Seguramente los seres humanos pensamos que somos los únicos que podemos estar tristes y enfermarnos de algunas enfermedades que todavía no son totalmente aceptadas como la depresión.

De acuerdo al punto de vista de dos investigadoras estadounidenses: Barbara Natterson, y Kahtryn Bowers, autoras de un libro en el que investigan a fondo los padecimientos que aquejan a los animales  y personas, debería existir una cooperación más seria entre profesionales de la medicina humana y la animal.

Ellas afirman que los gansos, gorilas y focas pueden sufrir de depresión, por ejemplo, cuando pierden a un ser querido que vivía con ellos.

La reacción de los animales que sufren de depresión es lastimarse a sí mismos. Por ejemplo las aves pueden arrancarse las plumas y con el pico hacerse daño si se encuentran totalmente solas y en estado depresivo.

Las investigadoras sugieren que deberían desarrollarse trabajos conjuntos entre médicos y veterinarios para avanzar en la cura de enfermedades comunes, como se hacía en el siglo XIX en algunas comunidades rurales, cuando un médico podía tener como pacientes a seres humanos y animales.

Destacan el caso de los chimpancés con los que compartimos el 98% del genoma y por ello, deberían recibir más atención científica en sus enfermedades.

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