Lado B
De movimientos y movilizaciones: cuando los alumnos superan a los maestros
Por Lado B @ladobemx
13 de junio, 2012
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Martín López Calva*

Durante las semanas recientes la sociedad mexicana a presenciado de manera simultánea el crecimiento del movimiento juvenil, esencialmente universitario conocido por su hashtag #yosoy132 y de la continua manifestación a través de movilizaciones de maestros pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y algunas secciones críticas o disidentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Estas dos manifestaciones sociales han sido recibidas con reacciones distintas y aún opuestas por parte de la ciudadanía y los llamados periodistas y analistas de los distintos medios de comunicación. Mientras el movimiento estudiantil es visto en general con simpatía y valorado positivamente –con matices que van del entusiasmo exacerbado a la valoración crítica y propositiva-, las movilizaciones de los maestros han sido recibidas con reacciones mayoritariamente negativas y expresiones de desaprobación con diversos grados de intensidad.

¿Cuál es la razón que hace que la sociedad y los comentaristas tengan reacciones contrarias ante estas dos manifestaciones de inconformidad social?

Desde mi punto de vista los motivos que explican estas reacciones tienen que ver con varios factores:

-La novedad y frescura del movimiento estudiantil frente al desgaste y lo trillado de las movilizaciones magisteriales.

-La identificación y legitimidad de las demandas del movimiento juvenil frente al rechazo e inautenticidad sentida respecto a las peticiones de los maestros.

-La percepción compartida respecto a que los reclamos estudiantiles se dirigen hacia la ruptura de intereses de los llamados poderes fácticos que privilegian sus intereses particulares y están afectando a la sociedad mientras que los reclamos de los docentes provienen de intereses de grupos que defienden espacios de poder e intereses particulares y afectan al conjunto de la sociedad.

Respecto al primer factor, el movimiento de los jóvenes ha venido a refrescar la etapa preelectoral que hasta ahora había sido bastante aburrida, falta de interés y de motivación y casi definida en su resultado por la construcción mediática de una candidatura que llevaba una ventaja percibida como imposible de remontar. En tanto las movilizaciones magisteriales se han venido repitiendo año tras año por estas fechas desde hace ya muchos ciclos escolares con el consecuente desgaste y cansancio de la población que ve repetirse en mayo y junio de cada año las mismas escenas y casi idénticas consignas.

Por otra parte, el movimiento estudiantil reclama transparencia en la información, evitar la manipulación de la sociedad por los medios de comunicación que hacen pasar por información elementos de clara propaganda pagada. Esta demanda es respaldada por gran parte de la sociedad que ve en este reclamo una necesidad sentida y auténtica de estar bien informada y de ser tratada con respeto. Por otra parte, las demandas de los maestros parecen una contradicción en sí mismas: ¿Maestros en contra de una alianza por la calidad de la educación? ¿Educadores que demandan “No a la evaluación universal de docentes” y ahora además, “no a la prueba enlace” que evalúa y da cuenta del desempeño de los estudiantes?

Finalmente, el movimiento #yosoy132 dirige sus demandas hacia las grandes cadenas de televisión y prensa del país, que por décadas han privilegiado sus intereses económicos por encima del derecho a la información de los ciudadanos, exigiendo romper con las complicidades entre los medios y la clase política para buscar la consolidación de una sociedad realmente democrática. Mientras tanto, las movilizaciones magisteriales provienen de grupos de maestros que parecen defender sus intereses particulares –negociación de privilegios como la no evaluación, el aumento en las prestaciones como días de aguinaldo, salarios, etc.- por encima del derecho a recibir clases de muchos miles de niños y jóvenes de todo el país.

Muchos especialistas en educación, entre los que me cuento, hemos insistido en que no se puede cargar la responsabilidad total de los pésimos resultados educativos de nuestro país en pruebas nacionales e internacionales a los docentes, puesto que para que la calidad de la educación mejore son necesarios cambios estructurales que garanticen, tal como lo propone el movimiento ciudadano “Por la educación», la rectoría del estado en materia de educación, la profesionalización auténtica de los maestros y la autonomía de gestión de las escuelas.

Estos cambios tendrían que contemplar la derogación del decreto presidencial de 1946 aún vigente, que otorga al SNTE facultades de selección, promoción y remoción de profesores y directores escolares que le corresponden a la Secretaría de Educación Pública (SEP); el cambio de la carrera magisterial por un proceso serio y sistemático de profesionalización docente basado en la evaluación; la promoción de una creciente participación social en la gestión escolar y la instrumentación de políticas públicas que garanticen la transparencia y la rendición de cuentas por parte de todos los actores de la educación.

Sin embargo, aunque estos cambios estructurales son urgentes y fundamentales para la generación de condiciones reales para el mejoramiento de la calidad de nuestra educación, es indudable que los docentes tienen también una parte de responsabilidad en el desastre educativo que hoy se vive.

Resulta inadmisible que después de años de oposición por parte del magisterio –tanto del SNTE como de la CNTE- a las reformas educativas necesarias por considerarlas inadecuadas, los grupos magisteriales sigan respondiendo con movilizaciones cada vez más agresivas y violentas a los cambios y no hayan generado propuestas de acción alternativas para mejorar la formación de las nuevas generaciones de mexicanos. Es totalmente reprobable que los que se llaman maestros actúen como los grupos de profesores que ingresaron de manera violenta a escuelas secundarias en Michoacán para arrebatar por la fuerza la prueba ENLACE a los estudiantes que en ese momento la contestaban. Es totalmente inaceptable que esta movilización se valga del robo de los exámenes de ENLACE de las bodegas de las secretarías estatales para impedir su aplicación.

Una mirada comparativa al movimiento #yosoy132 y a las movilizaciones magisteriales nos indica claramente que en este aspecto, los alumnos están superando  a sus maestros.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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