Lado B
Sada hizo de la generosidad y de la grandeza literaria su sello: Mesa
 
Por Lado B @ladobemx
15 de enero, 2012
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Foto tomada de elmundo.es

México, DF. Este domingo a las 12 horas se llevó a cabo un homenaje póstumo a uno de los mejores escritores mexicanos de finales de siglo XX y principios del XXI: Daniel Sada.

El evento se realizó en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde escritores y amigos del oriundo de Baja California, como Jaime Mesa, Christopher Domínguez, Iván Trejo, Yuri Herrera y Federico Campbell lo recordaron a menos de dos meses de su muerte.

Con permiso del autor, reproducimos el texto que Jaime Mesa, leyó en el homenaje.

Buenas tardes, gracias por acompañarnos al homenaje póstumo que el Instituto Nacional de Bellas Artes le hace al escritor Daniel Sada, autor cuyas obras Registro de causantes, Ritmo Delta, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe y Casi nunca recibieron los premios más importantes de México.

El año pasado, este escritor imprescindible, fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Lingüística y Literatura.

Mi nombre es Jaime Mesa y fui alumno pero, sobre todo, gratamente, me siento parte de la familia de Daniel Sada.

Estarán con nosotros Iván Trejo, poeta y editor de la revista Postdata, que reeditará El amor es cobrizo, libro de poemas de Sada; Yuri Herrera, autor de dos novelas imprescindibles para entender la violencia y la migración, pero sobre todo México: Trabajos del reino y Señales que precederán al fin del mundo; Federico Campbell, escritor y periodista, autor de más de 15 libros y sobre todo, hoy, en la mesa, amigo íntimo de Daniel Sada. Y Christopher Domínguez, uno de los críticos más diáfanos de México, autor de unos diez libros de ensayo, crítica y creación, entre los que sobresalen el portento llamado Antología de la narrativa mexicana del siglo XX y la joya que es Vida de Fray Servando.

Ellos están aquí para recordar, junto a los lectores, familiares y amigos, al cómplice, maestro, amigo, y extraordinario hombre de vida y letras que fue Daniel;  y para acercar a los nuevos lectores a Sada: una de las figuras centrales de la literatura mexicana y un referente mundial para la novela y el cuento que se escribe en español.

Muchos conocemos la vida y obra de Daniel Sada. Estamos familiarizados con la historia de su maestra de primaria, Panchita Cabrera, gracias a quien Sada conoció la Ilíada y la Odisea; y las formas de la métrica española. Muchos lo escuchamos recitando “Las hormigas” de López Velarde y casi casi introdujo en México el poema “Imitación de Matsuo Basho”, de José Watanabe: aquel de: “Fuimos rebeldes y audaces…”, de tanto que lo repetía entre comidas y en sus talleres. Sabemos, también, que cuando llegó a la ciudad de México su acento norteño y sus botas desequilibraron a sus contemporáneos pero que, sobre todo, Daniel Sada vino con la idea de que no existía una literatura moderna y que sólo en los clásicos había permanencia. Sabemos de su mítica beca en el Centro Mexicano de Escritores, que le permitió conocer a Juan Rulfo y a Salvador Elizondo y trabajar con ellos su primera novela Lampa Vida.

Gracias a lo transparente de su concepción del mundo y de su propia vida, sabemos tantos detalles de los procesos de escritura y edición de casi todas sus novelas y libros de cuentos. Sabemos, entonces, que en una central de autobuses, dos señoras le regalaron, sin querer, el título magnífico de su obra maestra: porque parece mentira la verdad nunca se sabe.

Sabemos tanto de la vida de Sada porque fue nuestro amigo, nuestro maestro, pero sobre todo porque fue una persona amplia y generosa. Eso es: Daniel Sada hizo de la generosidad y de la grandeza literaria su sello. Daniel es la confluencia de dos mundos: un gran ser humano conviviendo con un gran escritor.

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