Eran como 80 personas y juntas gritaron: “¡José Ramón, libertad; Pascual, libertad. Justicia!”. A los pocos minutos, Brígida Cruz salió del penal y aunque sabía que toda esa gente la esperaba, en su rostro hubo sorpresa. Algunos se acercaron y comenzaron a rodearla. Los fotógrafos accionaron sus cámaras y entonces se quedó quietecita, medio risueña, con los brazos a los costados, durante algunos segundos. Luego le dio la mano a una mujer que estaba a su lado, la abrazó, cerró los ojos y recargó su cabeza en el hombro ajeno. Después, como si conociera a la veintena de personas que seguía rodeándola, abrazó a cada una. Así les dijo a todos y todas lo que tenía que decir en ese lenguaje que no necesita escucharse, que nomás se siente.
Conozca el caso de José Ramón y Pascual.
@Qu3tzal. Fotógrafa colaboradora de Lado B. Comunicóloga de profesión y apasionada al cine documental por convicción.