Lado B
Vivir en Cadereyta
 
Por Lado B @ladobemx
13 de mayo, 2012
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Este domingo amanecimos con la noticia de 49 cuerpos encontrados a un lado de la carretera a Reynosa en Cadereyta, Nuevo León. Una noticia sobre todo triste. Sobre la violencia que se vive en el país, pero sobre en ese municipio, recomendamos este texto publicado en Nuestra Aparente Rendición sobre «Cade», un lugar que hace años destacaba por su desarrollo y hospitalidad. 

Los medios de comunicación locales presentaron un video-reportaje en el que informan que Cadereyta Jiménez es el municipio más peligroso del Estado de Nuevo León, y esto porque a Cadereyta algunas bandas del crímen organizado llegaron para quedarse. Sin embargo, pocos saben cómo es vivir en este lugar y probablemente nadie recuerda los años en los que a Cadereyta Jiménez llegó gente de todas partes, incluso de Norteamérica, Europa y Asia, para trabajar y crearse un futuro. Pues allí encontraban no sólo trabajo y mejores oportunidades de vida, sino también gente con un profundo sentido de hospitalidad y amistad.

Soy de Cadereyta Jiménez, Nuevo León, en este norteño municipio crecí y viví los primeros 30 años de mi vida. Alli se forjó mi persona y mi personalidad. Las mejores experiencias de mi infancia y juventud las viví allí, mi familia y mis amistades también están íntimamente unidas a mi historia con Cadereyta. Mis padres y mis abuelos, mis tíos y mis primos todos nacieron, crecieron y, algunos ya se murieron allí.

Cadis o Cade –como algunos locales acostumbramos llamar cariñosamente nuestro municipio—tiene una larga y exitosa historia de desarrollo y crecimiento. De Cadereyta surgieron algunos personajes ilustres que contribuyeron a forjar la historia militar, política y cultural de México.

Cadereyta Jiménez se fundó el 13 de agosto de 1637, y desde entonces ha jugado un papel clave en la historia de todo nuevoleonés y, más recientemente, de México. Desde 1945 se conoce también como la “Capital Escobera de México” – la primera fábrica de escobas del país abrió sus puertas en 1892 gracias a la introducción del ferrocarril promovida por Joseph Andrew Robertson, un norteamericano expatriado en la zona. Mi abuelo tomó parte en esa excitante aventura de introducir el ferrocarril allá en San Juan (una de las dos delegaciones municipales) así como en la creación de nuevos empleos mediante las fábricas de escobas.

En 1973 se construyó una refinería de Pemex, la más grande de Latinoamerica, y de nuevo, otra ola de personas que se mudaron a vivir a Cadereyta, y los jimenenses reaccionaron igual: abiertos, hospitalarios, acogiendo las nuevas familias que llegaron de otras partes, con otras costumbres, otras facciones y otro color de piel… la nobleza de los jimenenses siempre estuvo allí.

Cadereyta es también la cuna del béisbol en México, esto también gracias a la presencia de norteamericanos que vivían en armonía con los jimenenses. Aún hoy en día, el periódico semanal contiene un importante número de noticias relacionadas con este deporte que en Cadereyta cuenta con muchos aficionados. Lástima que una de las últimas noticias fue que se había armado una balacera en un campo de beis mientras se jugaba un partido. Aunque ésta noticia no apareció en el periódico semanal: la libertad de expresión en Cadereyta también está bajo secuestro.

La gente de Cade es gente trabajadora, ahorradora, noble y muy derecha, no se anda con medias tintas. Aún recuerdo un episodio de mi infancia, cuando una noche de verano, a media noche, mi papá llegó a casa con mucha gente, adultos y niños. Eran dos familias que viajando en la carretera habían tenído entre ellas un accidente de auto. Tocó que mi papá les dió una mano y como ya era tarde, se los llevo a dormir a nuestra casa. No los conociamos, eran verdaderos extraños de otra región de México, y aún así se quedaron, cenaron y durmieron bajo el mismo techo nuestro.

Así es la historia de Cadereyta, gente confiada, amable y acomedida. Al menos ese es el clima que dejé hace 13 años cuando me fui a vivir lejos por motivos de trabajo.

Durante estos 13 años de vida en el extranjero, mi vida ha cambiado mucho, pero mi amor por mi terruño en lugar de haber desaparecido, se ha ido incrementando tanto, que un día hasta se me ocurrió que podría candidarme como alcalde y así ayudar al desarrollo social, economico y cultural de mi ciudad. Y es que como dice el refrán: “uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde”. En mi experiencia, conocer otras realidades me ha hecho apreciar y valorar profundamente mis raíces. Y es por esta razón que cada año regreso a mi terruño, para volver abrazar a mis gentes, reunirme con mis amigos, ver los increíbles atardeceres enmarcados por el Serro de la Silla –sí porque desde Cadereyta se ve ‘el otro lado’ del Serro de la Silla, el lado oriental, el que se ve cuando se mete el sol, y tantas otras cosas más.

Ya pasaron más de dos años y yo no he podído regresar a Cade, no porque no quiera, sino porque no es seguro, porque por ahí andan ‘los malitos’ –así es como la gente llama, por miedo, a los criminales en Cadereyta, y en Nuevo León en general. Mis familiares me dicen “no vengas, mejor esperate a ver si se pasa… ellos no te conocen, de seguro te matan o te levantan”.

No, esto no se ha pasado. Es más: ha ido creciendo como la espuma, sin que nada, ni nadie haya siquiera intentado hacer nada. Seguido me comunico por diferentes medios con mis amigos y familiares, y nadie desea hablar de esto. Es por miedo. En Cadereyta, donde tranquilamente podías invitar a dormir en tu casa a un grupo de extraños y de alli crear una bella amistad, ahora la población vive en un terror que te hiela la sangre. Y es que uno ya no se sabe en quieé confiar. “¿Cómo fregados le hace uno para saber que fulano o sultano no anda metido en eso?” A los policías los arrestaron hace más de un año y nadie los ha reemplazado, los criminales llegaron intimidando todo negocio y actividad, “o te alineas o te mueres”. Y como nadie quiere morir pues no le queda de otra. Mi propia identidad la tengo que velar porque escribiendo esto, aunque esté lejos, estoy poniendo en riesgo mi persona y mis seres queridos.

Cuando trato este tema con mis amigos y familiares, la respuesta es siempre la misma, “mejor cambiémos el tema, cuéntame de ti”, “hay que rezar mucho por ‘los malitos’ para que Diosito los haga cambiar”, “es mejor no saber” y así, como dice el dicho: “ojos que no ven…” Pero luego te encuentras el descabezado, te levantan a tu hijo y te lo regresan calcinado, te ejecutan mientras trabajas… Es casí como que los jimenenses de verdad están esperando que suceda un milagro: “el milagro”.

Hace aproximadamente unos 10 años llegaron a Cadereyta muchos empresarios de casinos y de casas de empeño, la nobleza y la inocencia de la gente sencilla fue capturada por los casinos y sus ‘promociones’, por la ‘lanita fácil’ al empeñar alguna prenda… ahora que la población está como idiotizada por el miedo, ‘la distracción’ es ir a dejar lo poco que le queda en moneda o en especie en estos antros de dinero.

No se cuándo podré regresar a Cadis y sentirme a salvo, quién sabe si será posible; saber que todo un pueblo enmudece por el terror, porque ya no es libre, porque ahora trabaja para los criminales aunque no quiera es ya demasiado triste como para ir a comprobarlo personalmente.

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