Josué Mota

@motajosue

A una semana de la tan anunciada celebración organizada por el gobierno para conmemorar los 150 años de la heroica batalla del 5 de mayo de 1862, uno de los mejores historiadores de este país, Paco Ignacio Taibo II, dijo que quienes hoy nos gobiernan quieren hacer del festejo “una mezcla entre una fiesta de 15 años chafa, una celebración a lo pendejo de Disneylandia y una celebración con lógica antinacionalista. Los que hoy nos gobiernan están más identificados con Napoleón Tercero, eso es lo que les gusta, ahí están sus raíces ideológicas”.

De esta forma, el historiador dio una lección que devela la forma en que el gobierno de Rafael Moreno Valle planea la celebración, porque antes de Taibo hablaron descendientes del Sexto Batallón que aclararon que había sólo un poblador de Zacapoaxtla en ese grupo, el resto eran de comunidades cercanas a esa ciudad, y que hoy están olvidadas por la historia oficial y por el mismo gobierno puesto que no tienen caminos, ni las escuelas necesarias, ni se les han dado las oportunidades para desarrollarse económicamente.

Los descendientes dijeron que no están invitados a esta celebración y que en años anteriores sólo los convocaban para desfilar con trajes que ni siquiera coinciden con los que usaron los que pelearon y derrotaron a los franceses, y sólo les daban tres tortas frías.

Paco Ignacio dijo que en efecto se han construido mitos sobre la participación de los zacapoaxtlas en la Batalla. “A lo largo de la historia de México se han ido secuestrando historia reales para sustituirlas por historias de cartón”.

Los que pelearon en esa batalla, no venían de Zacapoxtla porque esa ciudad se alió con los invasores franceses y fue conservadora en su momento, sino venían de pueblos cercanos y de otros municipios como Tetela de Ocampo.

Y aclaró los gobernantes de Puebla y del país. “Difícilmente podrían estar identificados con los indígenas de la Sierra Norte o con Zaragoza y el debate se abre otra vez porque confrontamos a una oligarquía, a una nacoburgesia francamente analfabeta, tanto en su capacidad para leer, como han demostrado sus portavoces electorales, como de la historia de México”.

Dijo que de acuerdo con documentos oficiales de aquellos años, el ejército francés era en realidad el más potente del mundo, con integrantes profesionales, con experiencia en guerras, con armamento muy superior al que tenían los mexicanos y que además era el ejército “más pedo del mundo”, porque traían 600 mil raciones de vino para sus efectivos.

En cambio, el Ejército de Oriente no contaba con medicamento, ni con provisiones de alimento, pues en los diez días previos a la Batalla del 5 de mayo sólo habían comido en cuatro ocasiones frijoles, tortillas y maíz, y no contaban tampoco con las herramientas para hacer edificaciones importantes para librar adecuadamente el enfrentamiento.

Se trataba de un ejército que no había cobrado en los últimos tres meses porque la República no tenía dinero, constituido por obreros, carpinteros, hojalateros y al que además los habitantes de Puebla, reaccionarios, no alimentaban ni apoyaban.

El general Ignacio Zaragoza, dice Taibo, ni siquiera creía que pudiera detener a los franceses que buscaban llegar a la ciudad de México, pero tuvo una decisión fundamental: la convicción de que sino ganaban al menos morirían peleando en Puebla.

El ejército francés contaba con raciones de alimento y armamento y con el apoyo de los jerarcas de la iglesia. Pero aún así el Ejército de Oriente los derrotó haciendo uso incluso de machetes, porque no tenían bayonetas, y se debían librar luchas cuerpo a cuerpo.

En toda esta historia, dijo, los poblanos de la capital no tiene mucho de que sentirse orgullosos, pero luego, cuando los franceses regresaron, los poblanos tuvieron acciones más patrióticas y narró una de ellas.

«El arzobispo Labastida decreta un tedeum para recibir a los franceses y todas las campanas de las iglesisas de Puebla sonarán simultáneamente en jubilo y gloria para recibir al ejército invasor, hazme al cabrón favor, hay que ser chaquetero y traidor, pero  ese mismo día en la ciudad de México Juárez está quemando papeles en su despacho, preparando la huida, en esos momentos entra Guillermo Prieto y dice ‘señor presidente tiene usted que ver esto’ y Juárez  le dice ‘Guillermo agarra tu maleta nos está esperando el carruaje abajo sino nos vamos nos van a matar’.

«Guillermo Priero le insiste y le dice: Señor presidente tiene usted que ver esto.

«Y Juárez que conocía bien a Prieto y le debía la vida, accede y baja al salón azul donde se encuentra a docena de ciudadanos poblanos que le avientan unas reatas enfrente, Juárez no entiende un carajo de lo que está pasando y Guillermo les dice ‘díganle quiénes son ustedes muchachos’; ‘somos los campaneros de Puebla y estás son las reatas de las campanas y las cortamos hasta arriba para que no puedan tocar el tedeum y se las venimos a traer señor presidente’.

“El pasado no pasa nunca de quién somos herederos, ¿con quién creamos la identidad?, ¿somos los herederos, somos los hijos de los campaneros de Puebla o los hijos del pinche Labastida? Escogemos. La construcción de la identidad es fundamental, de dónde venimos y para dónde vamos.

«Quiero terminar recordando que el camino panista de esta ciudad decidió quitarle hace unos años quitarle el nombre de Zaragoza a esta ciudad. Vergüenza, incultura, barbarie.  Y no está mal que sea Zaragoza de los ángeles, no, no está mal, los ángeles están a toda madre, no hay bronca con ellos, pero ¿de qué ángeles? de los ángeles de la Sierra de Puebla, de los ángeles morenos que ganaron esta batalla y desde luego no perder jamás el nombre de Zaragoza, maravilloso personaje, asociado a la historia, a la historia mítica de esta ciudad, a la historia que sí queremos recordar, como algo que es nuestro, no a Disneylandia, sí a Zaragoza».