Lado B
El verdadero outsourcing gubernamental *
Por Lado B @ladobemx
08 de octubre, 2012
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Alejandra Sandoval

@ZoilaRinhones

En mi tarjetón quincenal de pago existen tantas alegrías como tristezas.

Se supone que un trabajador de gobierno debería pasársela bomba con su salario y está por encima de las artimañas que a la clase empresarial se le ocurren para negarle prestaciones o estímulos a sus empleados. Pero no.

Empezando porque, como buena Godínez, cuando llega la quincena, debo aproximadamente el 70% de mi salario. Entre otros gastos “fijos” (renta, gas, etcétera), están los “ociosos”: la comida corrida, la tanda cumpleañera, la bolsa de catálogo, la cooperación para la Cruz Roja (en octubre) y el adelanto para la comida de Navidad de la oficina, entre otras muchas erogaciones imperdibles. Pero desde hace un tiempo, debido a que el gobierno ya no puede mantener su sistema de pensiones, a los trabajadores nos exigen destinar parte de lo que se llamaba “fondo de jubilación” (inserte aquí el número de concepto que aparezca en su tarjetón, de acuerdo a su dependencia) a una cuenta de afore que descuenta un extra “voluntario”  con cara de obligatorio.

Este descuento nos ha hecho volvernos más “independientes” a los trabajadores de la administración pública en cuanto al retiro se refiere. Pero también, este ajuste nos ha causado una histeria colectiva que raya en el apocalipsis zombie. Si ahora somos responsables de nuestro fondo para el retiro, ¿qué sigue? ¿Liquidación de ley? ¿Aguinaldo de 20 días de trabajo? ¡Histeria!

En el radio pasillo de todos los días ya se empieza a escuchar que el fin del mundo es posible y que los mayas estaban, en realidad, adscritos a la unidad de personal. Por primera vez en muchos años, los burócratas empezamos a temer que se nos trate como a empleados de la iniciativa privada y eso nos causa temor. Empiezo a escuchar entre compañeros que el outsourcing alcanzó a las dependencias de gobierno (¿apenas?) y que es probable que las liquidaciones de fin de sexenio nos dejen en calidad de vendedores ambulantes.

La realidad, queridos, es que en la administración pública se trabaja como subcontratado y como vendedor ambulante desde hace mucho, mucho tiempo. Noten al ejército de jóvenes que pasan por las dependencias para hacer su servicio social, esperando una plaza, haciendo antesala para cubrir incapacidades, permutas, incapacidades, contratos temporales; lo que sea por una ficha. Gente que está entre 6 y 18 meses sacando copias, trayendo el café, haciendo las reservaciones de hotel del jefe, archivando oficios y que nunca se quedan con una de las plazas que se abren única y exclusivamente para los amigos, primos, hermanos o cuñados de los que tienen más poder.

Este es el verdadero outsourcing gubernamental. Injusto, gratis e ingrato. Que, no importa cuántas reformas laborales se aprueben, seguirá siendo una forma de explotación y desencanto del joven recién egresado. Porque no existe peor condición laboral que trabajar por una oportunidad de empleo y no obtenerla.

No existe, dentro de la práctica laboral en gobierno, la posibilidad que los jóvenes que han pasado por un puesto puedan competir o acceder a las plazas abiertas en la estructura. Porque las plazas se abren. Están ahí, vacantes. El truco es que se usa a los pasantes para calentarle la silla al papanatas o al compadre recomendado que llegará después.

¿Y qué me dicen del ejército de informales en la administración pública? Desde quien es cuate del que firma los presupuestos, hasta el proveedor que pasa un porcentaje al encargado del proyecto; de la trabajadora que vende, a pesar de estar expresamente prohibido, cualquier cantidad de artículos. O los administradores de los inmuebles que se coluden con –ahí sí- organizaciones de vendedores ambulantes para evitar que Protección Civil y el Ayuntamiento los retiren de accesos, estacionamientos, salidas, etcétera. Mientras no sea el mismo gobierno el que limpie sus prácticas laborales, no se podrá sanear la práctica laboral en empresas o sindicatos.

Para terminar, les dejo esta belleza de tuit de la delegación estatal de la Secretaría de Economía de hace unos días. Hasta parece que lo escribí yo.

 

P.D. Ya mero pagan aguinaldo. ¿No están emocionados?

* Las personas y situaciones aquí referidas son ficticias. Absolutamente, de ninguna manera, representan situaciones reales, dentro de organismos gubernamentales reales, de países reales. Aunque, debo resaltar, en honor a la verdad, la labor olímpica que realizan esos servidores públicos – que sí existen- que trabajan todos los días por su país y que soportan la carga laboral de todos éstos mencionados… que no existen. 

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