Lado B
Somos 144 y 145
En mi anterior colaboración (Estoqueremos) me referí al Monitor europeo para el pluralismo de los medios, MPM, como un interesante modelo de medición de los niveles de pluralismo y democratización de los medios de comunicación y cuyos 166 indicadores son dignos de un análisis más profundo para conocer la realidad mexicana en este ámbito, y también para saber con certeza cuáles son las exigencias que, como sociedad civil, debemos plantear.
Por Lado B @ladobemx
04 de junio, 2012
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Hugo León Zenteno*

@hugoleonz

En mi anterior colaboración (Estoqueremos) me referí al Monitor europeo para el pluralismo de los medios, MPM, como un interesante modelo de medición de los niveles de pluralismo y democratización de los medios de comunicación y cuyos 166 indicadores son dignos de un análisis más profundo para conocer la realidad mexicana en este ámbito, y también para saber con certeza cuáles son las exigencias que, como sociedad civil, debemos plantear.

Así, en una primera revisión a detalle del instrumento completo, son realmente pocos los rubros en los cuales podríamos hablar de un bajo riesgo de concentración en la posesión, control o gestión de los medios, sobre todo porque esto depende en gran medida del marco regulatorio en la materia y por ende de un eficiente trabajo de los tres poderes del Estado y de los tres niveles de gobierno. Valgan, pues, como muestra de nuestro rezago, unas breves ideas sobre algunos de los indicadores (entre paréntesis su número identificador):

  • (36) Disponibilidad y proporcionalidad en las cartas de programación para minorías culturales y sociales en canales y servicios de medios públicos. El ejemplo de la escasez de contenidos en lenguas indígenas es ilustrativo de la poca presencia mediática disponible para los grupos minoritarios.
  • (47) Acceso para medios comunitarios o minoritarios a redes y plataformas de distribución. Los intentos regulatorios en este sentido (como la llamada Ley Televisa) no sólo omiten esta posibilidad sino que ponen en riesgo la existencia misma de medios comunitarios.
  • (58) Posesión combinada de medios regionales/locales y redes nacionales por la misma compañía. Basta pensar en el caso de los canales de televisión local, los cuales pertenecen, en su mayoría, a las televisoras nacionales.
  • (74) Salvaguardas regulatorias para la representación de comunidades regionales y locales en consejos y/o otros cuerpos consultivos en el sector de los medios. Aunque algunos medios (sobre todo de carácter público) sí tienen dichos consejos, no se maneja una adecuada representatividad regional en ellos.
  • (119) Indicaciones del nivel de favoritismo y parcialidad política en los medios durante las campañas electorales. El empeño, en este sentido, ha sido notorio en estas elecciones.
  • (126) Nivel de discriminación en la distribución de la publicidad gubernamental, reflejado en un favoritismo hacia los medios controlados por partidos políticos en el gobierno o por sus simpatizantes, o bien en una penalización a los críticos de esos medios. Tema muy en boga por los fuertes cuestionamientos a la alta discrecionalidad en el otorgamiento de contratos a medios de comunicación “a modo” o con audiencias marginales; y por los evidentes e insultantes dispendios para la promoción personal de ciertos gobernantes.

No obstante el oscuro panorama que se plantea por todo lo anterior, recientemente hemos sido testigos de vientos de cambio a partir de una postergada pero genuina iniciativa civil, la cual ha ido sumando en un par de indicadores que están mayoritariamente sujetos a la madurez, el ímpetu y la conciencia política de la sociedad y no a los vaivenes y despropósitos de los poderosos. Uno, el 144, número de ciudadanos y de grupos de ciudadanos usando medios en línea para publicar contenidos relevantes para el debate político; y otro, el 145, nivel de influencia de los bloggers en el debate público y político. Los sucesos de las pasadas semanas confirman esto, no únicamente en el estricto sentido de la cada vez más necesaria deliberación pública, sino en las posibilidades organizativas y articuladoras de discurso que se han generado a partir del propio debate político (en sus diversas y originales formas) tanto en las redes sociales como a partir de las ideas de un buen número de bloggers. Por eso, más allá de que seamos 132, también somos 144 y 145; los resultados de serlo apenas se asoman y aún así se anuncian como un parteaguas en la dinámica colectiva de México. Ahora es por una cuestión electoral pero mañana nos esperan un sinfín de causas más por las cuales deliberar.

 

*Académico en las áreas de Periodismo y Comunicación. Actualmente es profesor en la Universidad de las Américas y en la Universidad Iberoamericana Puebla. Analista y consultor en Media literacy, en Infonomía para cibermedios y en Calidad académica. Editor y productor de contenidos en deporte, cultura y viajes. Otras de sus áreas de interés profesional son: hemerografía comparada, ciberperiodismo y arte moderno. Vive en la ciudad de Puebla; gusta del beisbol, el chocolate y la lluvia. Correo Electrónico: hugoleonz@gmail.com

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