Lado B
Entre el desempleo y las buenas costumbres
Por Lado B @ladobemx
27 de septiembre, 2012
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Tuss Fernández

@ituss79

Algún día voy a comerme el cielo para dejar de ver tus estrellas. 

Era una de esas tardes en que el cosmos conspira para destruirme el peinado y con ello, los nervios. Han de saber que la poca vanidad que tengo se concentra en mis folículos capilares que muy cuidadosamente desordeno uno a uno frente al espejo –con la respectiva cara de concentración que ello amerita– como si de ritual se tratara.

Si mi GPS biológico no estuviera atrofiado de nacimiento yo no hubiera estacionado el carro a dos cuadras de su trabajo y me hubiera ahorrado el ridículo de andar caminando en una encarnación entre Rosita Fresita y Mary Poppins bajo una demencial tormenta con un coqueto y diminuto paraguas rosa que ella tuvo la amabilidad de prestarme.

Superadas las inclemencias climáticas y con parte de mi ego aplastado, llegamos a una cafetería donde pasamos una larga y riquísima tarde de café con reflexión y chisme incluidos.

Mi amiga Liza es transexual y mientras planeábamos como conquistar el mundo, dedicamos buena parte de la charla a los clichés –ya ven que ni me gusta discutirlos– sobre las identidades sexuales y el empleo.

El texto que a continuación reproduzco lo recibí un par de días después –el 14 de septiembre para ser exactos– y sería la colaboración de Liza para el número de Octubre de ReversibleMx. Aclaro que como mera cuestión de estilo se ha respetado su petición de que aparezca en letras minúsculas.

…….

“¿eres estilista? o mejor dicho la transexualidad y el empleo…

‘oye… ¿te dedicas al show?¿o tienes una estética?’ esas han sido las preguntas que en automático más de unx fulanx me han hecho sea en la calle o en el antro; y esas mismas preguntas me llevan a preguntarme: ‘¿por ser transexual erré mi profesión, o será que estoy más loca de lo que yo pensaba?’ luego me di cuenta que no era yo la que estaba mal (para variar…) más bien la sociedad mexicana es la que está encerrada en el prejuicio, esto lo digo porque le pareciera una atrocidad o una injuria o peor que una mujer transexual sea profesionista. el punto es que el promedio mexicano tiene una expectativa laboral muy definida sobre esta población: prostitución, estilismo o imitadoras (que no tienen nada de malo ninguna de ellas), y además de que somos unas completas retrasadas mentales, que nunca terminamos ni la primaria, y que no sabemos más que sumar 2 y 2 (es 4 por si creían que yo no sabía), pero lo cierto es que muchas estudiamos carreras universitarias o por lo menos carreras técnicas.

les hablaré un poco sobre mí (y hago constar que no soy un referente impresionante) y de los estudios y capacidades que tengo, para que vean (los prejuiciosos) que las mujeres trans somos más de lo que ven y que si hay cacumen respaldándonos, que sabemos razonar y que no estamos mal de la cabeza (ese es tema para otra ocasión).

empecemos por lo primero (duh!), mis estudios básicos fueron en un colegio alemán que ahora está en Cuautlancingo, donde para iniciar la cuenta aprendí 2 idiomas. luego puedo mencionar que la preparatoria no la concluí en dicha escuela por cuestiones disciplinarias (soy una revoltosa, qué puedo decir) después de terminarla en otra escuela de menos renombre pasé a la universidad, donde cursé la licenciatura en diseño de información y cabe mencionar que dicha institución se encuentra en un campus único y genial sobre la Recta a Cholula en cierta ex-hacienda de San Andrés Cholula (lo escribo así para no meter goles), ahí aprendí las bases de otros 2 idiomas y desarrollé varias habilidades como manejo de grupos, liderazgo, expresión en público, entre otras; salí en calidad de pasante ya que mi título está pendiente por cuestiones financieras -más de 30 mil cuestiones, jeje- y la culminación de mi tesis. así que recapitulemos el resultado de mis estudios, pasante de licenciatura, políglota, habilidades de liderazgo, expresión y grupales, manejo de infinidad de software, etc.

ahora pasemos a un poco de mi experiencia laboral donde hago hincapié en que nunca he laborado en ninguno de los tres conceptos previamente prejuiciados,. comencé trabajando en una tienda de helados por ahí de mis 17 años, luego trabajé en cierto café de verde y dorado en la sucursal de Cholula; en un periodo de distracción de este trabajo, laboré durante 6 meses como cajera en una boutique ubicada en Plaza Dorada -que ya no existe a partir de este año (2012)-, todo eso antes de ingresar a la universidad y ya entrando,  regresé al café antes mencionado pero en otra sucursal; ese mismo trabajo lo alterné con dedicarme no sólo a mis estudios sino a volverme entrenadora de spinning en 3 gimnasios diferentes, uno parte de un club deportivo, donde di clases en varios periodos, el más largo de 3 años y posteriormente entré como practicante a un despacho de diseño multimedia donde hice de todo un poco: web, retoque fotográfico (soy una maga con el fotochop), y principalmente edición de audio y video para desarrollos interactivos. en este lugar conseguí al finalizar mis prácticas un puesto como empleada de tiempo parcial durante 1 año (que por cierto voló). tiempo después trabajé en un servicio de telemercadeo ofreciendo promociones a clientes de una compañía celular y en el que sólo  estuve 3 meses y renuncié luego de una discusión con la gerente sobre cómo trataban al personal. después pasé a una empresa de medios publicitarios donde debido a sus políticas transfóbicas y homofóbicas me despidieron a los 4 meses (1 semana después salir del clóset), y actualmente trabajo coordinando el área de diseño web de una corporación que maneja 4 estaciones de radio por internet.

así de poquito he estudiado y he trabajado en mis 32 años de edad, y no es todo lo que he hecho, solo lo más importante, como verán nada de lo anterior se relaciona con este prejuicio del empleo, pero el principal problema radica en la cuestión legal del trabajo, una identificación que te hace una indocumentada en tu propio país es la primera barrera con la que nos topamos y a la que se suman la discriminación y el odio injustificado a lo que como muchos creen es ‘un estilo de vida’ y no nuestra verdadera identidad. eso y muchos otros factores han orillado a muchas chicas trans a optar por profesiones u oficios de índole independiente donde figura el estilismo o las relaciones públicas en antros de ambiente, o las que corremos con suerte en alguna empresa independiente donde los dueños afortunadamente no tienen complejos ni percepciones erradas y no juzgan al libro por la cubierta sino por el contenido. pero lo que quiero dejar bien en claro es que no por ser transexuales somos prostitutas o estilistas, también las habemos diseñadoras, doctoras, psicólogas, preparadoras físicas, etc.

mi reflexión final sería la ya trillada frase de: «nunca juzgues un libro por la cubierta (o el autor)», creo que es importante en cuestión laboral dejar que el curriculum vitae, las habilidades y actitudes  y el trabajo mismo de la persona hablen por sí mismas más allá de identidad sexo-genérica, sexualidad, la apariencia, la raza y otras tantas razones para discriminar a las personas.

me despido diciendo: «… ahí se las dejo de tarea…»

Eliza S. GonzálezAngulo Dierdorf “.

Víctima de la trans-homofobia, Liza es desde ayer una persona más de las que engrosan las ya muy abultadas cifras del desempleo en nuestro país.

El dueño del inmueble que renta su espacio a la oficina donde laboraba amenazó a los socios con revocar el contrato de arrendamiento si ella no era despedida porque claro, era ‘inapropiado’ para la gente convivir con alguien de ‘su tipo’.

¿Por qué seguimos siendo presas de estos ‘defensores’ de las ‘buenas costumbres’? ¿Hasta cuándo dejaremos de ser víctimas de una sociedad tan profundamente intolerante, tan vergonzosamente ignorante?

La homofobia mata… y mata de muchas maneras.

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Autor Lado B
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