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Esplendor y crisis: sólo ocho años separan el escenario en Grecia
 
Por Lado B @ladobemx
08 de mayo, 2012
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Hace sólo 8 años la economía griega crecía en promedio entre un 6 y 7% al año; el desempleo se encontraba en el punto más bajo registrado, aunado a que sería sede de las Olimpiadas y su equipo nacional de futbol se convertiría en el campeón de la Eurocopa. El panorama en Grecia lucía prometedor, contrario a la realidad con la que se encuentran hoy en día sus habitantes.

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“Toda Atenas explotaba de felicidad. Los griegos estaban viviendo sus antiguos mitos”, relata un trabajo periodístico de Bostjan Videmsek, corresponsal de Periodismo Humano. Al igual que la mitología griega está plagada de leyendas que hablan de sus dioses, héroes y el desarrollo de una de las civilizaciones más prósperas en el mundo, actualmente el escenario que se vive en este país hace añorar los 8 años previos a la crisis económica que hoy en día se vive.

Sin embargo, desde 2004 se vaticinaba que Grecia debería pagar durante largos años la importante factura olímpica, la cual ascendería a más de 7 mil millones de euros. Según un informe del banco privado Alpha Bank, el esfuerzo producido por este país para el evento fue «la inversión pública más importante de la historia moderna de Grecia».

No obstante con llevar a cabo una de las Olimpiadas más recordadas, debido a la infraestructura que se tuvo que construir y las modernas instalaciones deportivas con las que se contaría, ese mismo año la prensa en todo el mundo escribiría sobre “la extraordinaria odisea griega en la Eurocopa 2004”, luego de la victoria lograda ante Portugal por marcador de 1-0. Aquel 2004 representaría para la gran mayoría de griegos un escenario alentador, tanto en crecimiento como desarrollo, sin embargo la factura llegaría 8 años más tarde.

“Somos las primeras víctimas de la guerra mundial financiera (…) No sólo nos están quitando la vida, también nos están robando la dignidad. La única pregunta es quién será el siguiente”, relata Yannis Michalopoulos, empresario griego de 60 años de edad.

En el mes de febrero de este año fueron aprobadas las medidas de austeridad que el parlamento determinó como necesarias para rescatar la economía griega; sin embargo, esta aprobación sólo generó que las protestas inundaran las calles y cientos de inconformes incendiaron diversos edificios del centro de la ciudad: cines, instituciones bancarias y cafeterías fueron el objetivo de los manifestantes.

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La polarización de la sociedad griega se ha incrementado, y ahora las protestas continúan pero contando con un escenario desolador: “las calles de Atenas están llenas de mendigos y de los nuevos sin hogar. Hace un año, muchos de ellos vivían confortablemente. Ahora, de un día para otro, se han visto despojados de todo lo que tenían”, describe Bostjan Videmsek.

Dichas medidas hasta el momento han causado que un tercio de los  jóvenes griegos con nivel licenciatura se encuentren en desempleo, así como han reestringido la asistencia social y médica, situación que genera que los comedores de algunas organizaciones humanitarias sean las que ahora prestan los servicios que el Estado se ve impedido a solventar.

“Hemos sido ocupados por los mercados europeos y las instituciones financieras internacionales, que buscan desmantelar lo que queda del Estado del bienestar y convertirnos a todos en esclavos”, señala Yannis Michalopoulos. Asimismo, Bill Papadoupoulos, huelguista del sector médico, asegura que “nuestra única opción es mantenernos en la calle y seguir luchando por nuestros derechos. Llegados a este punto, realmente no nos queda mucho que perder”.

Grecia: el fin de Europa por Bostjan Videmsek

El miércoles 4 de abril, a las 9 de la mañana, un hombre de 77 años gritaba en medio de una abarrotada plaza Sintagma, el centro emocional de las protestas griegas contra la dictadura impuesta por las instituciones monetarias internacionales. El anciano gritaba hacia el edificio del parlamento, y su voz se convertía en una furiosa denuncia del hecho de que tendrán que ser sus hijos y sus nietos los que paguen su deuda. Acto seguido se apoyó contra un árbol, sacó una pistola del bolsillo y se pegó un disparo en la cabeza.

El suicidio de este desesperado pensionista griego tiene una fuerte carga simbólica. Evoca el espíritu del patriota checo Jan Pallach que, con 21 años, se prendió fuego como protesta contra la ocupación soviética de Checoslovaquia el 16 de enero de 1969. También recuerda a la inmolación de Mouhammed al Bouazizi, el vendedor tunecino que desató la Primavera Árabe.

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