Lado B
Los rojos de ultramar de Jordi Soler
El exilio de los republicanos españoles en México es uno de los capítulos importantes de la historia del país. Para evitar las represalias del régimen franquista, muchos perdedores de la guerra civil tuvieron que buscar exilio en distintas partes del mundo.
Por Lado B @ladobemx
20 de octubre, 2011
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Alejandro Badillo

1era edición, 2005, Alfaguara

El exilio de los republicanos españoles en México es uno de los capítulos importantes de la historia del país. Para evitar las represalias del régimen franquista, muchos perdedores de la guerra civil tuvieron que buscar exilio en distintas partes del mundo. En México, el presidente Lázaro Cárdenas acogió a miles de refugiados que nutrieron la vida académica, social e intelectual de universidades e instituciones educativas.

Uno de ellos, Arcadi, el protagonista de Los rojos de ultramar, después de superar varios obstáculos, llega a Veracruz para establecerse en La Portuguesa, una pequeña ranchería enclavada en la selva. Jordi Soler (Veracruz, 1964), nieto de Arcadi, rastrea su herencia con las memorias de su abuelo: 174 páginas en las que deja registro de la guerra que perdió, los pormenores del viaje que lo llevó a la selva veracruzana a cultivar café y criar una prole que se acrecentaría con los años.

Utilizando las memorias de Arcadi, complementadas con algunas grabaciones y fotografías, Jordi Soler reconstruye una historia que con el tiempo había quedado reducida a una mera anécdota, a la aventura casi olvidada del patriarca, el “rojo” que esperaba la caída de Franco, el regreso del exilio para recuperar su vida. Mediante la afortunada combinación de varios registros narrativos (investigación, biografía, ficción), Jordi Soler cuenta la vida de Arcadi en las trincheras, lo sigue mientras desembarca en Veracruz, mientras construye con otros republicanos una nueva identidad, lejos de Barcelona, atentos a las noticias que llegaban a cuentagotas del otro lado del mar.

Al enterarse de la consolidación de Franco en el poder, los exiliados se vinculan con grupos radicales de izquierda para planear un atentado contra el dictador que, al final, no se lleva a cabo. En el transcurso de la novela, siguiendo el registro de las memorias y los datos consignados en las grabaciones, Jordi Soler corre el velo a varios capítulos olvidados del exilio Republicano. Hay dos que sobresalen: el primero, es el episodio del campo Argeles-sur-mer. En ese lugar, ubicado en la costa francesa, en los primeros meses de 1940, fueron enviados miles de republicanos que buscaban asilo o protección de las tropas franquistas.

El gobierno francés, presionado por la inminente ocupación alemana y por los agentes del nuevo régimen español, retuvo a los prisioneros en la playa, dejándolos a su suerte, casi sin comida y con nula atención médica. De los 250 mil habitantes que llegó a tener el campo y que no sólo incluían españoles sino desafortunados que habían tenido la mala fortuna de llegar ahí, quedaron alrededor de 18 mil. Jordi Soler regresa muchos años después a esa playa para encontrarla convertida en un centro vacacional, un lugar que borró de su historia el episodio de los prisioneros y que consigna el hecho con las ruinas olvidadas de un monumento.

Después de sobrevivir al campo, Arcadi se entera de las gestiones de los diplomáticos mexicanos para dar asilo a los republicanos españoles. Éste es el segundo capítulo rescatado: el titánico esfuerzo de los funcionarios enviados del presidente Cárdenas para proteger a los que se quisieran refugiar en México. Luis Rodríguez, el jefe de la delegación nacional en Francia, tiene que sortear el acoso franquista, las crecientes presiones desatadas por la Segunda Guerra Mundial. Para hacerlo echa mano de trucos diplomáticos, trampas para ganar tiempo en lo que consigue un transporte confiable para los refugiados.

En las largas semanas que duraron los trámites, la sede diplomática mexicana se convirtió en residencia temporal de decenas de perseguidos, incluso del presidente de la República española, Manuel Azaña, que moriría en la habitación número 11 del Hotel Du Midi, uno de los lugares que utilizaban los mexicanos. En Los rojos de ultramar, Jordi Soler hace una revisión necesaria, un nuevo testimonio, reflejo de una generación de mexicanos, descendientes de exiliados españoles, que heredaron los saldos de una guerra perdida.

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