en su formación, hombres y mujeres a los que se llega a admirar y de los que se busca imitar o adaptar ciertas características de personalidad, carácter y actuación por considerarlos rasgos que nos hacen mejores seres humanos y contribuyen a construir una mejor sociedad y una mejor especie humana.

En el ámbito de la educación formal todos tenemos presentes durante toda la vida a los profesores y directores escolares o universitarios que marcaron nuestra vida con algún elemento significativo gracias al cual llegamos a ser quienes somos. Educadores cuyo ejemplo y cuya vida se volvieron significado de humanización para nosotros.

Si analizamos con cuidado a estos educadores que fueron significado personificado para nosotros, veremos que su huella no se debió a cuestiones sencillas o superficiales como por ejemplo el “ser siempre positivos” o “estar todo el tiempo de buen humor” y afirmar –con o sin sustento- que la vida es buena, justa y feliz como parece que se piensa hoy que se logra la humanización casi por decreto.

Tampoco fueron necesariamente aquellos profesores o maestras que consentían y no exigían trabajo y esfuerzo a sus estudiantes o que les evitaban enfrentar frustraciones en su proceso formativo, como parece también hoy ser el modelo que muchos padres de familia, autoridades educativas, estudiantes y grupos sociales esperan.

Del mismo modo, los educadores que dejaron huella no fueron aquellos que necesariamente usaron los métodos, técnicas y herramientas más modernas

Por el contrario, estos ejemplos de significado personificado llegaron a serlo porque más que enseñarnos con el contenido de sus ideas, teorías y métodos o de sus decisiones, nos dieron testimonio de un modo de asumir la vida y enfrentar los retos, de un modo de vivir las alegrías, los problemas, el dolor, la injusticia e incluso la parte de sinsentido que tiene toda vida: fueron seres humanos auténticos.

Seres humanos que en su labor educativa fueron capaces de juntar su tiempo al tiempo de la historia y vivir una vida “a la altura de los tiempos” que les tocó vivir. Educadores que pusieron sus manos al servicio del crecimiento de sus estudiantes, pusieron sus ojos para mirar sin ingenuidad el lado claro de la vida y tuvieron también un ojo que se asombró ante el horror que también es parte de la vida. Maestros y maestras que pusieron sus labios resecos y cuarteados para afirmar, para erigir en cada afirmación un sueño. Personas que pusieron el corazón, el pecho, los hombros, las piernas porque eso era y sigue siendo estrictamente necesario.

Finalmente, los educadores que fueron y son hoy significado personificado son los que en un mundo y en un sistema educativo que parece irresponsable e interesadamente detenido en su zona de confort y en su injusta distribución de privilegios cupulares, echaron a andar, echan a andar todos los días y recorren las veredas y las brechas que otros no se atreven a explorar por temor, por egoísmo, por ambición de poder o por indiferencia.

La realidad mexicana con su cultura distorsionada y orientada hacia la intolerancia, la violencia, la exclusión, la falta de respeto y la muerte necesita de personas que nos volvamos significado vivo para la sociedad, testimonio de que otro mundo es posible y de que una humanidad verdaderamente humana no es una utopía irrealizable sino un compromiso común.

Por ello, sin dejar de luchar por el cambio estructural que necesitan nuestra educación y nuestro país, trabajemos por convertirnos en significado personificado de una cultura diferente, alternativa, humanizante.

Para que haya un cambio en las instituciones se requiere del cambio en las mentalidades, pero para que haya un cambio en las mentalidades se requiere de un cambio en las instituciones, dice Morin. Luchemos por cambiar las instituciones pero simultáneamente trabajemos por cambiar nuestra mentalidad y nuestra persona.

Juntemos nuestro tiempo al tiempo de la historia. Pongamos nuestras manos, nuestros ojos, nuestro pecho, nuestro corazón y nuestros hombros para apuntar de manera cooperativa hacia este cambio urgente. Echemos a andar hoy mismo porque en tiempos difíciles como los que vivimos, esta es finalmente la prueba decisiva.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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