Lado B
#CDIdeas: Un cierre con broche de piedra
Entre una "Ciudad de las Ideas VIP" y otra para el resto de los asistentes...
Por Lado B @ladobemx
13 de noviembre, 2011
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  • Entre una Ciudad de las Ideas VIP y otra  para el resto de los asistentes…

Foto: EEF.

Adrianísima Errevé

Con una decepcionante conferencia por parte del esperadísimo director de cine, Oliver Stone, “La Ciudad de las Ideas, Puebla 2011. 11.11.11 Reset, Ideas that call to action”, bajó el telón de este año, dejando impresiones divididas entre los asistentes.

Foto: AE.

“Stone debió garabatear en el avión ese discurso sobre tarjetas de futbol, su niñez y por qué ‘es bueno’ ser creativo” dijo un compañero que sólo pudo llegar a escucharlo a él. Coincidentemente, Morgan Spurlock, el otro cineasta que habló el día previo, también dio un speech breve y con un mensaje light, que más bien se tradujo en una invitación a ver sus películas.

Stone, junto con Dambisa Moyo y Eduard Punset ganaron el premio Innovation for Humanity, por lo que serán sus preguntas las que deban responder los aspirantes a “ganadores” (ya no “becarios”) el próximo año. Es el público en conjunto con los demás conferenciantes quienes eligen a los ganadores. Esta vez, Stone ganó aun cuando NO había leído su ponencia. No habló de ningún proyecto educativo en el que estuviera involucrado, ninguna de sus técnicas de filmación, ninguna razón para retratar lo que hace en sus películas, ningún gran RESET. No todo lo que brilla es oro: puede ser pura piedra; pure stone.

El propio Andrés Roemer admitió en la reunión con becarios, casi con nostalgia que, aunque los festivales son cada vez más ricos y diversos, nunca volvieron a ser como el primero, el Cynosura 2008, cuyo ambiente era más de “campamento”, de coaching por parte de los “speakers”, quienes en su mayoría no dieron conferencias de prensa esta vez, aunque sí sonrisas para la foto y autógrafos para los que hacían largas filas. Era casi la única manera de acercarte a ellos, a menos que te lo toparas o pertenecieras a la zona preferente.

En el auditorio, los voluntarios gozaban impidiendo el acceso a los reporteros casi al azar. No se te permitía sentarte; un trajeado de seguridad también gozó, creo, al decirme “la prensa va allá, tienen que estar parados”. Como becaria a veces quería simplemente sentarme donde hubiera lugar, pero era inmediatamente “discriminada” por no pertenecer a la zona y obligada a buscar en la oscuridad un lugar en mi área-gueto.

Foto: EEF.

La organización no fue tan brillante como las mentes invitadas. Mientras en el escenario Roemer instaba a tuitear mucho el #CDIdeas, una voluntaria me exigía apagar mi iPad, pues así lo había ordenado “Andrés”, ya que la luz interfería con el oscurito bonito del evento. Me rehusé a apagarlo porque no quería agotar la batería de mi celular. Me insistieron tanto que me estaba perdiendo las ponencias y al final, me rendí. Y me rendí además porque la organización en cuanto a las redes era inexistente. Había sólo un par, saturadísimo por las decenas de equipos conectados. Había una llamada “Ciudad de las Ideas VIP” pero, por supuesto, tenía seguridad. Hay people y VIP en #CDIdeas, nos quedó claro.

En uno de los coffee breaks dos elegantes señoras con gafete preferente me hacían el mismo berrinche que yo hice el primer día por el estacionamiento. Y criticaban a Ricardo Salinas por hablar con Dambisa de democracia y oportunidades cuando se daba el lujo de cerrar un estacionamiento entero para que bajara su helicóptero. De hecho nadie supo (o quiso) explicarme por qué la explanada afuera del auditorio estaba casi vacía, con no más de cinco autobuses del festival, pero vedada a los autos del público.

De cualquier manera, las “basuritas” en el ojo del asistente a #CDIdeas se olvidaban a la hora del punchis-punchis, del alcohol (que no fue del mejor, pero sí “gratuito”) los bocadillos y las fotos con los letreros grafiteados o los colchones multicolor. Pero esta vez no vi a ningún “speaker” en las “fiestas”, a diferencia de años anteriores. Algunos, como Nancy Etcoff o David Konzevik no llegaron ni al festival. La ganadora Dambisa, ya no estaba para recibir su premio. ¡Robert Sapolsky había olvidado que tenía que venir!

Foto: AE.

De boca de Roemer sabemos que uno de los ponentes más caros cobra 4 mil dólares el minuto, por lo que bromeó con que por eso estaban cronometrados y amenazados con no poder ni bostezar. ¿Será por eso que algunas ponencias eran sólo de once minutitos? Aquel no dijo el nombre del “speaker” de lujo, aunque ahora nos preguntamos ¿habrá sido el señor Stone?

Pero don’t get me wrong! Hablar sobre los anteriores “Lados B” del festival no debe dar la impresión de que no vale la pena. Más allá de las malas coordinaciones, de las críticas a los patrocinadores, de las inconformidades particulares, y del deseo de que haya más café, botanas nutritivas, mayor número de “premiados”, voluntarios sensibles, etcétera, están las semillas incalculables de inspiración sembradas en los que nos apasionamos por la robótica de Dennis Hong; la biónica de Eythor Bender; el escepticismo de Michael Shermer; la matemagia de Arthur Benjamin o el “posibilismo” de David Eagleman.

Afortunadamente para mí, los “Lados B” de #CDIdeas no hicieron tanto ruido que me impidiesen escuchar las ideas que habré de seguir investigando ;)…

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