Lado B
El poder de nombrar a los muertos
 
Por Lado B @ladobemx
24 de septiembre, 2012
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La regla de la “guerra” dice –aunque callando– que, en el momento de dar muerte uno no puede hacerlo con el prójimo, con el “igual”. No puede ser matado alguien con esas características parecidas a las mías, porque se le estaría dando la muerte a uno mismo: en ese otro hay algo de mí que puede ser perdido. Para eso la “guerra” tiene que producir, más allá de la muerte, un momento de desigualdad, un momento de no-reconocimiento y banalización del sufrimiento.

Foto: Lado B

Ver en ese Otro, quizá, no un humano, sino una bestia, una cosa, una piedra, una roca, un caracol, una planta que, cual efímera estadística, se disiparía irremediablemente entre los anales de la nada: caudal de datos.

La “guerra” debe de demostrar que en el Otro no es nadie para actuar impúdicamente; es decir, que en el Otro no se pierde un semejante con historias, con palabras, con sueños, con vida, con amores, fobias y miedos, sino ese vulgar objeto que se aniquila como a una mosca. Se echa a andar la maquinaria bélica a partir no sólo de la violencia, sino también de éste aspecto conceptual en particular. Dicho de otro modo: en él no sólo intervienen las armas, lo hace de igual manera la subjetividad en la que no estaríamos muy lejanos a participar, perplejamente, sin notar su presencia.

Lea el artículo completo de Nuestra Aparente Rendición aquí.

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