Lado B
3D
El mundo es 3D. El cine pretende también serlo, sobre todo en los últimos años, en que la industria encabezada por Hollywood ha hallado en este formato una posibilidad de dotar al acto cinematográfico de un atractivo adicional y de alguna forma revitalizar un negocio afectado, en cierta medida, por la diversidad de pantallas a disposición del espectador.
Por Lado B @ladobemx
30 de enero, 2012
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Hugo León Zenteno *

El mundo es 3D. El cine pretende también serlo, sobre todo en los últimos años, en que la industria encabezada por Hollywood ha hallado en este formato una posibilidad de dotar al acto cinematográfico de un atractivo adicional y de alguna forma revitalizar un negocio afectado, en cierta medida, por la diversidad de pantallas a disposición del espectador.

Este concepto de tridimensionalidad tiene también una vertiente vinculada con la media literacy, tema recurrente en este espacio y que conviene abordar de una forma más profunda, en aras de proseguir con la necesaria labor formativa en este rubro. Pues bien, en el séptimo arte, las tres dimensiones son referidas a la anchura, la altura y la profundidad, esta última simulada por la perspectiva y por una cámara estereoscópica. Mientras tanto, en el caso de la recepción crítica, igualmente es posible pensar en la existencia de una tercia de planos desde los cuales el proceso puede ser encarado.

De esta forma, apreciado lector, sugiero que la aproximación que hagamos hacia los productos mediáticos no sea monolítica, esto es, que nuestro juicio se estructure en una sola pieza para catalogar lo que observamos, escuchamos o leemos; modalidad crítica que implica únicamente dos posibilidades opuestas: me gusta o no me gusta. Por el contrario, pensar en varias facetas o dimensiones dentro de la opinión que emitiremos de un programa, película, campaña o sitio, nos permite diversificar los puntos de coincidencia con ellos y razonar de manera más fácil las discrepancias que hallemos en dichas propuestas.

Es así que podemos desglosar nuestra mirada en una dimensión ética, una estética y una cultural; donde los juicios de valor resultantes pueden ser concordantes, dispares o incluso opuestos. Por ejemplo, podemos estar de acuerdo, en términos éticos, con la temática general y su desarrollo en determinada película, pero a la vez estar inconformes con el tratamiento visual que nos ofrece el director, que de alguna forma entorpece la apreciación estética que hacemos de la cinta de marras; simultáneamente, tendremos mayor o menor grado de identificación con el entramado cultural planteado en el film, en concordancia con los elementos culturales que poseemos por nuestra propia historia individual y social.

En próximas entregas hablaré más a detalle de las consideraciones de cada una de estas tres dimensiones, pero de momento podemos concluir que, si bien esta lectura se puede presentar como un poco más compleja, nos facilita la construcción de argumentos -en distintos niveles conceptuales- que finalmente robustecerán las opiniones que emitamos con respecto a cualquier mensaje. Y clarificar los porqués de nuestros gustos es una buena manera de refinarlos e incluso de entendernos mejor a nosotros mismos.

*Académico en las áreas de Periodismo y Comunicación. Actualmente es profesor en la Escuela de Periodismo de la UPAEP y en la Universidad de las Américas Puebla. Sus áreas de interés profesional son: recepción crítica de medios, hipermedios y noticias; análisis del mensaje periodístico en diarios nacionales e internacionales; ciberperiodismo; análisis y consultoría sobre arquitectura de información, usabilidad y calidad semántica en websites. Vive en la ciudad de Puebla; gusta del arte, el beisbol, el chocolate y la lluvia.

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