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La Sonrisa de la Desilusión de Guillermo Espinosa Estrada
La sonrisa de la desilusión de Guillermo Espinosa Estrada (Puebla, 1978) aborda el ensayo desde su definición clásica: tiento, prueba, experimento. Lanzar una idea al aire y hacer malabares con ella. En cada uno de los textos hay un punto de vista sustentado, libre de obviedades, con argumentos afilados que ameritan una segunda lectura, y una intención lúdica que retoza párrafo tras párrafo y que deja a su paso una sonrisa.
Por Lado B @ladobemx
18 de octubre, 2012
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Alejandro Badillo

El ensayo es un género maleable cuyos primeros rastros podemos hallarlos en la retórica griega. En un amplio rango que abarca desde lo cotidiano hasta lo filosófico, el ensayo se ha disfrazado de diario íntimo, diatriba, apología, libelo. Michel de Montaigne fue uno de sus cultivadores más fervientes, pero también lo han explorado de forma luminosa autores como Jorge Luis Borges, Robert Louis Stevenson, William Hazlitt, Charles Lamb y Alfonso Reyes.

Tumbona ediciones, 1era edición 2011.

La sonrisa de la desilusión de Guillermo Espinosa Estrada (Puebla, 1978) aborda el ensayo desde su definición clásica: tiento, prueba, experimento. Lanzar una idea al aire y hacer malabares con ella. En cada uno de los textos hay un punto de vista sustentado, libre de obviedades, con argumentos afilados que ameritan una segunda lectura, y una intención lúdica que retoza párrafo tras párrafo y que deja a su paso una sonrisa. El mérito del autor es enhebrar teorías revestidas con una forma que seduce: un absurdo, por ejemplo, que es resuelto con ironía e inteligencia.

En el ensayo inicial, “Burladero”, se advierte una brecha que el autor sigue con fidelidad: burlarse de sí mismo para hacer efectivo su discurso y, así, establecer puentes con el lector. Hay un homenaje a Borges en “Breve vindicación de Johann Sebastian Mastropiero”: un artista cuyo valor es la capacidad para copiar con exactitud las obras ajenas y que son recopiladas en un catálogo pormenorizado. En “Bibliotheca Scriptorium Comicorum” se plantea una epopeya bibliófila cuya magnitud la torna imposible: conservar sólo los libros cuya intención sea la risa.

¿Cómo dibujar la línea entre la seriedad y la burla? ¿Cómo distinguir la ironía y sus matices? Espinosa Estrada también tiene tiempo de abordar la cultura de masas y mezclarla con su biografía en “Sitcom: instantáneas para una familia feliz”. Además de las exploraciones intelectuales hay espacio para la confesión, un atisbo a la memoria que no cae en la sensiblería barata porque el humor siempre exige un territorio neutro, una distancia prudente para lanzar con tino sus dardos.

En La sonrisa de la desilusión hay justeza en las palabras; esto no significa una prosa árida o conservadora, al contrario, el autor combina la contención con el relieve poético que moldea frases como ésta: “mi lengua es un alfanje afilado en manos de un moro inexperto; no he logrado domeñarla, termino hiriéndome a mí mismo en mi torpe furia”. A pesar de las digresiones y devaneos del autor, cada uno de los textos tiene un cierre circular, “narrativo”; el fin de una historia, el regreso del héroe a casa.

La sonrisa de la desilusión es un cúmulo de ideas asestadas con ironía, una confesión que linda con la mentira y que exige, en todo momento, una lectura atenta. Estos elementos quedan ahí, por instantes, flotando en el papel, convocando gozo y sorpresa.

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