Lado B
¿Quién diablos fue “El Piporro”?
Nacido allá en Perros Bravos Nuevo León, ombligo del mundo; fue ruletero a toda máquina, agente viajero re vacilador, el párpado cáido, Melitón el abusón, el muchacho alegre que se amanecía cantando con su botella de vino, el rey del taconazo, el tragabalas y quien sabe qué otra cosa más.
Por Lado B @ladobemx
23 de febrero, 2012
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Eric David Montero

@elericdavid

Nacido allá en Perros Bravos Nuevo León, ombligo del mundo; fue ruletero a toda máquina, agente viajero re vacilador, el párpado cáido, Melitón el abusón, el muchacho alegre que se amanecía cantando con su botella de vino, el rey del taconazo, el tragabalas y quien sabe qué otra cosa más.

Le cantó a Rosita Alvires, Arnulfo González, la Estrea del deseyo, a los borrachos que les daba por tomarse cinco tequilas (uno pa’ mojar labio, otro pa’ abrir boca, otro pa’ entrar en calor y el cuarto pa’ agarrar valor, por si iban a pedir fiado), al mojado de Natalio Reyes Colás, que después de cruzar la línea devisoria se convirtió en Nat King Cole, y hasta en inglés las canciones entonaba.

Mató dinosaurios finos en la selva de Chihuahua, en Santa Eulalia dejó tuerto a un lión norteño a puro cascarazo  al dispararle con una liga en ojo por ojo, el pobre animal acabó pidiendo limosna afuera de una iglesia.

Pelao fino, se convirtió en la pistola más rápida del norte. Cuenta la leyenda que al darle el tiro de gracia, la bala el entró por el tronco de la oreja y la escupió sin dejar de mascar tabaco. No se separaba de su bonito caballo, caballo bayo, y además de eso tenía corazón de hotel, cabían muchas.

Allá por los años  70 fue diputado por el PRR, partido que siempre veló por los intereses de los ciudadanos. Cuando andaba en campaña a todo mundo les decía como luchar contra la inflación, pos gracias a él el PRR nunca perdió.

También aprendió artes marcianas en China, pero China Nuevo León, alcanzó el grado de cinta negra  que ni lavándola se le quitaba la mugre. De repente desapareció, regresó y dijo que se fue por cigarros a Hong Kong, y que un pelao tamaulipeco llamado Jaime López lo acompañó en la huida.

Creó su propia leyenda, la de Agustín Jaime, que bajaba a caballo y lo traicionaron por calles de Bravo. Nació norteño hasta el tope, “con los suficientes rasgos externos para que a nadie se le ocurra confundirlo con un chilango”, dijo Carlos Monsiváis, cuando presentó su Autobiograjúa y Anecdotaconario.

Pero a pesar de todo fue alegre y dicharachero, le encantaba ver a la gente con el diente pelado, y la pata de gallo dibujada de puro gusto. Y con esa satisfacción de haber hecho sonreír a tanta gente abordó la nave de los monstruos y partió, seguramente para alegrar vidas en otros planetas donde aún no saben de comicidad y entretenimiento con humor blanco.

Estas palabras que tratan de describir a un actor, compositor, locutor, periodista y excelente cantante se quedan cortas, para describir “Eulalio González”, que nos regaló más de 50 años de trayectoria además de gran cantidad de canciones interpretadas a su particular estilo, que a pesar de que ya pasaron los años siguen vigentes.

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