La primera pregunta que se hace a los analistas y académicos en las mesas posdebate es:

¿Quién ganó o quién perdió el debate? Consideramos que es este un ejercicio sano para que los ciudadanos estemos informados y conozcamos las propuestas de todos los candidatos. La pregunta es: ¿el formato que se ha escogido para que los candidatos debatan lo permite? Este debe ser un ejercicio serio y que realmente permita conocer lo que proponen y como piensan llevarlo a cabo. De la forma en que está planeado, no es posible.

Los tiempos que se dan a los candidatos para responder y dar réplicas sólo permiten respuestas a medias y dejar en el camino temas centrales para el desarrollo del país.

Sorpresas no hubo ninguna, cada uno de los candidatos en su muy particular estilo, defendió su línea a seguir y la forma en que gobernaría al país. Las promesas no se hicieron esperar y tampoco las acusaciones de corrupción entre unos y otros candidatos, incluso mostrando fotos o documentos que la televisión nunca nos permitió ver con claridad, ya que la producción del debate dejó mucho que desear.

Sería muy importante que el Instituto Federal Electoral hiciera una evaluación, para cambiar el formato del debate y permitir que los candidatos expliquen cada uno de los temas ampliamente y la forma en que solucionarían los problemas más urgentes que aquejan al país.

Con este ejercicio, que sea cada vez mejor, ganamos los ciudadanos que tendremos más y mejores elementos para poder elegir a la persona por la que vamos a votar después de conocer ampliamente sus propuestas de gobierno para un país que necesita urgentemente de una seria y profunda recomposición que nos permita ver un futuro no sombrío sino un futuro con mejores posibilidades para todos.