Lado B
Fantasía, dinámicas y amistad, antídotos contra la discriminación
Un acercamiento a este problema que se encuentra cotidianamente en todos los ámbitos de la vida
Por Lado B @ladobemx
21 de junio, 2012
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Flor Coca Santillana

La discriminación entre los seres humanos está presente en la vida cotidiana en muy diversas formas. Puede ser violenta, hostil, abierta o bien; disfrazada, encubierta, hipócrita.

Se puede ser discriminado por el color, la raza, el grupo social, el género, la religión y las preferencias sexuales, entre otras causas. Al ser discriminada, una persona es tratada con desigualdad en cuanto a sus derechos humanos, lo que invalida temporal o definitivamente el bienestar y el derecho a una vida digna.

Es así que no pueden manejarse cifras globales de la discriminación, ya que es una cuestión que abarca muchas formas de ejercerla y de padecerla.

En Puebla, sólo en lo que va de 2012, cinco personas han sido asesinadas por su preferencia sexual. Tres de ellas con sólo dos días de diferencia: 10, 11 y 12 de marzo, fueron los días en que los crímenes de odio en Puebla se desataron.

Es esta la forma más cruel de la discriminación: el asesinato por una preferencia sexual distinta. Hay otras formas más sutiles que se practican diariamente en la sociedad sin que uno se percate de que son también formas de mostrar que la otra persona es menos, que depende de otros para desarrollar su vida diariamente.

Imagen del libro «Libertad y los Zotros»

Así lo piensa el doctor Santiago Palacios, investigador de la Universidad del País Vasco. Él plantea que el sexismo hacia las mujeres tiene dos caras, uno es hostil y tiene que ver con el rol que cada uno tiene que cumplir dentro de la sociedad. Las mujeres atendiendo a los hombres y siendo maltratadas por su condición de mujeres. El otro, el sexismo benevolente, que se ejerce porque  las mujeres son frágiles, bonitas, tiernas, hacendosas,  y tienen que ser amparadas por los hombres, que representan la fuerza, la protección, la valentía. Este es tolerado por una gran parte de la sociedad:

“El sexismo benevolente hay que hacerlo público, a ser conscientes de que lo estamos practicando, de que quizás cuando estamos abriendo una puerta, estamos contribuyendo a considerar inferior a una mujer. Y en una sociedad como ésta es difícil. El ver que por ejemplo abrir una puerta no significa sólo eso, significa una relación de poder”.

Guitté Hartog, investigadora del Instituto de Ciencias y Humanidades de la BUAP, especialista en temas de violencia y discriminación, afirma que la discriminación: “es un asunto que duele mucho. Estás viendo la tele, vas al banco, en la calle, en la familia, vemos niñas y niños que se dicen cosas, groserías, se lastiman. Y es más doloroso porque se normaliza. Para todos se va haciendo normal que suceda”. Para ella la discriminación en México es sobre todo padecida en todos los ámbitos de la vida: educación, salud, vivienda, por los pobres.

“El sistema educativo depende de tu clase social, el sistema de salud, el sistema de justicia también y eso sí no es normal porque en otros países no es así”, afirma.

¿Existe el anhelo de cambiar la situación, es posible?

La risa franca y su amplia sonrisa hacen que Guitté Hartog crea firmemente que el método que utiliza tendrá resultados y que las generaciones por venir serán distintas.

“Por el momento le apuesto mucho a la niñez, necesitamos una niñez sana, una sociedad menos autoritaria, más democrática, más justa. Y aquí hay como una deshumanización muy grande y México lo que tiene es una sociedad familiar en la que importa nuestra familia, pero lo que le pasa al niño o la niña de al lado, no nos importa”.

La fantasía, la amistad, el amor entre los seres humanos es la apuesta de las investigadoras que están decididas a cambiar el estado de cosas y construir una sociedad más humana, más propositiva, con valores y que los niños y jóvenes tengan sensibilidad hacia lo que otros padecen.

Los libros, el ejercicio y la reflexión son sus apuestas para que los niños piensen y tomen conciencia de que debemos respetarnos por encima de todo y ser tolerantes y amigables con nuestros semejantes.

Martha González, también parte del equipo, visita las escuelas y atiende a niños con problemas de agresividad.

Imagen del libro «Libertad y los Zotros»

“Mira, ahorita el objetivo principal es que los jóvenes tengan conciencia de que el respeto hacia sus semejantes es uno de nuestros principales valores. Sea tu vecina, tu amiga, sea quien  sea que esté a tu lado debe haber una norma de respeto, una norma de valor, de amistad, de compasión y de mucha humanidad. Y no tienes que ver que sea flaco, que sea negro, que sea pobre que sea rico. Simplemente es un ser humano”.

Su dinámica de yoga: de la cabeza al corazón, ayuda a que ellos liberen esa emoción que muchas veces tenemos guardada los seres humanos. La palabra  hermano, amiga, son esenciales para que ellos no discriminen.

Se llena de emoción al  preguntarle cómo se siente al ver cambios en sus alumnos:

“Cuando tu ves qué por medio de la música, la meditación, el olor, los niños que son considerados como violentos, que son etiquetados como agresivos y que están en total calma con su mente y su corazón en tranquilidad, para mi es una gran esperanza”, dice Martha, para quien es un reto diario tratar de revertir la situación de los niños que acuden a su dinámica y pensar con determinación que el camino correcto para transitar es el de la felicidad, sin nunca discriminar a otro ser humano.

Erika Jarillo, alumna de la escuela Marie Curie en la ciudad de Puebla, sabe muy bien que discriminar a otra persona es no jugar con él o ella porque es moreno, chaparrito o gorda. “No los tratan bien y otros se hacen valer más que él. Tú no eres como nosotros, no tienes dinero, ni una casa grande, entonces no te vamos a hacer caso”.

Erika asiste a una escuela en la que todos realizan actividades en equipo y los niños comparten canchas de juegos y ballet.

“Todos debemos de tratarnos igual porque no somos diferentes, no por ser unos flaquitos o gorditos. Bueno, rectifica, si somos diferentes, por ejemplo uno es gordo y otro moreno, y yo los tengo que tratar igual”.

La solución para ella es que no se debe permitir que los maestros discriminen a sus alumnos, que inculquen entre ellos un trato igual, y pone un ejemplo: si llega un nuevo niño al salón y es moreno y no conoce el ambiente, hay que acercarse a él.

Al preguntar a Erika por qué utilizaba siempre la palabra morenos, contesta: “porque los blancos tienen mucho dinero y se creen más, los morenitos a veces no tienen y los discriminan más que a los blanquitos y no se tratan igual”.

Imagen del libro «Libertad y los Zotros»

Guitté y sus monstruos, son muy bien recibidos por los niños en las escuelas. “Es que son monstruos muy humanos”, dice la investigadora. A los niños siempre les queremos enseñar ciencia, cómo funciona un átomo, pero nunca les enseñamos cómo funciona un ser humano, y es más fácil rehacer un átomo que eliminar un prejuicio” dice sonriendo.

Sus monstruos, editados en tres libros de gran colorido, “lo que más disfruto en la vida es manejar el color, son las emociones. Por medio de ellos trato de transmitir bondad a la humanidad. Puedo entregar algo de armonía, de felicidad, de juego”, concluye con una gran sonrisa.

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Autor Lado B
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