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Lado B

@ladobemx

“Siria se desangra y el mundo mira para otro lado obviando la tragedia que se cierne sobre cientos de miles de civiles”, describe en un reportaje publicado en El País, Antonio Pampliega.

Más de 30 muertos son las escalofriantes cifras que contextualizan al país de medio oriente, el cual ha sido testigo de como la violencia se ha ido intensificando, a pesar de las intervenciones de Naciones Unidas (ONU) y la Liga Árabe, que con una fallida misión de paz, no lograron su objetivo.

“-¡Morfina! ¡Morfina!- pide un doctor mientras corta los pantalones del pequeño… Las tijeras van mostrando lo que era una obviedad, el niño perderá las dos piernas. La pierna derecha está unida solo por unos hilos de carne y piel; mientras que la izquierda presenta graves impactos de metralla y el pie está completamente destrozado (…) -No podemos hacer nada por él… solo podemos vendarle las piernas, meterlo en un taxi y mandarlo a uno de los dos hospitales que están en el lado del régimen-, se lamenta uno de los doctores”, relata el corresponsal de este medio internacional.

La realidad en Siria parece quedar fuera de los intentos que Naciones Unidas ha emprendido, así como los constantes bombardeos de las fuerzas del régimen de Bashar al Asaad han mermado a su población.

Día a día el número de refugiados aumenta, así como la precariedad en la que se hallan los sitios donde guarecerse en Turquía o Líbano; sin embargo, la caminata de los sirios parece ser el único resquicio al que pueden acceder en un país en el que su libertad se encuentra muy limitada.

“Ese es el sinsentido contra el que tienen que luchar a diario el personal médico de este hospital –el de Dar al Shifa-; pero a pesar de las adversidades continúan luchando, a diario, para salvar el mayor número de vidas; ellos, y solo ellos, son los auténticos héroes de esta sin razón. -Todos los días lo mismo, todos los días. ¿Este niño es un terrorista? ¿Es de Al Qaeda? ¿Dónde está Naciones Unidas ahora, eh? ¿Dónde?-, habla uno de os doctores mientras trata de sostener unida la pierna del niño para que una enfermera pueda unir los pedazos”, relata Antonio Pampliega .

Lea la crónica completa de El País titulada “Viaje al epicentro del dolor de Alepo” de Antonio Pampliega.