Lado B
Entre la publicidad y el poder II
El enfrentamiento que hoy en día tiene cimbrada a la nación es un enfrentamiento por el poder. No es por las drogas, no es por la seguridad; es por el poder que implica dominar ambos aspectos.
Por Lado B @ladobemx
13 de febrero, 2012
Comparte

Alquímedes Neza

En la columna anterior se comentó como la publicidad política, al respecto de la situación de violencia que aqueja al país, crea de ésta un ilusoria realidad de enfrentamiento entre buenos (estado) y malos (crimen organizado) en pos de defender al pueblo.

Podemos cuestionar esta tajante división entre buenos y malos, pero no dudar de la existencia de un enfrentamiento y, sobre todo, de las miles de muertes que está causando. Esta reflexión nos lleva a intentar, en la presente columna, desarrollar la siguiente pregunta: ¿Qué hay detrás de este enfrentamiento: una lucha por la protección del pueblo o una disputa por el control del estado? Ambas opciones podrían parecer caras de la misma moneda, pero no los son. Para ver la diferencia entre uno y otro motivo de lucha (el pueblo o el control) las frases mediáticas nos siguen dando las primeras pistas: ¿Por qué será que la otra palabra con la que comúnmente se le denomina al crimen organizado es la de narcotráfico?, ¿por qué no se identifica primero al crimen organizado con las bandas de secuestradores o de asesinos, con los asaltantes a mano armada o con las organizaciones de trata? Porque el narcotráfico es el delito que más lacera la sociedad, porque los narcotraficantes son los que hacen todo lo demás, ¿o porque el narco es el único grupo organizado capaz de poner en jaque a los gobiernos?

Que la producción, distribución y venta de “drogas” es el peor de todos los crímenes y que debe ser castigado con la peor de las penas y atacada con todo el poder del estado es otra idea mediática, con poco análisis tras de ella. Que la “droga” deba ser legal o ilegal es una cosa, pero hacer de ella el peor de los crímenes obedece a una decisión política y no moral, ética o de seguridad pública. ¿Por qué habría sino drogas legales y drogas ilegales? Basta ver la sección policiaca de cualquier periódico para darse cuenta que el alcohol se relaciona de manera más directa con la muerte que la mariguana, por ejemplo. El peligro mayor que hay alrededor de “las drogas” ha sido su ilegalidad, no los efectos que provoca su consumo. No se puede discutir que su consumo tenga efectos nocivos, pero sí es discutible si estos son más nocivos que los efectos que pueden tener cualquier otra adicción legal, como al alcohol, la televisión o la más legal de todas: la adicción al dinero.

El narcotráfico es el crimen organizado por excelencia no porque dicha acción sea la más perniciosa de todas, sino por el poder que se ha desarrollado alrededor de esta actividad. El enfrentamiento que hoy en día tiene cimbrada a la nación es un enfrentamiento por el poder. No es por las drogas, no es por la seguridad; es por el poder que implica dominar ambos aspectos. La venta de drogas ha hecho poderosos a los grupos que las venden por el tamaño enorme y sobrevaluado (debido a su ilegalidad) de su mercado. El objeto de enfrentamiento entre “bandas” es justo el poder que implica el dominio de este mercado y no las rutas de venta en sí mismas. Lo que sucede actualmente es que El Estado, es decir, los grupos de poder que se han instalado en las instituciones que representan ese abstracto, se han visto vulnerado y hasta superados por el poder actual de estas “organizaciones criminales” dedicadas al tráfico de drogas. Recordemos que son criminales en tanto que El Estado así las ha denominado al ilegalizar las drogas. El tema de los casinos es un buen ejemplo de esto, hace unos años eran parte del crimen organizado, hoy son parte del estado, o sea, organizaciones legales.

Quedan abiertas las preguntas ¿Cuál es el objetivo de fondo de la batalla?, ¿por qué en lo que refiere al crimen organizado todos los políticos cierran filas?, ¿tratan de proteger al ciudadano o de proteger el control que tienen sobre el estado (y sus recursos)? Igual, ya sea porque son una amenaza para el pueblo o porque ponen en cuestión el poder de las cúpulas gobernantes, vale la pena también parar a reflexionar un poco al respecto del poder que hoy tienen estas organizaciones ilegales.

Decir que la situación actual de inseguridad y violencia es culpa toda de la presente administración es también una acusación imposible de fundar, ya los índices delictivos eran altos desde antes; el trafico de drogas existe desde que la droga es ilegal; la violencia y los enfrentamientos, al igual que la bipolaridad de ideología, son una constante (y no una excepción) en la historia mexicana. La violencia en el país y la región tiene un fondo mucho más profundo y complejo que ser un reflejo a determinadas acciones políticas. Pero lo que sí es también muy claro es que no puedes ir a tirarle piedras a un avispero sin esperar que las avispas vengan a picarte. No puedes esperar lanzar un embate contra el crimen y que los grupos considerados criminales por las leyes del estado no pretendan defenderse, es obvio que estos grupos procurarán proteger sus intereses y para tal caso buscaran hacerse de más recursos, de más hombres y de más armas y, para lograrlo, necesariamente tendrán que intensificar los medios para obtener recursos. Si vender drogas ya no es suficiente para pagar hombres y comprar armas, pues se buscaran otros medios como la extorción y el secuestro. Esta situación tan obvia como es, no se encuentra dentro de las frases mediáticas, se le oculta.

Y esto es solo la punta del iceberg, hay mucho más en medio del discurso político mediático al respecto de la violencia; por ejemplo, cuando se habla de que su causa son la pobreza o la carencia de educación, decirlo no hace más que alimentar un prejuicio que permite magnificar el delito común y denostar los delitos de cuello blanco, como si la gente rica y educada no delinquiera, como si traer traje y corbata justificara la calidad ética de la persona. De hecho analicémoslo, la pobreza va más de la mano con la humildad, quien roba no es pobre, su misma acción le permite tener dinero y entre más roba, más dinero obtiene —y más poder.

Misma situación cuando se justifica la muerte de una persona asegurando que igual era delincuente o que tenía antecedentes, creo que no es necesario argumentar lo nefasto de estas aseveraciones. También habría que plantearnos cómo puede hablarse de éxito en una campaña que mata más que las drogas que combate.

Pareciera que las palabras son superfluas, que lo que se diga no tiene mayores consecuencias más allá de lo que se dice o de la imagen que se crea quien lo dice. Pero las palabras no solo reflejan formas de pensar, sino que promueven e inhiben ideas o imágenes específicas de la realidad, tienen el poder de ocultar aquello de lo que no se habla o de crear imaginarios colectivos a través de la repetición de una sentencia (por ejemplo: “si le paso algo es porque en algo estaba involucrado”). Las palabras permiten la manipulación de la realidad, sobre todo cuando ésta se simplifica a través de lo que se dice. En un país donde la ley considera lo mismo un criminal a quien sale a protestar a las calles o a quien retiene a un funcionario público para que afronte su responsabilidad ante una injusticia social que a quien roba una gallina o a quien siembra como a quien vende o a quien secuestra y acecina, declarar la guerra contra el crimen y ya, así de general, abre camino para que se persiga con la misma vara al narcotraficante que al campesino ecologista, al secuestrador que a la organización social, como si todas fueran manzanas de un mismo saco.

Comienzan las campañas, los discursos llenarán nuestros oídos de imágenes fantásticas y mesiánicas a las que ya nadie da crédito. Pero ojo no se trata solo de creer o no lo que nos prometen, se trata de hacer conciencias del contenido de lo que dicen, que ocultan, que promueven. El hecho real e inocultable es la escalada de violencia que vive el país, la cual ha provocado tantas muertes como las guerras contemporáneas. La caja de pandora se ha abierto ya, ¿será posible cerrarla?

Te gustó, te molestó, te indignó esta columna, quieres dejar un comentario, debatir alguna idea o leer anteriores columnas, búscame en facebook

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion