Lado B
Toda la culpa es de la Educación
Un fenómeno interesante y de consecuencias potencialmente positivas está ocurriendo en la sociedad mexicana de los últimos tiempos. Se trata del reposicionamiento del tema de la Educación en el debate mediático y en la opinión pública que se plantea cada vez más como uno de los puntos nodales si se quiere emprender una verdadera transformación del país y aspirar a mejores niveles de desarrollo en el concierto mundial y a una creciente calidad de vida para todos los ciudadanos.
Por Lado B @ladobemx
28 de marzo, 2012
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Martín López Calva*

Un fenómeno interesante y de consecuencias potencialmente positivas está ocurriendo en la sociedad mexicana de los últimos tiempos. Se trata del reposicionamiento del tema de la Educación en el debate mediático y en la opinión pública que se plantea cada vez más como uno de los puntos nodales si se quiere emprender una verdadera transformación del país y aspirar a mejores niveles de desarrollo en el concierto mundial y a una creciente calidad de vida para todos los ciudadanos.

Varios son los factores que han contribuido a este nuevo posicionamiento del sistema educativo en las prioridades nacionales. Por una parte, en sentido negativo, es indudable que la acelerada descomposición del viejo sistema educativo centralizado, piramidal, burocrático, excluyente de la participación social y con un sindicato que asume funciones que no le corresponden y que ha acaparado el poder hasta convertirse en el factor central del gobierno educativo a nivel federal y en los estados, ha sido un factor de preocupación en los tiempos recientes.

Por otro lado, ligado a esta descomposición y desprestigio creciente, el impulso que desde el gobierno federal se ha dado a las evaluaciones nacionales (ENLACE, EXCALE) y a la participación del país en las internacionales (PISA) con los resultados desastrosos que todos conocemos y comentamos ha contribuido también a la focalización de la atención colectiva en este problema.

A raíz de estos procesos, han surgido iniciativas como los diagnósticos que realiza periódicamente la organización “Mexicanos primero”  y el movimiento ciudadano “Por la educación” que reclama la derogación del decreto de 1946 sobre las “condiciones de trabajo” en el sistema educativo que otorga facultades fuera de su competencia al SNTE para la contratación, promoción y remoción de los docentes y directores escolares.

“Mexicanos primero” co-produjo recientemente el exitoso y polémico documental “De panzazo” que sigue comentándose en muchos espacios y que ha sido un catalizador de esta preocupación generalizada por la desastrosa calidad de la educación que se imparte en las escuelas públicas y privadas del país.

Todos estos elementos han ido configurando este escenario que como ya decía al inicio, puede ser decisivo para la toma de decisiones en políticas públicas que apunten hacia una verdadera reforma educativa nacional, más allá de los cambios parciales y formales que se han venido intentando hace ya muchos sexenios y que solamente han sido paliativos para una situación cada vez más deficiente y más complicada de resolver.

Sin embargo es necesario que este escenario no vaya a cegar la conciencia ciudadana y nos haga pensar que la educación por si sola es la solución única y definitiva a todos los problemas nacionales.

Como afirma el prestigiado autor de temas de ética profesional, Augusto Hortal: “Cada vez que algo no funciona en la sociedad se pretende que sea la escuela la que lo haga funcionar: las desigualdades sociales (educación compensatoria), el tráfico (educación vial), el medio ambiente (educación medioambiental), la sexualidad (educación sexual), la convivencia, la paz, la solidaridad (educación para…)… La escuela no puede suplir a la familia ni las carencias sociales: «quod familia non dat, quod societas non dat, schola non praestat«.

De manera que es falsa a todas luces la idea de que en el deterioro social, toda la culpa es de la educación.

Como ha mostrado el ejemplo de muchos países como Hong Kong, Singapur o el mismo Chile, la educación es un potente e indispensable motor de desarrollo nacional y cuando se apuesta seriamente por el mejoramiento de la calidad de la formación que se imparte a los niños y jóvenes se obtienen resultados importantes en términos de incremento en la productividad, empleo, crecimiento económico y mejoramiento de la calidad de vida.

Sin embargo, como afirma el mismo Hortal en esta cita, lo que la familia o la sociedad no dan, la escuela no puede prestarlo. Es indispensable por tanto pensar que al mismo tiempo que se pongan las condiciones para la verdadera y profunda transformación del sistema educativo nacional, se deben poner también las condiciones para un cambio en la organización familiar y social que está produciendo los fenómenos de destrucción del medio ambiente, incapacidad para la convivencia respetuosa y pacífica, violencia y falta de tolerancia entre los individuos y grupos sociales, exclusión, problemas relacionados con la sexualidad sin formación, etc.

Sin un trabajo corresponsable entre las familias, las escuelas, el gobierno, los medios de comunicación, los empresarios, las organizaciones de la sociedad civil y otros sectores sociales involucrados, no será posible el cambio que México necesita.

De manera que necesitamos una nueva escuela que genere la nueva sociedad que soñamos, pero simultáneamente requerimos de una nueva sociedad que genere la nueva escuela que producirá el cambio social. No se trata de un juego de palabras sino de un círculo virtuoso que debemos todos tratar de construir.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y académico numerario en la Universidad Iberoamericana Puebla. Ha hecho dos estancias postdoctorales por invitación del Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado diecisiete libros, cuarenta artículos y seis capítulos de libros. Actualmente es coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores (REDUVAL), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación (ALFE) y de la International Network of Philosophers of Education (INPE). Trabaja en las líneas de Filosofía humanista y Educación, Ética profesional y Pensamiento complejo y Educación. Ha trabajado como formador de docentes en diversos programas y universidades desde 1993.

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