Lado B
Arranca el Festival de Teatro Héctor Azar
La Tempestad y López Tarso roban los aplausos a la alfombra roja
Por Lado B @ladobemx
25 de noviembre, 2011
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Paco Coca

@PacoCoca

Foto: Dana Albícker.

El frío calaba y la alfombra roja se prolongó en exceso. La mayoría de invitados ya estaba ahí y desfilaba por la explanada del Teatro Principal. Pero faltaba el invitado especial: el gobernador Rafael Moreno Valle que, según insistía el conductor mientras realizaba entrevistas en la entrada del inmueble, ya venía en camino al arranque del Festival Internacional de Teatro de Puebla.

Y la espera se prolongó. Faltaba la entrega de reconocimientos al mérito teatral, representado por una estatuilla diseñada por el artista plástico radicado en Cholula: Pepe Lazcarro; pero el hombre por el que esperaban las cámaras y los flashes nunca llegó. La ceremonia arrancaba sin él.

Una veintena de personajes recibirían el galardón Héctor Azar –mismo nombre que recibió el festival en honor a uno de los más grandes teatreros poblanos, y ex titular de la desaparecida Secretaría de Cultura, dicho sea de paso- aunque el retraso provocó que la mayoría de invitados no pudiera acercarse a los micrófonos desde donde Edith González y el poblano Luis Felipe Tovar, los anfitriones, los anunciaban previa semblanza en video.

Sólo el estrella de la noche, Ignacio López Tarso, y el también homenajeado José Solé, quien presentará su montaje de Don Juan Tenorio como parte de este festival, podrían agradecer el reconocimiento.

Atrás habían quedado los discursos de los políticos, en primer turno, el secretario de Educación, Luis Maldonado Venegas, encargado de excusar al gobernador por su ausencia: “es que está con el presidente”. Le siguió el encargado del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla, Saúl Juárez, principal responsable de la programación de este evento que presentará a los poblanos un panorama muy amplio del teatro local, nacional e internacional.

También hablaría el presidente municipal, Eduardo Rivera Pérez, quien recordó a los presentes que “no todo son obras, ni calles, ni luminarias, también hay…” y tras un breve titubeo mencionó “… cultura”.

Foto: Dana Albicker.

Los reconocimientos siguieron, faltaban 11 por recibir el premio al Mérito Teatral, pero la mayoría ni siquiera se acercó a los micrófonos. Otros, como María Rojo, lo tomaron por asalto –para recordar cómo gracias a ella hay leyes que protegen a la cinematografía mexicana-, o Susana Alexander, que tras años en los escenarios no necesita de un aparato para hacer que su voz llene un teatro.

También subieron por su premio personajes como Jorge Ballina, escenógrafo de talla internacional; Tolita Figueroa, hija del mítico Gabriel Figueroa y la más reconocida vestuarista de México; el dramaturgo, guionista y narrador Juan Tovar, que fiel a su costumbre se mostraba fuera de lugar en un acto protocolario. Además del director Enrique Singer, el productor Federico González Compeán, el dramaturgo Ignacio Solares, el crítico Fernando de Ita y la institución del teatro poblano, Manuel Reigadas.

Al fin salieron los invitados y el escenario quedo vacío. Se acercaba la obra, la verdadera inauguración de este festival.

Tres llamadas después, las luces del Principal se apagaron y sobre el escenario, largo e inclinado, como si se tratara de un barco, aparecieron un grupo de actores que se movían de un lado a otro mientras su nave naufragaba. Un grupo de mujeres colgadas se balanceaban al vaivén de la tormenta producida por Próspero, el ex duque de Milán convertido en mago y exiliado en una isla desierta tras la traición de su hermano.

Foto: Dana Albicker.

400 años después del estreno original de La Tempestad, última obra escrita por William Shakespeare –noviembre de 1611-, el escenario del teatro en activo más antiguo del continente recibía a Ignacio López Tarso y la Compañía de Teatro de la UNAM para el montaje de uno de los trabajos más importantes del bardo isabelino.

La presencia de López Tarso y Rafael Inclán no fueron lo único que destacó; la frescura de Violeta Sarmiento en su papel del espíritu sirviente Ariel, además de una escenografía que mezclaba un fondo en video con elementos más tradicionales y la música en vivo, hicieron en conjunto que el público olvidara la larga espera y apludiera de pie la primera presentación de este Festival, mientras afuera, el frío perro seguía mordiendo transeúntes.

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